El rey emérito abandona en agosto el hospital tras ser operado de corazón.

El rey Juan Carlos, un año retirado y bajo la lupa

Casa Real ·

Las sombras de sospecha sobre sus negocios en el extranjero empañan su jubilación y ponen al que fuera jefe del Estado durante 39 años en el punto de mira de la justicia

Lunes, 1 de junio 2020, 00:34

Ha llegado el momento de pasar una nueva página de mi vida». El rey Juan Carlos anunciaba hace un año su decisión de abandonar la actividad institucional para poder descansar, llevar una vida lo más sosegada posible, apartada del foco mediático. Parecía lógico cinco años ... después de su abdicación y con una frágil salud de hierro pero detrás de ese anuncio repentino había una última razón de peso que ponía en peligro la estabilidad e imagen de la Corona. Tres meses antes, Felipe VI recibía una carta en la que le comunicaban que figuraba como beneficiario de una sociedad 'offshore' en la que su padre habría ocultado cien millones de dólares en Suiza.

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Los presuntos negocios y comisiones opacas del rey emérito vienen de lejos y eran de muchos conocidos y sospechados pero hasta entonces no habían hecho temblar los cimientos del Palacio de la Zarzuela. Por primera vez las actividades financieras del padre podrían comprometer al hijo. Fue el detonante para que Felipe VI actuara. Había llegado la hora de apartar a don Juan Carlos de la actividad pública y proteger la institución de la sombra del que durante décadas fue su principal valedor. Un adiós sin fastos institucionales y por la puerta de atrás, ya que se limitó a una corrida de toros en la plaza de Aranjuez de la que estuvieron ausentes los Reyes y doña Sofía.

Con la infanta Elena el julio pasado en las regatas de Sanxenxo. EFE

Tras su abdicación, desencadenada por el escándalo Nóos y el polémico viaje a Botsuana, que sacó a la luz la cara más desconocida de don Juan Carlos y su relación con Corinna Larsen, los problemas entre padre hijo habían venido determinados por la decisión de Casa Real de apartar al Rey emérito del protagonismo institucional. Un ninguneo que ha dolido mucho a don Juan Carlos, tanto que llegó a filtrar su enfado tras ser excluido de los actos por el 40 aniversario de las primeras elecciones democráticas. «Han ido hasta las nietas de La Pasionaria», comentó indignado.

Pero, desde que en el verano de 2018 salieran a la luz las grabaciones en las que Larsen afirmaba que el exjefe del Estado la había utilizado como testaferro y en las que hacía referencia al supuesto cobro de comisiones por el AVE a La Meca, las sombras de sospecha sobre los negocios del rey emérito han centrado los desencuentros entre ambos. La revelación motivó la apertura de una investigación en la Audiencia Nacional aunque poco después se archivaron las actuaciones invocando la inviolabilidad del monarca, dado que los hechos se habrían producido antes de su abdicación.

Frentes judiciales

Desde entonces, la espada de Damocles pende sobre el rey emérito y su fortuna. La Fiscalía de Suiza investiga el supuesto cobro de comisiones ilegales por la obra del AVE a La Meca llevada a cabo por un consorcio de empresas españolas. Los investigadores del país helvético siguen la pista por un presunto delito de blanqueo de capitales a 65 millones de euros ingresados en una cuenta de la fundación Lucum, de la que el Rey emérito es beneficiario, y que, según Larsen, se corresponden con una donación que don Juan Carlos le habría hecho en 2012.

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Esas mismas sospechas existen en la Fiscalía Anticorrupción, que ha solicitado ya a Suiza que comparta toda la información sobre las presuntas cuentas en el país del padre de Felipe VI y de su examiga. En el caso de que las investigaciones concluyan que Juan Carlos de Borbón cometió delitos económicos después de su abdicación en junio de 2014, podría ser juzgado por el Tribunal Supremo.

Don Juan Carlos conversa con una invitada durante una entrega de premios en noviembre. EP

Al margen de si se verá afectado a nivel judicial, la imagen del que fuera una de las figuras claves de la Transición está ya salpicada y las investigaciones abiertas han dado munición a los partidos republicanos para pedir que el Congreso investigue sus actividades financieras. La relación con su hijo ha alcanzado además el punto de no retorno. A mediados de marzo, en pleno estallido de la pandemia, la prensa internacional se hacía eco de las informaciones que involucraban a don Felipe en los negocios de su padre y el Rey hacía pública su decisión -firmada ante notario un año antes- de renunciar a una posible herencia futura y de retirarle su asignación oficial.

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Atrás quedan los intentos de la Zarzuela de recomponer la maltrecha imagen familiar. Durante estos doce meses, padre e hijo no se han dejado ver en público juntos ni tampoco han coincidido. La exigencia de transparencia y ejemplaridad a la que Felipe VI se comprometió en su discurso de proclamación está por encima de todo, incluso de los lazos familiares.

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