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Madrid
Miércoles, 5 de febrero 2020, 14:28
Pocos minutos después de las 17:00 horas del pasado lunes, el capitán Roberto García Macías recibió la orden de ponerse a los mandos de un caza F-18 para comprobar el estado de un avión comercial que sobrevolaba las inmediaciones de Madrid con daños ... en su tren de aterrizaje. Tras una inspección «a conciencia», los daños visibles desde el exterior le tranquilizaron, ha asegurado.
Este miércoles, el capitán ha tenido oportunidad de relatar su misión más mediática en una comparecencia en la sede del Ministerio de Defensa acompañado por el Jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire (JEMA), general Javier Salto, y el jefe del Ala 12 en la que está destinado, el coronel Jerónimo Domínguez Barbero; todo bajo la atenta mirada de la ministra Margarita Robles.
Según han explicado, el Ejército del Aire es el responsable de la vigilancia y control del espacio aéreo en la zona de soberanía española. Para ello, tiene organizado todo un entramado de unidades y escuadrillas que le permiten estar alerta y disponible las 24 horas del día los 365 días del año.
También hay unidades del Ejército del Aire encuadradas en Enaire, el gestor de la navegación aérea comercial. A través de ellas es desde las que llegó la petición de que un avión militar inspeccionara los daños que tenía el Air Canada que había declarado la emergencia con 180 pasajeros a bordo.
Las autoridades militares evaluaron entonces las diferentes alternativas, teniendo también en cuenta la urgencia de la situación, y decidieron activar un caza del Ala 12 que despegó a las 17.40 horas, poco menos de 40 minutos después de autorizar la operación.
El general Salto ha sostenido que este tiempo para estar en el aire se puede considerar «excelente», ya que implicó la preparación de un avión con todas las garantías y disponibilidad de un piloto que realizara la maniobra.
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En cualquier caso, el Ejército del Aire es capaz de reducir estos tiempos hasta menos de 15 minutos en caso de emergencia. Para ello hubiera sido necesario disponer de alguno de los aviones que están en alerta permanente a disposición de la OTAN, algo que no se consideró necesario en el caso del Air Canadá.
Pese a la expectación que había en tierra, el capitán García Macías ha asegurado que la misión no entrañaba una dificultad especial porque era similar a ejercicios que practican con asiduidad. «Después de años de experiencia, las cosas salen solas».
Así, el el capitán adaptó su velocidad a la del Boeing de Air Canadá, entre 200 y 220 nudos, y se colocó a escasos metros para analizar los daños y comprobar que solo una de las ruedas tenía el neumático dañado.
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