Iceta defiende una España «unida y diversa» dentro del marco constitucional

Pedro Sánchez, antes de anunciar este martes los dos relevos ministeriales, estuvo reunido en su despacho de la Moncloa con Iceta. El presidente del Gobierno ha confiado a su nuevo ministro de Política Territorial la tarea de normalizar las relaciones con los soberanistas y rebajar la crispación en Cataluña, la misma que había encomendado a Salvador Illa en la cartera de Sanidad antes de que estallase la pandemia.

El líder del PSC sabe que cuenta con el respaldo del presidente, y en su primera intervención tras prometer este miércoles el cargo ante el Rey hizo una declaración de principios en defensa de la pluralidad de una España a la que «quiere y ama». Evitó adentrarse en los terrenos pantanosos de la plurinacionalidad, que antes de ser ministro no rehuía, y tampoco aludió a la reforma federal de la Constitución, que siempre ha defendido, y se limitó a expresar su «compromiso» con la Carta Magna.

Iceta -que dio los buenos días en castellano, catalán, euskera y gallego y estuvo arropado por varios ministros, ninguno de Podemos, y la presidenta del Congreso- hizo un discurso distendido (con cariñosas alusiones a la presencia de su hermana y su tía Rosa Mari), pero medido, sin renunciar a los panteamientos que ha defendido antes de formar parte del Consejo de Ministros, pero con palabras pacíficas.

Rechazó tanto el inmovilismo constitucional del PP como la intransigencia independentista de Esquerra Republicana y Junts per Catalunya. Es posible avanzar, dijo, en la solución de los conflictos y las diferencias mediante el diálogo porque «la experiencia demuestra que no hay fortaleza más sólida que la que surge del acuerdo». Una profesión de fe pactista que en estos momentos tiene un desarrollo difícil por la campaña electoral en Cataluña, con el consiguiente encastillamiento de los independentistas en sus posturas más maximalistas y la rotunda negativa de PP y Ciudadanos a explorar cualquier vía de entendimiento.

Las palabras de Iceta pusieron de manifiesto que ha llegado al Ministerio para buscar cauces de entendimiento en materia territorial y constitucional con la oposición y con los soberanistas, pero también dejaron claro que va a ser un puntal en la campaña para las elecciones del 14 de febrero, salvo disposición en contrario del Tribunal Superior de Cataluña. Entre quienes acudieron a su toma de posesión estaba el candidato Salvador Illa, y la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera, y aunque el ministro no citó las elecciones catalanas, el elefante, como se dice últimamente, estaba allí.

El PP brindó una fría acogida al nuevo ministro, al que recordó que hace cinco años se desgañitaba pidiendo a Sánchez que acabara con su partido. «¡Pedro, mantente firme, líbranos de Rajoy y del PP, por Dios, líbranos de ellos!», dijo Iceta en un mitin en 2016. Teodoro García-Egea, secretario general de los populares, no se cerró de todos modos a llegar a «pactos de Estado» siempre que se garantice «la igualdad de los españoles».

Tampoco gustaron sus palabras en Ciudadanos, un ministro nombrado por Sánchez «para agradar a sus futuros socios en un tripartito con Esquerra Republicana y los comunes», según su candidato para las catalanas, Carlos Carrizosa.