Ander Azpiroz
El Escorial (Madrid)
Domingo, 23 de abril 2023
El de ayer fue el quinto entierro y la cuarta exhumación de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de Falange fusilado en Alicante nada más declararse la Guerra Civil tras ser sentenciado a muerte por un tribunal de la República. Autodeclarado admirador de Benito ... Mussolini y el fascismo italiano, al hijo del también dictador Miguel Primero de Rivera le tocó la sublevación del 18 de julio de 1936 en uno de los territorios que se mantuvieron fieles a la Constitución de 1931.
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El traslado de los restos de Primo de Rivera corrió a cargo de fondos públicos y estaba anunciado ya desde la aprobación el pasado octubre de la Ley de Memoria Democrática, que prohibe la exaltación de golpistas en lugares públicos. En el caso del líder ultraderechista se producía, según refleja la norma, frente al altar de la basílica del antiguo Valle de los Caídos. Después de las exhumaciones de Francisco Franco y del general Gonzalo Queipo de Llano, la del líder de Falange suponía la gran asignatura pendiente del Gobierno. La extracción de los restos se llevó de una manera discreta, nada que ver con las imágenes de 2018 en las que el féretro de Franco se pudieron ver en televisión con el ataúd del dictador a hombros de sus descendientes saliendo del gran mausoleo de la dictadura. Tampoco hubo en esta ocasión helicóptero ni presencia de miembros del Gobierno. A diferencia de Franco, Primo de Rivera no fue jefe de Estado, se justificó desde Moncloa.
La ley de Memoria Democrática permite que Primo de Rivera permanezca en el antiguo Valle de los Caídos al ser una víctima más por haber muerto fusilado, eso sí, fuera de la basílica franquista y en el terreno no sacro del recinto. No obstante, el fundador de Falange dejó escrito en su testamento su deseo de yacer en suelo católico. La familia no renunció a su voluntad y solicitó una exhumación discreta, una decisión que aceptó el Gobierno. Primo de Rivera yace desde ayer en el madrileño cementerio de San Isidro, donde también están sepultados sus hermanos Miguel y Pilar. El primero fue ministro de Franco y la segunda fundó la Sección Femenina de la Falange.
Los otros entierros de Primo de Rivera
1936 Tras ser fusilado en Alicante por la República, es inhumado en una fosa común.
1938 Es exhumado y enterrado en un nicho del cementerio de Alicante.
1939 Sus restos se trasladan por orden de Franco a la Capilla de los Reyes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, pese al malestar de los monárquicos.
1959 Franco ordena trasladar los restos a la Basílica del Valle de los Caídos.
La exhumación comenzó a primera hora de la mañana. Los operarios estuvieron custodiados por un amplio despliegue de la Guardia Civil, mientras que los periodistas se quedaron a las puertas de acceso al antiguo Valle de los Caídos.
Frente a la entrada de Cuelgamuros apenas se concentraron una decena de simpatizantes de Primo de Rivera y solo uno ataviado con la camisa azul de la Falange. Sí gritaron muy alto a la salida del cortejo fúnebre con las proclamas tradicionales de la ultraderecha y que giraron desde el «José Antonio, presente» al «arriba España».
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El traslado de los restos vivió sus momentos más tensos a la llegada del cortejo familiar al cementerio de San Isidro. En sus aledaños, una centena de falangistas trataron de saltarse el cordón policial pero el amplio despliegue policial no dio pie a más tras practicarse tres detenciones.
El Gobierno socialista, primero, y de coalición junto a Unidas Podemos después, han exhumado a Franco y Primo de Rivera de Cuelgamuros, donde ambos fueron sepultados, cada uno a un lados de altar. Pero sobre el antiguo Valle de los Caídos quedan aún subrayadas asignaturas pendientes. La primera de ellas es la recuperación de los restos de más de cien republicanos muertos en combate o ejecutados que judicialmente reclaman sus familiares. Procesos como el de los hermanos Antonio y Manuel Lapeña llevan paralizados años ante la negativa del Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial, gobernado por el PP, a otorgar una licencia de obra en el templo franquista que permita sus exhumaciones.
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El segundo gran reto comprometido por el Gobierno de Sánchez es desalojar a la orden de los benedictinos que residen en la basílica. Su responsable, Santiago Cantera, ofició ayer una ceremonia en recuerdo de Primo de Rivera. El prior concurrió en el pasado en listas electorales de Falange.
Por último, queda pendiente el proyecto para convertir el rebautizado Valle de Cuelgamuros como un centro de interpretación del franquismo.
Los generales golpistas José Sanjurjo (1872-1936) y Emilio Mola (1887-1937) fueron enterrados en una cripta del Monumento a los Caídos en Pamplona. De ella fueron exhumaron sus restos en 2016 por decisión del Ayuntamiento de la capital navarra, gobernado entonces por Bildu, en aplicación de la Ley de Memoria Histórica de la Comunidad Foral. Los restos de Sanjurjo fueron trasladados en un helicóptero del ejército desde Pamplona hasta Melilla.
Sanjurjo protagonizó un golpe de Estado fallido en 1932, conocido como 'Sanjurjada', tras el que tuvo que exiliarse en Portugal. Falleció en un accidente de avión tras despegar de Estoril rumbo a Burgos, ciudad a la que viajaba para sumarse al levantamiento de 1936 que respaldaron otros militares como el general Mola, también fallecido en accidente de aviación ya en 1937. Supuestos líderes de la rebelión, Franco fue el gran beneficiado de sus fallecimientos, al igual que el de José Antonio Primo de Rivera.
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