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El Rey Felipe VI ha presidido esta tarde el acto de regreso a España del último contingente militar desplazado a Afganistán. Tras casi 20 años de misión en la que han fallecido más de un centenar de miembros de las Fuerzas Armadas, el monarca ... ha acudido a la base de Torrejón de Ardoz (Madrid) acompañado de la ministra de Defensa, Margarita Robles, y del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para recibir a los 24 uniformados.
Se trata de dos oficiales que han estado destacados en los cuarteles generales de Kabul y otros 22 efectivos encuadrados en la misión 'Resolute Support', de la OTAN. Junto a ellos han llegado dos intérpretes que han trabajado junto a los ejércitos.
El pasado 14 de abril, la Alianza Atlántica anunció que la salida completa de Afganistán se realizaría con el 11 de septiembre como fecha tope, coincidiendo con el 20 aniversario de los atentados de de 2001 en Nueva York y el Pentágono. Aunque España aseguró que sus movimientos se realizarían siempre en consonancia con los aliados, la retirada definitiva de las tropas nacionales se ha adelantado unos meses.
La ministra Robles ha intervenido en el acto recordando que «España es un gran país, donde la inmensa mayoría de sus ciudadanos aman la paz y trabajan por la convivencia". "Lo hemos hecho con nuestros aliados, en Afganistán. Somos un país sólido, serio y comprometido con el mundo. La historia está hecha de grandes hechos, pero también de una suma de hechos a lo mejor no tan conocidos; héroes anónimos que con solidaridad y compromiso defienden los valores democráticos», ha señalado en referencia a los militares. De forma posterior, el Rey ha hecho una ofrenda floral a los fallecidos en la misión.
España llegó a Afganistán en enero de 2002 con 350 efectivos, una cifra que ha ido reduciéndose en el último lustro. Los primeros años de misión, bajo los nombres de Libertad Duradera e ISAF, fueron los más activos y a la vez los más dramáticos para las Fuerzas Armadas, que han sufrido un total de 102 bajas en el país asiático, incluido el accidente del Yak-42 en Turquía en 2003, cuando un contingente de 62 militares regresaba de Afganistán.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos llevaron al Consejo Atlántico a aplicar por primera vez en la historia de la OTAN el artículo cinco del Tratado, que supone la respuesta de todos los socios ante un ataque contra uno de ellos. Así nació la operación Libertad Duradera en un país, Afganistán, en el que no existía una estructura de gobierno y el mando lo tenían jefes tribales, mientras que los talibanes mantenían su poder sobre una población cada vez más desatendida y sometida al rigorismo religioso.
Los primeros apoyos de las Fuerzas Armadas españolas se centraron en la asistencia médica, aviones de transporte, buques y helicópteros. Sin embargo, la mayor aportación llegó en el marco de la ISAF (International Security Assitance Force), evolución de la misión Libertad Duradera. Los primeros 350 militares fueron enviados a Kabul y Mazar-i-Sharif, al norte del país, y tres años más tarde España asumió el mando de la base de Herat, donde puso en marcha un hospital de campaña y se hizo cargo del equipo de reconstrucción provincial en Qala-i-Naw, en la provincia de Badghis.
Continuaron con esta tarea durante años, hasta que en 2015 se dio inicio a la misión Resolute Support de la OTAN con el objetivo de dAR asistencia, entrenamiento y asesoramiento a las instituciones afganas. Durante la última etapa, la participación española ha ido reduciéndose hasta que el pasado año, como consecuencia de la pandemia, se replegó al personal no esencial y quedaron en Afganistán los últimos 24 militares, que regresan este jueves junto a dos intérpretes.
El rey Juan Carlos despidió en el año 2002 a los primeros militares que viajaron a Afganistán y su hijo, Felipe VI, ha recibido este jueves en la base de Torrejón de Ardoz a los últimos en dejar el país. En total han sido 19 años y medio en los que las Fuerzas Armadas han realizado 28.000 patrullas, recorrido tres millones de kilómetros y efectuado más de 1.400 misiones de desactivación de explosivos. Unos 27.100 uniformados han pasado por el país en diferentes rotaciones y el coste estimado de la misión asciende a más de 3.500 millones de euros. Aunque el pasado curso apenas alcanzó los ocho millones, durante los momentos de mayor despliegue -más de 1.500 soldados en suelo afgano- el gasto se disparó por encima de los 400 millones anuales.
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