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OLATZ BARRIUSO
Bilbao
Martes, 25 de julio 2017, 12:50
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recibió la semana pasada en el palacio de La Moncloa al lehendakari, Iñigo Urkullu, una cita largamente esperada y aplazada durante meses y que finalmente se produjo hace escasos días, según ha podido saber El Correo.
La reunión, concertada y celebrada en el más absoluto secreto, se suma así a la larga tradición de encuentros discretos entre ambos mandatarios, que solo han hecho públicas dos de las ‘cumbres’ en la residencia presidencial. La primera, cuando Rajoy acababa de asumir el cargo y Urkullu era aún presidente del PNV; y la segunda, el 30 enero de 2013, ya con el dirigente jeltzale como inquilino de Ajuria Enea. En otras cinco ocasiones ambos se han citado sin luz ni taquígrafos.
En ese tiempo, Urkullu y Rajoy han mantenido una relación fluida y no han perdido el hilo directo, aunque no sin altibajos, más acusados durante el período de mayoría absoluta del PP, una etapa en la que el presidente vasco se quejó amargamente en público de la falta de respuesta de Moncloa a sus reivindicaciones.
Todo cambió en la presente legislatura, en la que el PNV se ha convertido en pieza clave en el Congreso para la estabilidad del Gobierno del PP y ha apoyado, a cambio de jugosas contrapartidas como el histórico acuerdo sobre el Cupo, los Presupuestos de 2017 y el techo de gasto de 2018. Significativamente, el PNV ya había deslizado que para entrar a negociar las Cuentas del próximo año necesitaba constatar la «voluntad política» del Ejecutivo central para propiciar una relación fluida y «bilateral» con el Gobierno vasco, además de su disposición a ir completando el Estatuto.
En ese clima, y con varias espadas de Damocles sobre la cabeza de Rajoy -singularmente, el desafío independentista catalán y su citación judicial como testigo en la ‘Gürtel’ de mañana- se produjo el encuentro la semana pasada, la misma en la que el Gobierno central propició importantes y simbólicas fotografías, como la firma de la Ley Quinquenal del Cupo.
El lehendakari acudió a la capital sin comunicárselo prácticamente a nadie y ayer Lehendakaritza evitó pronunciarse sobre un encuentro que tampoco desmintió. Así, la cita engrasa, un poco más, las ya fluidas relaciones entre Madrid y Vitoria, afianza el clima de entendimiento entre PNV y PP y sirve de pista de despegue a la próxima negociación presupuestaria, en la que la reivindicación de las traspasos de la gestión del régimen económico de la Seguridad Social y de Prisiones tendrán un papel fundamental.
Aunque no han trascendido los contenidos de la cita, hay pocas dudas de que el incendio político provocado por la huida hacia delante del president Puigdemont al convocar un referéndum ilegal el próximo 1 de octubre centró buena parte de la charla. No en vano, el encuentro ha llegado justo tres semanas después de que Urkullu se dirigiese por carta a Rajoy, el pasado 28 de junio, para plantearle dos reivindicaciones urgentes.
En primer lugar, que se replantee su rechazo a la ley vasca de abusos policiales y, sobre todo, que se abra a debatir sobre el modelo de Estado y sobre una eventual reforma territorial que dé respuesta a las reivindicaciones «nacionales» de Euskadi y Cataluña. Una reclamación que Urkullu planteó tras reunirse con Puigdemont y que el PSOE alienta, mientras el PP mantiene su mutismo al respecto.
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