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Mateo Balín y cristian reino
Madrid | Barcelona
Martes, 19 de febrero 2019, 07:25
Jordi Turul, el exconseller de Presidencia de la Generalitat para el que la Fiscalía pide 16 años de prisión por rebelión y malversación, no es el más brillante orador ni el mejor estratega ni va sobrado de carisma. Nacido en Parets del Vallès (Barcelona) ... en 1966, siempre ha sido un hombre de partido y en la sombra. Fiel escudero de los líderes convergentes, primero con Jordi Pujol, luego con Artur Mas, Oriol Pujol y finalmente con Carles Puigdemont. Su virtud ha sido ser capaz de sobrevivir a los ocasos de unos y otros. Fue el más 'pujolista' del partido, tambíen el más 'masista' y en los últimos tiempos pocos en el PDeCAT le ganaban en entusiasmo por Puigdemont. Es un superviviente nato.
Según la Fiscalía, «impulsó» la movilización ciudadana desde sus funciones de portavoz del Gobierno catalán. Asimismo, «diseñó y gestionó» la inserción publicitaria del referéndum y «coordinó» infraestructuras informáticas para votación y reclutamiento de voluntarios para la celebración del referéndum del 1 de octubre de 2017, declarado ilegal por el Tribunal Constitucional.
Será interrogado desde las 10 de la mañana en la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, una semana después de que le tocase el turno al exvicepresidente Oriol Junqueras y el exconsejero de Interior Joaquim Forn.
En su escrito de defensa, el abogado del procesado, Jordi Pina, combina la denuncia del «proceso político» con la batalla jurídica. Un punto intermedio entre el letrado de Junqueras (Andreu van den Eynde) y el de Forn (Xavier Melero), que el jueves pasado desplegaron dos estrategias opuestas para tratar de salvar a sus clientes. El primero fue extrictamente política y el segundo, técnico-jurídica, es decir, más pegada a los hechos acusatorios.
Pina, defensor de Turull, también representa a los políticos del PdeCAT procesados, Josep Rull y Jordi Sànchez. Tiene experiencia en el Supremo, porque llevó la defensa de la exconsejera Irene Rigau en el juicio de la consulta del 9-N de 2014 y la de Jordi Montull, socio de Fèlix Millet, uno de los principales implicados en el saqueo del Palau de la Música.
En lo personal, Turull siempre presume de vallesano y de 'perico', lo que imprime un rasgo de personalidad especial. Fumador empedernido, ascendió de la mano de Oriol Pujol, de quien fue mano derecha y leal colaborador. Turull siempre defendió la inocencia del hijo de Jordi Pujol, al que acompañó hasta las puertas del tribunal cuando acudió a declarar como imputado por el caso ITV. «Es la reencarnación del 3%», han llegado a decir de él desde la oposición.
Del sector más radical, Turull se plantó en persona en julio de 2017, al poco de ser consejero, en las puertas del Palau de la Generalitat para impedir la entrada de la Guardia Civil para recabar información sobre el caso 3%. «Estamos ante un dirigente sectario», apunta un antiguo colaborador en la entoces CiU.
Ligado a Convergència desde los 17 años, comenzó como concejal en Parets (Barcelona) y se presentó a la alcaldía hasta en tres ocasiones. Pasó por la Diputación provincial y dirigió el Instituto Catalán del Voluntariado antes de lograr su escaño en el Parlament, donde fue nombrado portavoz de CiU en 2010. Fue un estrecho colaborador de Puigdemont en el Govern, ya que ejerció de portavoz y consejero de Presidencia. Trató de sucederle en marzo de 2018 cuando estaba en libertad provisional, pero no recabó el apoyo de la CUP.
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