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A. Azpiroz
Miércoles, 23 de febrero 2022, 19:08
1 de junio de 2018. Mariano Rajoy se convierte en el primer presidente del Gobierno derribado por una moción de censura. Pese a la pérdida del poder, el ya ex jefe del Gobierno es despedido por los diputados del PP, la mayoría en el ... Congreso, con un aplauso multitudinario.
23 de febrero de 2022. Pablo Casado acude a la sesión de control al Gobierno en el Congreso, pese a saber que su grupo parlamentario ha firmado un manifiesto el día anterior en el que se exige que abandone la presidencia del PP. Casado sale del hemiciclo entre aplausos de los populares. Solo algún diputado, como es el caso de Cayenata Álvarez de Toledo, mantiene las manos quietas.
Han discurrido tres años y medio entre estas imágemes de Rajoy y Casado. Y, pese a la similitud de la despedida de sus diputados, las circunstancias del adiós son muy diferentes.
Rajoy, recién aprobados unos nuevos Presupuestos, se las veía muy felices con su gobierno en minoría, apuntalado por Albert Rivera y el apoyo externo del PNV. Pero la sombra de la corrupción alcanzó judicialmente al PP. El partido fue condenado por corrupción en el 'caso Gúrtel'. Una culpabilidad rechazada por Rajoy, pero que llevó a toda la cámara, excepto a Ciudadanos, a echarle de la Moncloa en favor de un Pedro Sánchez que alcanzaba la Presidencia tras una larga travesía por el desierto socialista.
El PSOE ofreció a Rajoy retirar la moción de censura a cambio de su dimisión, con lo que el PP mantendría el Gobierno. Fuese verdad o no la promesa del PSOE, el presidente se negó a reconocer cualquier tipo de corrupción durante su mandato, tanto en el partido como en el Gobierno. Al segundo de aprobarse la moción, Rajoy se dirigió al nuevo presidente, le dio la mano y se marchó. El PP no solo le aplaudió en aquellos metros que recorrió a lo largo del hemiciclo, si no que en muchos sectores del partido aún se mantiene que el Gobierno de Sánchez surgido aquel día fue, y es, ilegítimo.
Casado se marchó del Congreso este 23 de febrero tras una interpelación al presidente del Gobierno que muchos dudaron que protagonizaría. Podría haber renunciado a la sesión de control en la que cada miércoles, desde hace más de tres años, se ha batido a cara de perro con Pedro Sánchez. Pero no lo hizo.
El aún presidente del PP dio la cara, pese a saber que la inmensa parte de los 88 diputados populares sentados a su espaldas habían votado el día anterior por defenestrarlo. En realidad, no preguntó nada al presidente del Gobierno. Pronunció un discurso a modo de despedida en el que quiso dejar clara su honorabilidad. La misma que, argumenta el que era su núcleo duro, le llevó a investigar la compra de mascarillas durante el peor momento de la pandemia por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso y de la que se benefició, supuestamente, el hermano de la presidenta madrileña.
Casado se despidió del Congreso entre los aplausos de los mismos compañeros que le dieron la espalda, muchos de ellos sentados en un escaño en el que él los colocó. Y todo esto ocurre, según manifestó su ex número dos Teodoro García Egea, por preguntar por una supuesta irregularidad o caso de corrupción sobre Ayuso.
Los pensamientos de Rajoy y Casado quizá coincidiesen sobre la moqueta del hemiciclo según la recorrían el 1 de junio de 2018 y el 23 de febrero de 2022: «No he hecho nada malo para merecer esto».
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