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El viaje de Pablo Iglesias junto al Rey para participar en la toma de posesión de Luis Arce, delfín de Evo Morales, como presidente de Bolivia ha provocado más de un susto en la Moncloa. El primero fue su decisión de impulsar, junto al ... expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, una declaración que de forma indirecta arremete contra el líder opositor venezolano, Leopoldo López, atribuyéndole la condición de golpista. El segundo, una entrevista concedida a un diario argentino en la que afirma que «elcomportamiento de determinados poderes mediáticos» es una amenaza que los demócratas deben combatir.
«Lo hemos visto en España, en Argentina, en Bolivia, y lo estamos viendo en Estados Unidos: Donald Trump es un producto de eso. Con algunos líderes como Alberto Fernández y Lucho Arce estamos trabajando en un documento para señalar que la mayor amenaza para nuestros sistemas democráticos es la ultraderecha y el comportamiento de determinados poderes mediáticos que desprecian la verdad. Los demócratas tenemos que agruparnos, estar unidos y defendernos de esta amenaza», remarca.
El planteamiento, que en realidad no es nuevo, pone al Gobierno de Pedro Sánchez en una situación incómoda, justo cuando se afanaba por apagar el fuego generado por la publicación, el pasado jueves en el BOE, de la orden ministerial que desarrolla el «Procedimiento de actuación contra la desinformación»; un texto por el que se crea un órgano de supervisión al que no se atribuyen funciones concretas pero en el algunos juristas ven un peligro potencial para la la libertad de expresión y el derecho a la información.
La vicepresidenta Carmen Calvo volvió hoy a la carga en su intento de desmentir cualquier vicio autoritario. «Se trata de hacer algo que ya se está haciendo en Europa: luchar contra ataques externos, que los tenemos como los tienen otros países; no tiene nada que ver con la libertad de prensa», dijo. «Este Gobierno no tiene mácula con los medios de comunicación», añadió en un acto de su partido, en el que echó en cara al PP que hable de la creación de un «orwelliano Ministerio de la Verdad» y que pretenda involucrar a Bruselas.
El ala socialista del Gobierno es consciente de que la polémica no sería la misma si la orden hubiera sido aprobada por un Ejecutivo monocolor del PSOE. Pero el hecho de que el líder de Podemos haya expresado en varias ocasiones posiciones favorables al control mediático lastra su discurso. En 2014, Iglesias decía abiertamente, y así aparece recogido en el libro 'Conversación con Pablo Iglesias' del periodista Jacobo Rivero, que «los medios de comunicación, por lo menos una parte, tienen que tener mecanismos de control público».
Eso hizo que el Ejecutivo tuviera que redoblar hoy sus ya ímprobos esfuerzos para acotar el objetivo del plan gubernamental. La ministra de Defensa, Margarita Robles, lo hizo dejando constancia de una visión muy distante de la del líder de Podemos . «A ningún Gobierno, y mucho menos en democracia, le corresponde velar por lo que dicen los medios de comunicación en ningún caso», afirmó en un programa de Antena 3. «Otra cosa absolutamente diferente –añadió para justificar la iniciativa diseñada en la Moncloa– es lo relativo a la desinformación a nivel de las instituciones europeas y dentro del marco de las amenazas híbridas que de manera organizada y maliciosa pretenden poner en cuestión instituciones democráticas. Ante eso ningún país, y la Unión Europea lo ha dicho, puede estar desarmado».
Robles aprovechó, de paso, para argumentar que la agenda diplomática desarrollada por Iglesias en Bolivia no compromete ni expresa en modo alguno la posición del Gobierno sobre asuntos como el de Venezuela. «El viaje tenía un objetivo, que era asistir a la toma de posesión del presidente de Bolivia, y España estaba encabezada por su máximo representante, el jefe del Estado; vicepresidente iba como un invitado especial, también la ministra de Asuntos Exteriores. Ese era el principal objetivo y lo que luego haya hecho Iglesias –adujo– le compromete a él».
También la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, se esmeró en marcar distancias respecto a la 'Declaración de La Paz' promovida en Bolivia por el vicepresidente Iglesias junto a otros gobernantes y exgobernantes de izquierdas. González Laya afirmó en Onda Cero que considera «una persona muy valiosa» y «con una larga trayectoria por la democracia, la libertad y los derechos» a Leopoldo López (quien, según el líder de Podemos, «no ha apostado por las vías democráticas y pacíficas en su país»). «Yo, como soy diplomática, me atengo a las convenciones diplomáticas», dijo.
Sánchez quiere desempeñar un papel importante en la solución de la enorme crisis política venezolana, pero su estrategia pasa por no elegir bandos, a pesar de que en febrero de 2019 llegó a reconocer a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela. La agenda paralela del vicepresidente en su primer viaje oficial con el Rey distorsiona el mensaje y los equilibrios en los que hasta ahora había procurado moverse el presidente del Gobierno en materia exterior.
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