Amaia Guridi, en la rotativa de El Diario Vasco. felix morquecho
20 años sin Santi Oleaga

«Me traía al periódico como si fuéramos al Louvre»

Amaia Guridi rememora la preocupación diaria de Santi Oleaga por El Diario Vasco: «Lo consideraba como su casa. Es más, lo quería como si fuera suyo»

a. gonzález egaña

Domingo, 23 de mayo 2021, 00:39

La viuda de Santi Oleaga recorre las instalaciones de El Diario Vasco, en una de las últimas visitas antes del traslado a la nueva sede en Miramón. Con inmenso cariño y admiración recuerda las anécdotas de la vida de su marido en el periódico que ... consideraba como su casa. «Es más, quería al Diario como si fuera suyo», rememora Amaia Guridi. «Se puso la rotativa nueva y me traía como si fuéramos al Louvre. Y yo venía tan feliz», se emociona al recordar.

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– Han contado juntos más de un domingo las bobinas de papel del periódico, una de sus muchas preocupaciones.

– '¿Nos damos una vueltita al Diario?', me decía. Cogíamos las bicicletas y acabábamos contando bobinas en el almacén de papel del periódico. '¿Hay que contar todo esto? De ahí vas a sacar muchos periódicos', le disuadía yo. Cuantas más bobinas había, más contentos nos íbamos a casa. ¡Adoraba tanto esto! Me decía muchas veces: 'Si gana la Real, vendemos más periódicos. Así que tiene que ganar...'. También viajábamos juntos a visitar fábricas papeleras de Alemania, Finlandia, Suecia... Esos viajes son inolvidables.

Oleaga, durangués de nacimiento, se marchó a estudiar la carrera a San Sebastián y se convirtió en donostiarra «y de la Real». Él cursaba 3º de Empresariales en lo que hoy es el campus donostiarra de la Universidad de Deusto y conoció a una jovencita Amaia de 18 años, bergaresa de nacimiento. Se vieron por primera vez en un bar de la calle Zubieta.

– ¿Qué le llamó la atención de Santi?

– Bajaba a un bar, con sus compañeros del piso de estudiantes en el que vivía, a jugar a las cartas y yo salía a tomar café en el descanso de las clases del Preu en Jesuitinas. Empezamos a saludarnos y a tratarnos cada día más. Todavía hoy echo mucho de menos los paseos por la playa, los encuentros cuando salía de trabajar e iba hasta el túnel de El Antiguo a buscar a Santi, los cumpleaños en familia...

Guridi cita de manera muy especial al sacerdote Alfredo Tamayo Ayestaran que cada año, hasta que falleció en 2014, le dedicaba una misa a Santi en una capilla pequeña de la Universidad. Había sido su profesor en la carrera. «Lo hacía con todo el cariño. Recordaba hasta el sitio en el que se sentaba en clase. Estaba muy comprometido con la denuncia de ETA y siempre remarcaba lo injusto que había sido su asesinato, igual que los de todas las víctimas. Al principio no se atrevía a decirme nada porque sabía que yo estaba muy mal, pero desde que fui la primera vez con mi familia, todos los años recordábamos juntos a Santi».

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