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Madrid
Martes, 11 de julio 2017, 07:59
Iván Pardo Pena, el individuo que mató a su sobrina en la localidad oscense de Sabiñánigo la pasada semana, lo ha confesado todo. Y parece haberlo hecho sin derrumbarse, con bastante frialdad. Su sobrina Naiara, de 8 años, no se cayó de ... forma accidental por ninguna escalera. Falleció como consecuencia de las múltiples lesiones -edema cerebral, rotura de bazo, golpes y magulladuras por todo el cuerpo-que él mismo le ocasionó durante una mañana, la del jueves, entera de torturas.
Según informó ayer el diario El Heraldo, lo reconoció ya el pasado viernes ante la Guardia Civil durante la reconstrucción de los hechos, que se prolongó durante unas tres horas, y volvió a hacerlo el sábado cuando compareció ante la juez de guardia, que decretó su ingreso en prisión provisional sin fianza como presunto autor de un delito de asesinato.
Pero no es su autoconfesión la única prueba incriminatoria contra el presunto homicida, de 33 años y guardia de seguridad de profesión. Según el periódico aragonés, la niña tenía hematomas circulares en muñecas y tobillos que los médicos del Hospital Miguel Servet de Zaragoza -donde la pequeña falleció el pasado viernes, tras casi 30 horas en estado crítico y muerte cerebral- interpretan como posibles marcas de ataduras.
A ello se suma el hecho de que la menor tuviera ambas rodillas en carne viva, así como con costras anteriores que indicarían que no era la primera vez que la obligaban a permanecer mucho tiempo agachada y con la piernas dobladas en el suelo.
El sospechoso vive con su madre en un piso de la avenida Yebra de Basa de Sabiñánigo. La mujer tiene bajo su tutela a dos nietas, de 12 y 15 años, que también residen con ellos en este domicilio. Según fuentes próximas al caso, Iván Pardo aprovechó que su madre estaba fuera trabajando para perpetrar su inhumana y sádica acción. Pero las que sí estaban en la vivienda eran las otras dos menores, y la más pequeña contó a la Guardia Civil que su tío encerró en una habitación a Naiara durante al menos tres horas: de las 8.00 a las 11.00 del jueves
No constan antecedentes médicos que apunten a que el presunto autor del crimen padeciera algún tipo de enfermedad mental. Tampoco los forenses que le han examinado tras su detención han apreciado trastorno alguno.
Además, Iván Pena lleva muchos años trabajando en el sector de la seguridad privada, lo que obliga a superar un test psicotécnico. De ahí que para todos se haga todavía más incomprensible la violencia con la que este hombre se empleó con la hijastra de su hermano, que se la había confiado unos días para que la cuidara.
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