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Pedro Sánchez regresó ayer de su encuentro en Rabat con el rey Mohamed VI aferrado a una declaración conjunta que certifica el fin de la última gran crisis entre España y Marruecos. Un documento de dieciséis puntos que muestra el camino que ambos países pretenden ... transitar en los próximos meses para consolidar una relación de cooperación «duradera y ambiciosa». El presidente del Gobierno sostiene que se trata de un «hito diplomático». El líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, cree en cambio que no se ha logrado nada que no existiera hace poco más de un año con este o con anteriores ejecutivos.
El documento no ha conseguido cerrar la polémica abierta a raíz del giro que el Gobierno decidió imprimir a la histórica posición española sobre el Sáhara, pero Sánchez dio a entender, en una conversación informal con los periodistas que lo acompañaron en su viaje, que ya contaba con ello. Aun así, en el Ejecutivo defienden que la declaración sí contiene novedades relevantes y subrayan, de manera especial, el compromiso con la apertura de una aduana comercial en la frontera con Ceuta, algo a lo que Rabat siempre se había negado.
El texto no habla, en realidad, de crear ese puesto como tal. Dice que, tras dos años suspendida, «la plena normalización de la circulación de personas y mercancías se restablecerá de manera ordenada, incluyendo los dispositivos apropiados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo». Tampoco habla de fechas.
Apertura de fronteras. Plantea un proceso «gradual» y «ordenado» para personas y mercancías. Sin fecha fija.
Nuevo Tratado. Ambos países se comprometen a actualizar el de 1991 y a celebrar una Reunión de Alto Nivel este año.
Unilateralidad. Unilateralidad.
En Melilla existía una aduana que Marruecos cerró en 2018, con ánimo de ahogar económicamente a las ciudades autónomas, cuya soberanía reclama. En Ceuta, en cambio, nunca la hubo, de manera que «restablecerla» no es posible. Fuentes de Exteriores afirman taxativamente, sin embargo, que el acuerdo incluye a ambas ciudades y que de facto supone el reconocimiento de su españolidad.
La interpretación tiene su peso porque aunque el documento habla de la importancia que tiene para Marruecos el Sáhara y repite esa afirmación que tanto enfado ha provocado en todo el arco parlamentario -que la propuesta de autonomía marroquí es la base «más seria realista y creíble» para resolver el «diferendo»-, no menciona el respeto a la «integridad territorial» al que, en su carta del 14 de marzo al rey marroquí, aludió el jefe del Ejecutivo. Una alusión que durante días se blandió como una suerte de contrapartida.
La ambición del Gobierno es crear un marco que evite que las crisis cíclicas entre España y Marruecos lleguen a su fin. Y asume que el peaje es aguantar ahora el chaparrón de críticas. Por lo pronto, esgrime que ya han empezado a verse signos de normalización: los vuelos de repatriación se han reanudado y la entrada irregular de inmigrantes, que depende del control de las fronteras que quiera ejercer el país vecino, se ha reducido de manera drástica, según Interior.
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Ahora, conforme a la declaración, los dos países iniciarán conversaciones para actualizar el Tratado de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación de 1991 y antes de fin de año se celebrará una una Reunión de Alto Nivel entre gobiernos. Rabat suspendió la última en diciembre de 2020 a días de su celebración.
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