Sánchez y Rufián, durante su último encuentro en la Moncloa en septiembre de 2020. E. P.

Sánchez se encomienda a la «voluble» Esquerra

El jefe del Ejecutivo arriesga para alargar la legislatura con la esperanza de que Aragonès recoja el guante, mientras el PSOE rumia su temor a agudizar el descontento

Domingo, 30 de mayo 2021, 00:54

Pedro Sánchez negó la mayor el pasado miércoles. «El Gobierno tomará una decisión en conciencia a favor de la convivencia de todos los españoles y le puedo asegurar que tomaría la misma decisión que si tuviera 300 escaños», le dijo a Pablo Casado. En la ... dirección del PSOE, sin embargo, no niegan que tras la decisión de conceder el indulto a los doce dirigentes independentistas condenados por su actuación en los acontecimientos vividos en otoño de 2017 hay tanta virtud como necesidad. «Si no lo hacemos, se acabó la legislatura –reconocen–; no podríamos sacar nada adelante en el Congreso».

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Esa cruda realidad, que obliga a buena parte del partido a comulgar sin entusiasmo con el paso que se dispone a dar el Ejecutivo, se entremezcla con otra convicción ampliamente extendida: «Allí (en Cataluña) hace falta esto», dicen. La afirmación tiene sustento en las encuestas. 'La Vanguardia' y 'El Periódico', los dos principales diarios catalanes, publicaron el pasado enero sendos estudios de opinión en los que apuntaban que el 61% y el 72% de los ciudadanos, respectivamente, están a favor de la medida. Según 'El Periódico', además, incluso seis de cada diez votantes no independentistas la veían adecuada.

El problema es que los socialistas son plenamente conscientes de que en buena parte del resto de España, con algunas excepciones en el País Vasco, en la Comunidad Valenciana o en Baleares, el gesto levanta ampollas, que no son pocos los dirigentes que reconocen que, personalmente, el plato les resulta «difícil de digerir» o incluso «traumático» y, sobre todo, que hasta los más proclives al perdón, los que argumentan que es «coherente con la tradición socialista» eso de «arriesgar por una causa superior» aun a sabiendas de que tendrá coste electoral, admiten que la cosa puede salir muy mal si Esquerra, una formación que definen como «muy voluble», se acobarda.

En la dirección del PSC, sin embargo, se muestran optimistas. Defienden que, aunque se mantenga en la retórica de «autodeterminación y amnistía» y haya optado por pactar con Junts per Catalunya y la CUP, el flamante presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ha dado señales de estar dispuesto a canalizar el conflicto por la vía del acuerdo. Aducen, además, que hay que entender que no se puede pedir que de la noche a la mañana el independentismo entone el 'mea culpa' y restan importancia al hecho de que, como volvió a hacer Jordi Cuixart el viernes, los condenados insistan en que lo volverían a hacer.

«Cuando dicen que lo volverán a hacer –alega un destacado socialista catalán– quieren decir que seguirán luchando por la independencia; no creo que quieran decir que volverían a ir a la cárcel, que es lo que pasaría si volviesen a cometer un delito».

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Amortiguar el castigo

Aun así, nadie se llama a engaño. Los socialistas saben que el margen de maniobra de Aragonès es limitado y que ni siquiera en el mejor de los escenarios Sánchez podrá acabar la legislatura como el pacificador de Cataluña. Más que en ese final, las esperanzas están puestas, de hecho, en que la vacunación y la previsible recuperación económica permitan amortiguar el castigo que, a tenor de todos los sondeos, recibirían en las urnas si las elecciones tuvieran que celebrarse en los próximos meses por la falta de apoyos parlamentarios. Hay que ganar tiempo.

Dejando a un lado las críticas del presidente de Castilla La-Mancha, Emiliano García Page, y el histórico Alfonso Guerra. O las advertencias del extremeño Guillermo Fernández Vara o del expresidente Felipe González, lo que piden muchos dirigentes del partido es, precisamente por eso, que, una vez tomada la decisión de indultar, se ejecute cuanto antes para, también cuanto antes, dejar atrás el ruido que evidentemente generará.

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El siguiente paso del Ejecutivo será la reunión de la mesa de diálogo, pero ese marco, pese a haber sido en el pasado fuente de controversia, despierta paradójicamente menos inquietud. Los socialistas sostienen que jamás habrá ni referéndum ni amnistía y que aunque Esquerra les pueda dar algún «disgusto» también está condicionado por su propia dependencia del PSOE. Creen que a la CUP o Junts puede interesarles el «cuanto peor mejor» pero que Aragonès entiende que va en su beneficio no llevar a Sánchez a un límite que pueda abrir la puerta a una victoria arrolladora de la derecha.

Con todo, los más descreídos avisan de que el presidente está comprando «pan para hoy y hambre para mañana». «Desgraciadamente ya hemos entrado en un cambio de ciclo electoral» apuntan fuentes del partido. Por primera vez en cinco años, las encuestas detectan trasvase de voto del PSOE al PP y la desaparición de Ciudadanos dará automáticamente a Pablo Casado una prima de en torno a veinte escaños. «Eso no va a desaparecer», añaden. Otros, en cambio, creen que en política dos años pueden cambiarlo todo.

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