S. Rodríguez
Sábado, 12 de octubre 2024, 11:45
Con una puntualidad digna del protocolo de Zarzuela, a las once de la mañana llegaron a Neptuno los dos vehículos con las enseñas de la Casa Real, carmesí en el caso del Rey y azul en el de la princesa de Asturias. Les recibieron ovaciones y pocos aplausos. Los asistentes tenían las manos ocupadas con los paraguas. Porque también la lluvia quiso ser invitada al desfile militar de Día de la Hispanidad.
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Felipe VI lució en esta ocasión el uniforme de gala del Ejército de Tierra (alterna cada año con los de la Armada y Aire), mientras que la princesa Leonor viste el uniforme de gala de color azul marino de la Armada, donde actualmente está enrolada en la Academia de Marín. Padre e hija aguantaron estoicamente la lluvia mientras saludaban a las autoridades y formaban para escuchar el himno nacional. También el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Mientras, la reina Letizia, con gabardina y bolso y zapatos rojos, y la ministra de Denfensa, Margarita Robles, y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, se protegían bajo los paraguas del agua.
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Antes de iniciarse el desfile, como sucediera el año pasado, el del debut de Leonor en la formación militar y también en el posterior besamanos que sigue al desfile militar, el Rey y la Princesa acudieron a colocar la corona de laurel en memoria de los militares caídos, bajo la bandera de España que, a diferencia de años anteriores, por las inclemencias del tiempo, lo descendió con una paracaidistas. A Leonor se le vio más segura y resuelta en otro gran día para ella, en el que ascendió otro escalón en su camino hacia el trono.
Iniciado el desfile, los gestos de complicidad entre padre e hija fueron continuos. Expectación máxima de la heredera al trono por ver a alguno de sus compañeros desfilar ante ella y el resto de autoridades. Se habrá preguntado, seguro, si alguno de ellos participaría posteriormente en la recepción en el Palacio Real. Aún frescas en la retina su cara de sorpresa hace un año cuando se encontró con un grupo de cadetes, compañeros entonces de la Academia Militar de Zaragoza.
Una vez en palacio, en el besamanos, con el Rey ya vestido de civil, la reina Letizia se despojó de su gabardina para lucir un vestido rojo de largo midi. La princesa de Asturias, por su parte, se mantuvo uniformada para saludar a casi 2.000 personalidades de todos los estamentos de la sociedad, comenzando por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que en esta ocasión no estuvo acompañado de su esposa, Begoña Gómez.
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Los últimos en pasar a saludar a los Reyes y a la Princesa, ha sido una representación de la Escuela Naval de Marín,.
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