PSOE y Esquerra acuerdan activar «la vía política» para resolver el conflicto catalán

Dos horas y media de reunión en el Congreso sirvieron a sus protagonistas para constatar que las negociaciones para sacar adelante la investidura de Pedro Sánchez van por buen camino. Al menos eso se desprende del comunicado conjunto que emitieron. Un dato que de por sí es relevante porque en la primera reunión, el pasado jueves, difundieron sendas notas por separado. Hace solo cinco días, Esquerra se cuidó de precisar que su posición se mantenía en el 'no' a la investidura, una advertencia desaparecida en la nota de este martes.

Adriana Lastra, Ábalos y Salvador Illa, por el PSOE, y por parte de Esquerra Gabriel Rufián, Marta Vilalta, y Josep María Jové, presidente del Consejo Nacional del partido, acordaron volver a verse el próximo martes, y, según fuentes cercanas a las conversaciones, la cita podría ser en Barcelona.

Con un lenguaje abstruso, socialistas y republicanos se reafirmaron en que «hay un conflicto político» en Cataluña que deben «resolverlo políticamente». Un objetivo, señalaron en el comunicado, factible porque «han avanzado en la reflexión para activar la vía política». ¿En qué consiste esa vía política? No lo dicen. Solo apuntan que ahora buscan «los instrumentos necesarios» para el «encauzamiento» del conflicto.

Por vía política ambas partes entienden cosas distintas. Para Esquerra, al menos hasta ahora, significa el reconocimiento del ejercicio de autodeterminación, traducción del eufemístico derecho a decidir. Un terreno inabordable para el PSOE, que limita el alcance de sus cesiones al campo estatutario y constitucional. En cambio, parece más asequible que uno de los instrumentos para impulsar esta vía política sea la mesa entre iguales, es decir entre gobiernos. Pero ahí los socialistas juegan con la baza de que para que haya esa mesa es imprescindible la investidura previa de Sánchez, que ahora es presidente en funciones.

No parece descabellado, pues, que la investidura se materialice con las negociaciones abiertas y con el compromiso socialista de continuarlas una vez que Sánchez revalide un nuevo mandato en la Moncloa. Esa es, al menos, la idea que barajan dirigentes del PSOE, que no es esconden su optimismo por la marcha de los contactos.

Los negociadores de Esquerra, sin embargo, sienten en el cogote la presión que llega desde el Palau de la Generalitat para ir más allá. Este martes mismo, la portavoz del Govern, Meritxell Budó, recordó «la necesidad de que en la mesa de diálogo, como punto de partida, por lo menos el primer encuentro esté encabezado por los dos presidentes». Una interlocución que no despierta entusiasmo en la Moncloa, pero que en determinadas circunstancias, con la investidura solventada por ejemplo, sería asumible. De hecho, ya hubo una reunión de gobiernos encabezada por Sánchez y Quim Torra hace un año en el barcelonés palacio de Pedralbes.

Otro caballo de batalla que hasta hace poco era poco menos que innegociable, el calendario, puede dejar de serlo. En el Gobierno y en el PSOE empiezan a asimilar que el desenlace se quede para después de Navidad. En Esquerra ya han demostrado no tener prisa. El acuerdo puede «esperar uno o dos meses», ha dicho el líder republicano en el Parlament, Sergi Sabrià. «Lo importante es que haya un buen acuerdo», replican cautos desde la calle Ferraz, donde se empieza a mirar a mediados de enero. En Podemos, que no está en la mesa, hay, sin embargo, prisa. «La ciudadanía merece que antes de Navidad podamos tener un Gobierno en España», afirmó este martes el portavoz de En Comú en el Congreso, Jaume Asens.

El último párrafo de la nota responde más a las pretensiones socialistas de progresar en «temas concretos» en los que existe «sensibilidad social compartida». Apunta a la sintonía en «la recuperación de derechos civiles, laborales y sociales». Un cajón de sastre en el que tienen cabida muchos asuntos, desde un acuerdo presupuestario a la derogación de la reforma laboral, por citar dos capítulos en los que PSOE y Esquerra tiene puntos de vista próximos.