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Probablemente sea el momento más delicado del periplo que ha llevado a Juan Carlos I a abandonar España. Junio de 2015. En un salón del domicilio londinense de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, situado en la lujosa zona de Eaton Square, en el barrio de ... Belgravia, la noble alemana se reúne con uno de los personajes más turbios del país, el famoso comisario José Manuel Villarejo, y con el expresidente de Telefónica Juan Villalonga, que es quien ha propiciado el encuentro, ya que su esposa mantiene una estrecha relación con la amiga íntima del rey emérito.
¿Cómo ha llegado el Villarejo de los bajos fondos y de lenguaje tabernario al sofá de la casa de Corinna? Un enemigo común les ha unido: el exdirector del CNI Félix Sanz Roldán. La noble alemana culpa a Sanz, archienemigo de Villarejo, de haber urdido una campaña de desprestigio contra ella tras la abdicación de don Juan Carlos. Pero el excomisario no ha viajado al Reino Unido solo para consolar a la amiga del emérito o para conspirar contra el exdirector del CNI. El policía sabe que desde hace años está en la cuerda floja por sus negocios oscuros y quiere conseguir un salvoconducto que le haga intocable y con el que poder amenazar si alguien le pide cuentas. Un seguro de vida: una grabación de Corinna, de la que ya sabe que ha podido ser usada como testaferro por el exjefe del Estado, en la que confiese todo sobre los supuestos negocios ilícitos de don Juan Carlos. Y Villarejo se sale con la suya. La alemana cae en la trampa y habla sin filtros.
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María Eugenia Alonso
María Eugenia Alonso
Ramón Gorriarán
Aquella reunión ha costado finalmente la imputación de Corinna. Y no solo, porque también Villalonga, Villarejo y el socio de este último, Rafael Redondo, han sido llamados a declarar en la Audiencia Nacional. A priori, aunque solo a priori, esta citación no debería ser especialmente delicada para el emérito. Los cuatro imputados en la denominada 'pieza Carol' del inmenso 'sumario Tándem', sobre las andanzas de Villarejo, están llamados a explicar el 8 de septiembre la supuesta contratación del policía como detective privado para investigar a una asistente española de Zu Sayn-Wittgenstein que estaba supuestamente filtrando datos sobre su vida privada. Eso sí, la empresaria alemana ha sido autorizada a declarar por videoconferencia desde la capital británica.
O sea. ¿Aquella Corinna que logró zafarse incluso de declarar como testigo en el 'caso Nóos' finalmente es citada en España por un simple delito de cohecho porque Villarejo supuestamente estaba usando su condición de policía para hacer negocios privados? Nadie en la Audiencia Nacional cree que un veteranísimo juez instructor como Manuel García Castellón haya decidido abrir la caja de los truenos de un caso tan complejo y delicado como el 'Carol' solo para investigar un pecado muy menor de un excomisario que ya acumula acusaciones que llevan emparejadas cientos de años de cárcel.
El propio García Castellón en su resolución del pasado 27 de julio, en la que imputaba a Corinna, ya avisó que en poder de Villarejo y su socio se encontraron pruebas de «diferentes y variados hechos que revisten la apariencia de infracción penal».
Y entre esas pruebas está la famosa grabación de salón de la casa londinense de la amiga del rey, en la que una Corinna despechada se desahoga y revela que el exjefe del Estado ha cometido todo tipo de irregularidades económicas. Esa grabación, por el momento, no es el objeto de la citación del 8 de septiembre, pero con el tándem Corinna-Villarejo ante el juez el riesgo de que el interrogatorio derive en los negocios del emérito, aunque no haya trascedencia penal, es una posibilidad muy real.
¿Y qué dijo la noble alemana en esas grabaciones? Corinna contó que estaba viviendo una «pesadilla» porque Juan Carlos de Borbón había colocado diversas propiedades en Marruecos y otros países a su nombre y que se las estaba reclamando poniéndolas a nombre de terceros, con lo que podría incurrir en un delito de blanqueo. Es más, que le «estaban haciendo la guerra» por negarse a colaborar en esa estrategia de lavado de dinero.
En la conversación, la empresaria hablaba de las presuntas cuentas que Juan Carlos I tenía en Suiza a nombre de su primo Álvaro de Orleans de Borbón y del abogado Dante Canonica. También de las comisiones de entre 80 y 100 millones de euros que el exjefe del Estado habría cobrado por intermediar en la adjudicación del tren de alta velocidad entre La Meca y Medina en Arabia Saudí a pesar de que ella le había pedido que no lo hiciera. Con todo lujo de detalles, la noble detalló cómo se hizo el pago y como el emérito gestionó su parte, incluidos los movimientos para ocultar esa fortuna.
Entre otras cuestiones, la noble alemana también dijo que el rey emérito sabía que el exdirector del CNI le estaba amenazando de muerte a ella y a su familia; que el emérito pagaba los viajes de la pareja desde una cuenta de Suiza; o que el rey pidió a personas del entorno de Corinna que adelantaran los gastos que luego les eran reembolsados por el emérito desde sus cuentas en el país helvético, en una clara operación de blanqueo.
Desveló igualmente que Juan Carlos de Borbón y sus abogados se reunieron 17 veces con los letrados de ella para tejer diversas maniobras y estrategias cuando Corinna estuvo a punto de ser llamada a declarar en el 'caso Nóos', después de que el socio de Iñaki Urdangarin, Diego Torres, le acusara de haber propuesto una estructura opaca en el extranjero para ocultar los pagos al cuñado de Felipe VI.
Corinna ya ha anunciado, a través de sus abogados, que está dispuesta a colaborar en todo. Al excomisario, en prisión desde noviembre de 2017, solo le importa salir de la cárcel y ya ha amenazado mil veces con tirar de la manta. La mecha de la potencial bomba retardada que suponen las declaraciones de ambos ya está encendida y la onda expansiva podría llegar muy lejos, aunque el rey emérito trate de poner kilómetros de por medio.
En el palacio de la Zarzuela son muy conscientes de que el escenario más optimista de la vuelta de vacaciones es que la comparecencia de Corinna zu Sayn-Wittgenstein y José Manuel Villarejo quedará en simple ruido mediático. Para alivio de la Casa Real no habrá una nube de fotógrafos y cámaras detrás de captar la imagen de la noble alemana haciendo el paseíllo para entrar en el tribunal de la calle Génova porque declarará por video conferencia. En resumen, se trata de aguantar un nuevo chaparrón de horas de análisis de tertulianos.
Pero ni en Zarzuela ni en la propia Audiencia Nacional saben hasta dónde quiere llegar el juez instructor, Manuel García Castellón, con su citación. Y, sobre todo, si el instructor quiere investigar las gravísimas acusaciones que la amiga del rey emérito hizo contra el exjefe del Estado. El magistrado, explican en círculos judiciales, sí que podría indagar sobre la «verosimilitud» de las palabras de la empresaria alemana. Incluso, preguntarle por ello. Pero debería abandonar la investigación si llegara a tener «indicios serios» de que las aseveraciones de Corinna tienen «visos de ser reales».
En ese momento, debería inhibirse en favor del Tribunal Supremo, por la condición de aforado de don Juan Carlos de Borbón, y remitirle toda su investigación, para que determine si hay elementos o no para abrir abrir una o varias causas penales. En el Tribunal Supremo, de hecho, la Fiscalía mantiene abiertas unas diligencias de investigación sobre las presuntas mordidas percibidas por el emérito por el contrato del AVE en Arabia Saudí a un consorcio de empresas españolas.
Hasta ahora, la Fiscalía se ha nutrido exclusivamente de las informaciones procedentes de las autoridades judiciales suizas. Anticorrupción tendría ahora una segunda fuente para corroborar esas sospechas y acelerar la investigación.
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