Bernardo Montoya (c), a su llegada a los juzgados de Valverde del Camino (Huelva). Raúl Caro (Efe)

El asesino confeso de Laura ingresa en un módulo de aislamiento con un interno de apoyo

La jueza decretó de madrugada el ingreso en prisión de Bernardo Montoya al entender que hay «contundentes indicios de criminalidad» contra él | Se muestra desafiante con los funcionarios en su primer día en la cárcel

Cecilia Cuerdo

Sevilla

Sábado, 22 de diciembre 2018, 02:56

Bernardo Montoya, asesino confeso de la joven Laura Luelmo, volvió a dormir en prisión. La jueza de instrucción 1 de Valverde del Camino (Huelva) ordenó su encarcelamiento, comunicado y sin fianza, acusado de los delitos de asesinato, detención ilegal y agresión sexual ... ante los «contundentes indicios de criminalidad» en relación a la muerte de la chica, de 26 años, cuyo cadáver fue localizado el pasado lunes en un paraje cercano a El Campillo, el municipio a donde se había desplazado hace apenas dos semanas para cubrir una sustitución como profesora. La acusación particular que ejerce la familia ya anuncia que pedirá la prisión permanente revisable, máxima condena prevista en el Código Penal, justo cuando el caso ha reabierto el debate sobre el efecto disuasorio de este tipo de condenas.

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Montoya se encuentra en un módulo de aislamiento del centro penitenciario de Huelva con un interno de apoyo -el único con el que tendrá contacto directo en los primeros días- para reforzar su vigilancia, según han informado fuentes penitenciarias. Instituciones Penitenciarias ha aplicado a Bernardo Montoya el artículo 75 que regula medidas para salvaguardar la vida o integridad física del recluso a través de la adopción de medidas que impliquen limitaciones regimentales, dando cuenta de ello al juez. De este modo, la jueza considera necesaria la medida de prisión por la gravedad del delito, la posibilidad de eliminación de pruebas y el riesgo de fuga, y a fin de evitar el riesgo de que cometa otros hechos delictivos de la misma gravedad que los ahora causados.

Según fuentes penitenciarias, Montoya se está comportando desde el primer momento como «un preso profesional», dirigiéndose en todo momento a los funcionarios «mirándoles a los ojos, desafiante y exigiendo cosas en lugar de pedirlas». Con esa actitud, nada más pasar por el módulo de entrada y dejar sus pertenencias personales, se ha dirigido al funcionario que le custodiaba para pedirle que le diera más mantas de las que tenía asignadas.

Cuando ha llegado a la cárcel, el primer examen señala que se encuentra físicamente bien, «en el mismo estado que cuando salió en octubre», por lo que su paso por la enfermería ha sido de tan sólo unos minutos.

Continúa la investigación

Montoya fue recibido a la puerta del juzgado con gritos de «asesino», una indignación que ya había sufrido a primera hora de la mañana cuando abandonó los calabozos de la Comandancia de la Guardia Civil de Huelva en dirección a Valverde. Sin embargo, tuvo que permanecer toda la jornada en el cuartel de esta localidad a la espera de que los agentes que investigan el caso concluyeran el atestado policial. La jueza levantó el secreto de sumario poco antes del inicio de la declaración apelando a esos indicios contundentes de criminalidad y la necesidad de «preservar» la práctica de ciertas diligencias «a fin de no perjudicar la investigación». Tras más de cinco horas de declaración, la jueza decretó su ingreso en prisión sin fianza ante la solidez de las pruebas acumuladas por la Guardia Civil.

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Una contundencia a la que apeló la letrada de la familia para anunciar, horas antes de la declaración judicial, que aunque aún tenía que estudiar el sumario con la Fiscalía, no tenía duda de que reclamarían la pena de prisión permanente revisable para Montoya. La abogada quiso además trasladar un mensaje de agradecimiento de la familia de la chica «por el respeto brindado».

Mientras tanto, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil continúa la investigación tratando de confirmar con qué objeto fue golpeada la joven en la cabeza y cuando fue conducida al paraje de Las Mimbreras donde fue hallado su cadáver el pasado lunes. De momento, las pesquisas han ido desmontando una a una las explicaciones dadas por Montoya sobre la agresión, y confirman no solo que hubo agresión sexual, sino que además se produjo en la casa del detenido, que trató de eliminar el rastro limpiando con lejía.

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El cadáver de Laura Luelmo fue localizado a mediodía del lunes por un vecino que paseaba por el monte. Todas las sospechas apuntaban en una misma dirección, y se confirmaron el martes, cuando agentes de la Guardia Civil detuvieron a Bernardo Montoya, un hombre de 50 años de edad y recién salido de prisión tras cumplir varias condenas por homicidio y robo con violencia sobre quien la chica había expresado cierta inquietud por el modo en que la miraba.

Montoya se derrumbó en el interrogatorio y contó una versión acerca de lo sucedido con la joven que la investigación ha ido desarmando evidencias sólidas. Frente a lo sostenido por el detenido, los agentes encontraron en su vivienda, colindante con la de Laura Luelmo, restos de sangre y ADN que dejaban claro que Montoya agredió sexualmente a la chica en la casa y la golpeó causándole diversas contusiones. Posteriormente envolvió el cuerpo en una manta y lo introdujo en su coche, conduciéndola hasta la acequia donde fue encontrada.

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Aunque la Guardia Civil ha podido recomponer parte del trayecto y ha hallado una bolsa de plástico con las pertenencias de la chica, así como la manta donde fue envuelta, aún sigue buscando el móvil para determinar la ruta que siguió y los tiempos. Entre las incógnitas sin resolver por el momento está saber cuándo la abandonó en Las Mimbreras, posiblemente aún con vida, dado que la autopsia ha certificado que murió dos o tres días después de su desaparición.

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