Siete paradas de metro separan las estaciones madrileñas de Lavapiés y Moncloa, un viaje que se salva normalmente en 14 minutos pero que a Podemos le ha costado recorrer justo seis años. El 17 de enero de 2014 se presentaba en el Teatro del ... Barrio de Lavapiés como un partido que prometía articular políticamente el malestar de las plazas del 15-M, allí se dieron cita unos desconocidos Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero o Íñigo Errejón. No eran los primeros que respondían al desafío lanzado por algunas voces que animaban a los 'indignados' a «participar del juego de la representación política», pero sí serían los que más éxito acabarían teniendo. Aunque con el tiempo han perdido poder parlamentario -solo en 2019 pasaron de 71 escaños a 35 en el Congreso- ahora han «tocado el cielo» con cuatro ministros (dos de ellos de sus confluencias y uno independiente) y una vicepresidencia del Gobierno de España.
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Este ascenso sin precedentes ya tuvo un comienzo prometedor, las elecciones europeas de mayo de 2014. Los sondeos no parecían augurar más de un diputado para la nueva formación de izquierdas, pero estos basaron parte de su estrategia en el poder de los medios y en exprimir a sus líderes en tertulias televisivas de distinto signo. Además, llamaron la atención con el uso de términos como «casta». Tanto, que hasta optaron por usar una foto del propio Iglesias para identificar sus papeletas. El resultado, 5 escaños con el 7,9% de los votos. Una sorpresa mayúscula que empezó a poner en duda la hegemonía del PP y el PSOE. «Hay mucha gente que cuando recuerda esas elecciones dice 'las Europeas que ganamos'. No las ganamos, pero la sensación era de victoria. Llegamos en el momento preciso», explica a este periódico el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, que fue uno de aquellos cinco primeros eurodiputados de la formación morada.
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Miguel Ángel Alfonso
El partido empezó a crecer en los sondeos. En enero de 2015 el CIS les situaba por encima del PSOE en intención de voto y se superó la cifra de los 200.000 miembros (por entonces, la tercera formación con más fuerza). Pero la de Podemos también es una historia de luchas internas. Así llegó a la primera Asamblea Ciudadana, Vistalegre 1, en la que Iglesias y Errejón se enfrentaron a la facción liderada por Echenique y Teresa Rodríguez -del grupo de los anticapitalistas- que proponían darle más peso a la participación de las bases y descentralizar el mando. Al final se optó porque todas las decisiones pasasen por el secretario general para convertir a Podemos en «una máquina de guerra electoral» y se pactaron alianzas con confluencias como En Comú Podem o las Mareas.
Estos postulados se pusieron a prueba en las generales de diciembre de 2015, que auparon a Podemos al tercer puesto con 69 diputados y 5,2 millones de votos (a tan solo 300.000 del PSOE). Sin embargo, pese a intentar un pacto con los socialistas para gobernar, se repiten las elecciones. Iglesias mira entonces a Izquierda Unida, que obtuvo el respaldo de un millón de papeletas, con la que acabará forjando una alianza que se mantiene hasta el día de hoy. Pero los resultados en las generales de junio de 2016 no son los esperados, aunque suman 71 escaños, no han conseguido protagonizar el ansiado 'sorpasso' al PSOE.
En febrero de 2017, con Mariano Rajoy en la Moncloa, se llega a Vistalegre 2, el congreso que dividirá definitivamente a Errejón y a Iglesas. El primero propone moderar el partido para abrirlo a un mayor número de votantes, pero el segundo acaba ganando el control de Podemos de forma mayoritaria. Los gritos de «¡unidad, unidad!» de los asistentes no cierra la herida, que acabará con la salida de Errejón del partido en enero de 2019 y la fundación de Más País como escisión.
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No es el único terremoto que sacude a Podemos. La compra en mayo de 2018 de un lujoso chalet en Galapagar (Madrid) por parte de Iglesias y la número dos del partido, Irene Montero, provoca una fractura interna. La dirección somete a plebiscito la continuidad de ambos, que reciben el apoyo de las bases.
2019, en cambio, será el año del triunfo. Pese a perder apoyo popular, Podemos logra evitar el descalabro en los comicios del 28-A y del 10-N (42 y 35 escaños respectivamente). Durante el verano negocia un gobierno de coalición con el PSOE, vencedor de las elecciones, que no termina por precipitarse hasta el 12 de noviembre, con la firma de un preacuerdo. El pasado 7 de enero, entre lágrimas, Iglesias y Echenique celebran el éxito de la investidura. Han hecho historia.
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