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Qué fue del programa electoral con el que el PSOE arrasó en 1982
40 años del triunfo de Felipe González

Qué fue del programa electoral con el que el PSOE arrasó en 1982

Los socialistas no crearon los 800.000 empleos prometidos ni sacaron a España de la OTAN, pero la metieron en la UE y universalizaron la sanidad y la educación

Viernes, 28 de octubre 2022, 07:59

Hace cuarenta años, el 28 de octubre de 1982, España asistió a la mayor victoria electoral de su recuperada democracia. El PSOE logró el 48,1% de los votos y 202 diputados. No se han vuelto a repetir estas cifras, tampoco con la mayoría absoluta de Mariano Rajoy en 2011. La campaña electoral también batió marcas: el último mitin de Felipe González congregó a medio millón de personas, cifra que las crónicas de la época convertía en la mayor manifestación política registrada en España. Lo que sucedía en la calle lo corroboraban las encuestas, que anticipaban el arrollador triunfo socialista.

Resultados electorales del PSOE


>50%  40-50  30-40  20-30  >20 

Hubo otras transformaciones en esas elecciones: Alianza Popular se consolidaba en 1982 como partido hegemónico de la derecha, la UCD se hundía y la representación del PCE quedaba limitada a cuatro escaños.

Evolución de PSOE, AP y PP en Democracia


Con ese resultado, los comicios de 1982 supusieron, en palabras de entonces del sociólogo Julián Santamaría, «un auténtico plebiscito en apoyo de la democracia», con una participación que se disparó hasta alcanzar el 80%. La alternancia en el poder ayudaba a la relegitimación democrática, con el hecho -que recuerda la politóloga Paloma Román Marugán- de que por primera vez llegaran al Gobierno un partido y unos candidatos claramente contrarios a la dictadura, ilegalizado y clandestinos, uno y los otros, durante cuatro largas décadas.

Felipe González ganó las elecciones con la campaña 'Por el cambio'. En su programa electoral, el PSOE, desde las líneas iniciales, afirmaba que los primeros gobiernos tras la dictadura habían frustrado «las esperanzas de modernización y de transparencia de las estructuras del Estado, de la sociedad y la economía» y que habían «contemporizado con los grupos más reaccionarios y egoístas». Ya en 1980, González había presentado una moción de censura contra Adolfo Suárez que el socialista perdió por poco margen y que contribuyó a hacer crecer su liderazgo.

Pero el foco del programa electoral estaba en la economía. Tras consolidarse la Transición política, había que afrontar la crisis, un escenario de estancamiento, inflación, desequilibrios fiscales y elevada tasa de paro.

Las grandes medidas del programa

El PSOE marcó como «objetivo prioritario» el trabajo y se comprometía a «crear más de 800.000 empleos netos durante los cuatro años de gestión gubernamental». Fue una promesa que lanzó contra el criterio de los economistas del partido, que advertían de que no iba a ser posible su cumplimiento.

No se pudo detener la escalada del paro. Al término de 1982 había casi 2,3 millones de desempleados, que al final de la legislatura eran casi tres, cifra que se llegó a sobrepasar mediado el mandato de González. La tasa de paro, que finalizaba 1982 en el 16,6%, cuatro años después había escalado hasta el 20,6%.

Pancarta y participantes asturianos en la manifestación celebrada en diciembre de 1988 en Madrid en contra del Plan de Empleo Juvenil elaborado por el Gobierno. JGB/EFE

No se cumplió el objetivo de creación de empleo, pero medidas laborales que se prometieron sí vieron la luz. Así, el programa recogía, en síntesis, políticas que fomentaban una jubilación más temprana o la reducción de la jornada laboral para facilitar la incorporación de los jóvenes al empleo. Entre las actuaciones concretas, se detallaban medidas como la rebaja de la edad de jubilación a los 64 años, que se cumplió a medias con la creación de la modalidad de la jubilación especial a esa edad para fomento del empleo en 1985. También se prometió la creación de los contratos de relevo consistentes en la jubilación progresiva de trabajadores mayores de 60 años y su sustitución por jóvenes, que se hicieron realidad en 1984 con la modificación del Estatuto de los Trabajadores y que también incluyó la contratación temporal para el fomento del empleo, contestada por los sindicatos. Lo que nunca llegó a ser una realidad fue la jornada semanal de 35 horas que se planteaba para el medio plazo ni la ley de huelga comprometida.

Los socialistas aseguraban que se fijaría la jornada laboral legal en las 40 horas semanales y en 30 días las vacaciones anuales. Y fue uno de los primeros compromisos cumplidos: antes de que terminara 1982, el Gobierno ya había remitido al Congreso esos cambios.

El PSOE también se proponía abordar la reconversión industrial que había iniciado tímidamente la UCD cumpliendo las directrices emitidas en 1975 por la OCDE para los países avanzados. Los socialistas, conscientes del retraso español en este área, se planteaban realizar una reestructuración integral de la industria, con el sacrificio de las factorías obsoletas y faltas de competitividad y con el impulso de nuevas actividades.

Un grupo de mujeres de Sagundo encabezan una manifestación celebrada en barcelona en julio de 1983 contra las medidas del gobierno sobre la reconversión de Altos Hornos del Mediterráneo de Sagunto. EFE

Las normas aprobadas en 1983 y en 1986 marcaron la senda legal del proceso y el historiador Luis Enrique Otero valora que al final de la legislatura la política de reconversión industrial había cubierto el 80% de sus objetivos. Otero explica que las medidas permitieron frenar el deterioro del tejido industrial español. Aunque ello se vivió con conflictividad política y social y con damnificados: a consecuencia de las decisiones del Gobierno perdieron su trabajo 83.000 obreros y en la industria la fuerza laboral se vio mermada en casi un millón de efectivos.

En el ámbito tributario, los socialistas querían culminar la reforma fiscal iniciada en 1977 en tres áreas pendientes: imposición patrimonial (regulada definitivamente en 1991), impuestos sobre el consumo y el IVA, este último regulado en 1985 para sustituir el Impuesto General sobre el Tráfico de las Empresas.

En el IRPF, respecto a un debate que ha recuperado actualidad, el programa del PSOE abogaba por la deflactación de la tarifa («se corregirán los efectos de inflación regularmente, con el objetivo de mantener como mínimo la renta real»). La medida se puso en práctica a través de varias leyes de Presupuestos. Aunque la inflación se atacó sobre todo con moderación de sueldos: en la primera legislatura socialista la participación de las rentas salariales en la renta nacional cayó cinco puntos mientras mejoraban en paralelo los beneficios empresariales.

El programa socialista planteaba como objetivo la escolarización de niños y jóvenes comprendidos entre los 2 y los 16 años, con la prioridad de que todos los niños de 4 y 5 dispusieran de un pupitre en la educación preescolar. Además, contemplaba el aumento de la tasa de escolarización para jóvenes de 16 a 18 años, mediante un sistema flexible que incluyera la expansión de la educación permanente o de la formación profesional.

No fue hasta la LOGSE, en 1990, cuando se alargó la educación obligatoria hasta los 16 años desde los 14 años previos. Pero no extendió por debajo de los seis esa obligatoriedad, si bien la norma recogía la garantía de plazas suficientes para niños y niñas de esas edades que quisieran ir a la escuela. Además, entre 1985 y 1996, la tasa de escolarización de los jóvenes entre 16 y 19 años pasó del 52,7% al 71,4%.

En vivienda, el PSOE establecía que la promoción pública sería sobre todo municipal y orientada a facilitar viviendas prioritariamente en alquiler a ciudadanos de bajos ingresos. Y en cuanto a la vivienda pública en régimen de propiedad, estaría afectada por una cláusula de recompra o tanteo en favor de los organismos públicos cuando los adjudicatarios desearan venderlas.

También se establecían objetivos de producción: debía registrarse un ritmo anual de construcción de 145.000 viviendas de protección oficial. Habría de tenderse, en los años siguientes, a levantar 400.000 viviendas anuales en total. A esta última cifra no se llegó hasta el año 2000, para luego, en la época de la burbuja, duplicarla. Y tampoco se alcanzaron en ningún momento las 145.000 VPO, pero nunca se construyeron más viviendas protegidas en España que entre 1982 y 1987, cuando superaron las 100.000, marcándose el récord en 1985 con más de 114.000. Entre 1982 y 1987 la promoción oficial supuso más de la mitad de todas las viviendas que se construían.

La apuesta por el alquiler no se percibió en las estadísticas. Si en 1981 suponía el 20,8% del parque, en 1991 había caído hasta el 15,2%. Y cuarenta años después de las elecciones de 1982, la vivienda social apenas supone el 2,5% del total.

En política sanitaria, los socialistas se comprometían en su programa a crear un servicio de salud integrado y universal y a la promulgación de tres leyes básicas: de Sanidad, del Medicamento y de Sanidad Alimentaria.

El entonces presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Felipe González (2d), y los ministros de Industria y EnergÌa, Joan Majó (i); Sanidad y Consumo, Ernest Lluch (2i); y Defensa, Narcís Serra (d), cabeza de lista al Congreso por Barcelona. EFE

Fue en abril de 1986 cuando se aprobaba la más importante de estas normas, la Ley General de Sanidad. Es el gran legado del PSOE y de su ministro de Sanidad, Ernest Lluch, asesinado 14 años después por ETA. La ley implicaba el cambio de un modelo basado en la cobertura contributiva de los seguros financiados por cotizaciones sociales a una concepción universalista de la sanidad haciendo efectivo el derecho a la salud que contenía la Constitución. Cuando los socialistas llegaron a Moncloa la cobertura no alcanzaba el 80% de la población y con la norma logró ampliarse hasta el 99%.

La Ley del Medicamento se aprobó en 1990. Pero la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición no se completó hasta el año 2011.

El PSOE también prometía la adecuación del Código Penal a la sociedad española. Algunas de las medidas que planteaba desde su programa electoral era la fijación de la edad penal a los 18 años, así como la supresión de las penas cortas privativas de libertad, la derogación de la ley de peligrosidad social -cuyos aspectos más lesivos se habían eliminado en 1978, pero de la que quedarían restos hasta 1995- y, de forma muy destacada, la regulación de la interrupción del embarazo en situaciones como peligro para la vida de la mujer, riesgo de nacimiento con graves patologías físicas o psíquicas y violaciones, que se efectuó a través de una ley de 1985.

También es relevante la promesa de reglamentación urgente de la objeción de conciencia: una norma la reguló, así como la prestación social sustitutoria. Los objetores de conciencia fueron el símbolo de una época.

Además de la promesa de crear 800.000 puestos de trabajo, el otro gran incumplimiento del PSOE tuvo lugar en la política exterior. En el capítulo «relaciones con la Alianza Atlántica», el programa de 1982 reafirmaba la filosofía contraria del PSOE a la política de bloques militares. El partido se comprometía a trabajar por desvincular progresivamente a España en el plano militar del Bloque del Atlántico Norte. Con la victoria electoral y el inicio de los contactos internacionales, Felipe González viró al atlantismo y en 1984 la posición del partido ya era oficialmente defensora de mantenerse en la organización. El Gobierno socialista cumplió su compromiso de convocar un referéndum sobre la permanencia en la OTAN, pero con el PSOE haciendo campaña a favor de seguir en ella.

Felipe González firma el acta de adhesión, ante la atenta mirada del Rey Juan Carlos, y el embajador de España ante las Comunidades Europeas, Gabriel Ferran (c). EFE

El PSOE insistió en que uno de los precios a pagar por entrar en la Unión Europea era mantenerse en la OTAN, premisa que no era enteramente cierta. Pero el hecho es que el Gobierno firmó el tratado de adhesión a la Comunidad Económica Europea el 12 de junio de 1985. La integración efectiva tuvo lugar el 1 de enero de 1986. Fue el mayor éxito de la política socialista de toda la década de los 80 y uno de los hitos de la historia española reciente. En el programa socialista era un objetivo fundamental y tuvo que superar barreras muy importantes; sobre todo los recelos de Francia, ante quien hubo que hacer cesiones en materia agrícola, aunque el saldo de la pertenencia a Europa, tantas décadas deseada, resultó ser favorable al país.

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