El silencio de la Moncloa
En el búnker ·
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El presidente del Gobierno pasa la mayor parte del día con su núcleo duro en la instalación subterránea de Seguridad NacionalEn la Moncloa todo es silencio. Los 13 edificios del complejo de 20 hectáreas están vacíos, y de las cerca de 3.000 personas que trabajan en el recinto, apenas unas decenas siguen allí, el resto teletrabaja. Pedro Sánchez y su familia, junto ... al equipo de seguridad, son los únicos inquilinos. A pesar del aspecto fantasmagórico, la actividad es febril. Desde temprano, el Departamento de Seguridad Nacional, más conocido como búnker, es un nido de reuniones y videoconferencias. Esta instalación subterránea, de la que poco se sabe, tiene unos 7.500 metros cuadrados repartidos en tres pisos con capacidad para albergar a 200 personas entre sus gruesos muros. Cuenta con un sistema de comunicaciones seguras que funciona a la perfección. Es un centro de «alta seguridad», explican fuentes gubernamentales. Allí pasa buena parte del día el presidente del Gobierno con los ministros de Sanidad, Defensa, Interior y Transportes que forman, junto a los responsables operativos de sus departamentos, el comité de gestión técnica de la emergencia sanitaria.
Sánchez no ha salido de allí desde el 11 de marzo, salvo para ir a la residencia presidencial y a la sala de conferencias de prensa. Solo se ha dejado ver fuera este viernes para visitar una fábrica de respiradores en la localidad madrileña de Móstoles. «Se le ve como siempre, frío y contenido, aunque se le nota en el rostro el cansancio y el peso de la responsabilidad pero siempre da ánimos», dicen fuentes próximas al presidente.
Un régimen de vida que comparten Salvador Illa, Margarita Robles, Fernando Grande-Marlaska y José Luis Ábalos, que pasan la mañana en la Moncloa y, con frecuencia, vuelven por la tarde para las ruedas de prensa diarias y vespertinas. La estrategia de comunicación pivota sobre la idea de la información continua, con hasta tres y cuatro comparecencias en televisión al día de los cinco jefes operativos y de distintos ministros. Salvo los de Cultura y Universidades todos han pasado por el atril, excepción hecha de las contagiadas vicepresidenta primera y las titulares de Igualdad y Política Territorial. Es el 'Aló Oli' o 'Aló Oliver', bautizado así por los periodistas acreditados en la Moncloa en referencia a Miguel Ángel Oliver, secretario de Estado de Comunicación y que oficia de maestro de ceremonias.
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Otros inquilinos del búnker son el jefe de gabinete, Iván Redondo, Félix Bolaños, secretario general de Presidencia, y el secretario de Comunicación, a los que acompaña un escueto equipo de colaboradores.
La jornada laboral para el jefe del Ejecutivo comienza todos los días con una videoconferencia con el comité de expertos. Después se reúne con los nueve miembros del comité de gestión técnica, los cuatro ministros y los cinco mandos operativos. También conversa con gobernantes europeos y mantiene informado al Rey casi a diario. Pero poco más trasciende.
Nadie quiere contar detalles de cómo es la vida allí dentro. «Lo importante es lo de fuera», dicen fuentes en contacto con los confinados. Por no dar pormenores ni confirman ni desmienten qué miembros de la familia de presidente están contagiados de COVID-19. «Hay muchas familias en nuestro país que están sufriendo una situación semejante, mi familia no es ni más ni menos que cualquier otra», comentó Sánchez el pasado 22 de marzo. Se sabe que su esposa, Begoña Gómez, dio positivo en el test, y al parecer su madre y su suegro también resultaron infectados.
El coronavirus en cifras
Pero la Moncloa, aseguran los expertos, no es un foco de contagio, aunque haya una vicepresidenta, dos ministras y tres de los cinco miembros del comité de expertos de baja. El director de Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, uno de los afectados, sostiene que la situación «no es» excepcional, es el riesgo normal en «cualquier centro de trabajo presencial con contacto estrecho». Aunque no se les vea en público, todos trabajan con mascarillas y guantes, y las medidas de desinfección son extremas.
El régimen laboral del resto de Consejo de Ministros no es muy diferente. Grande-Marlaska, por ejemplo, tras las reuniones en la Moncloa acude a su despacho, donde apenas tiene contacto con una decena de personas, y mantiene tres o cuatro videoconferencias diarias.
El vicepresidente segundo pasa la mayor parte del día en su casa de Galapagar con su compañera la ministra de Igualdad. Irene Montero cuenta que ella y Pablo Iglesias se organizan para «el cuidado de los niños y de la niña», y cuando «echan siestas» son el mejor momento para trabajar y mantener reuniones telemáticas con sus colaboradores. Se trata, añade, de «adaptar los horarios» para mantener «las largas jornadas laborales» anteriores a la pandemia.
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