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Cristian Reino
Barcelona
Viernes, 17 de enero 2020, 21:00
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, empezó el lunes admitiendo que si el Supremo le inhabilita, habrá adelanto electoral en Cataluña, pero este viernes cerró la semana laboral trasladando a los partidos catalanes que a día de no tiene «motivos» ni «voluntad» de llamar ... a los catalanes a las urnas. Torra se reunió ayer con JxCat, ERC, el PSC y los Comunes, en el marco de la mesa de diálogo de partidos, un foro de debate que impulsó el PSC hace año y medio para buscar un espacio de encuentro transversal. Tanto el PSC como los Comunes pidieron al jefe del Ejecutivo catalán que convoque elecciones, desde el argumento de que esta legislatura está agotada y no ven al Govern en condiciones de encontrar soluciones al conflicto catalán. La reunión, como las dos anteriores de este formato, acabó sin acuerdo.
El encuentro se celebró a las puertas de una nueva reunión, la tercera, entre Pedro Sánchez y Quim Torra. De la cita debería salir la fecha de inicio de la mesa de negociación entre el Gobierno central y el Govern pactada entre el PSOE y ERC. El independentismo está aún definiendo la estrategia que defenderá en la negociación, que pasa por pedir la autodeterminación y la amnistía. Torra se enrocó este viernes en su posición. Miquel Iceta le trasladó que incluya asuntos que no sean de máximos, pero el dirigente nacionalista se negó. Como en las dos ediciones anteriores, acudieron al encuentro en el Palau de la Generalitat el Govern, JxCat, ERC, el PSC y los Comunes. No participaron ni Ciudadanos, ni el PP ni la CUP. Los postcconvergentes podrían dificultar la celebración de la mesa entre el Gobierno y el Govern ya que reclaman que Sánchez acepte la figura de un relator para dar «garantías» a las conversaciones.
Mucho ha llovido desde la última vez que se celebró esta reunión entre partidos independentistas y no secesionistas. En febrero de 2019, el Gobierno central y el Govern aún mantenían la sintonía tras la declaración de Pedralbes. Pero poco después ya se quebraría la confianza y la política española entraría en la doble contienda electoral del año pasado. Tras el 10-N, las relaciones entre el Gobierno central y el Govern han dado un vuelco. ERC facilitó la investidura de Sánchez, a cambio de que se abra una negociación bilateral. Las relaciones entre unos y otros partidos también se han intensificado. Los comunes y ERC se han dado apoyo mutuo para aprobar los presupuestos de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona y la triple alianza con el PSOE podría llegar al Congreso.
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