Generación de aquel 97
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9- Los hijos de 1997 ·
«Mi madre me daba el pecho llorando a lágrima viva». Cinco veinteañeros cuentan lo que saben del crimen y piden que se explique en los colegiosAinhoa Muñoz
Lunes, 10 de julio 2017, 06:17
No lo sabían, pero llegaron al mundo mientras Euskadi lloraba un asesinato que sacudió la conciencia colectiva de toda una sociedad hasta entonces atemorizada. Hoy, la generación del 97, la generación vasca post Miguel Ángel Blanco, intenta proyectar en su mente unas imágenes inexistentes en su memoria. Solo pueden limitarse a evocar aquellas escenas de angustia y dolor, la estampa de una rabia sin precedentes y de absoluta contrariedad que revolvió el estómago a todo un país sumido en una cruel pesadilla.
Por su edad, los protagonistas de estas páginas no pueden contar con el suficiente bagaje personal para comprender lo incomprensible, las décadas de terror provocadas por ETA. Pero a ninguno de ellos se le pasa por alto cómo la organización terrorista acabó con la vida de un joven cuyo único delito fue ser concejal del Partido Popular. ¿O era del PSOE? El goteo de información que han recibido a lo largo de su vida sobre el cautiverio de las 48 horas más largas de la historia del País Vasco ni siquiera les permite confirmar con certeza que, efectivamente, Blanco militó en el PP hasta que cuatro personas sin alma –tres terroristas y su cómplice– le robaron la vida.
Paula Soroeta, Odei Martín, Olatz Lizarraga, Juan Arriaga y Paula Munguia pertenecen a esa generación de jóvenes guipuzcoanos sin la huella de aquellos días convulsos, pero eso no les hace ser menos conscientes de la necesidad de seguir construyendo el edificio de una paz irreversible. «Fue una barbaridad». «¿Cómo pudieron?». «Es increíble que sucedieran cosas como aquella». Sus reflexiones, entre incrédulas e inocentes, nacen de quien no logra entender cómo alguien pudo apretar el gatillo mientras toda una sociedad gritaba colérica contra ETA. Aunque para eso tampoco hace falta tener solo dos décadas de vida.
Paula Soroeta. Estudiante de Comunicación
Las dos Paulas, Odei, Olatz y Juan hablan de Miguel Ángel Blanco como si el concejal fuese un personaje casi irreal, lejano, histórico. «Me suena», «creo», «he oído» o «me han contado» se suman a la misma coletilla –¿no?–, en busca del beneplácito que respalde su versión sobre el secuestro y asesinato del corporativo de Ermua. «Lo mataron porque le pidieron dinero y no lo pagó, ¿no?». Hasta en dos ocasiones se sucede esta misma –y equivocada– reflexión. Y sin embargo, hay tres palabras que, sorprendentemente, coinciden en pronunciar: punto de inflexión. Para estos cinco jóvenes, el asesinato de Miguel Ángel Blanco supuso un antes y un después en la reacción de la sociedad vasca y española contra ETA, o al menos eso les han contado. «Siempre me han dicho que aquello fue como el principio del fin de ETA», asegura Paula Soroeta.
Esta joven donostiarra, estudiante de Comunicación, nació el 8 de julio de 1997, en plena vorágine de terror. «Mis padres siempre me han contado que cuando nací, aún en el hospital y cuando iban a visitar a mi madre, no se hablaba de otra cosa». Mientras Paula lloraba recién nacida en una habitación del hospital, Urgencias se había convertido en un caos para tratar de salvar la vida al edil. Pero esto no superó las 24 horas.
Juan Arriaga. Estudiante de prótesis dental
El padre de Paula, periodista, conoció de primera mano la realidad cotidiana de compañeros amenazados y obligados a contar con la protección de guardaespaldas. «Aunque yo personalmente no me haya enfrentado a ningún atentado, mi aita siempre me ha contado, a raíz de su trabajo, cómo algunos compañeros vivían con escolta... Y cada vez que llega mi cumpleaños, inevitablemente se recuerda a Miguel Ángel Blanco», cuenta. Olatz no esconde su malestar, e incluso su rabia, al hablar sobre edil del PP. «Se me ponen los pelos de punta. Este hombre debió de estar...uff... ¿Y su familia? ¿Y toda la gente que le rodeaba? Es un horror», se lamenta.
Para ella, la memoria de Miguel Ángel Blanco constituye el «reflejo» de lo «trascendental» que fue para la sociedad vasca. Si no hubiese sido así, continúa, «20 años después no le estaríamos recordando».
Olatz Lizarraga. Estudiante de Comunicación
«Creo que los que apenas recordamos, los que nacimos a partir del 97, somos unos auténticos privilegiados». Con esta contundencia reflexiona Juan, que aún no ha entrado en la veintena. No le cuesta admitir que conoce la historia de Miguel Ángel Blanco «de refilón». Por eso, lamenta que aún hoy los colegios «no informen sobre lo que ha pasado en Euskadi».
Recuperar esa memoria histórica es, precisamente, el punto neurálgico de una charla que se retrotrae a un pasado de hace apenas dos décadas. Y todos van a una: «En las aulas nos podrían haber hablado de esto», se quejan, «solo conocemos el nombre de Miguel Ángel Blanco por lo que nos han contado en nuestras casas o viendo la televisión». «En clase de Historia, sí, estudiamos un poco cómo se creó ETA, incluso se menciona el asesinato de Carrero Blanco. ¿Por qué el de Miguel Ángel Blanco no?», se pregunta Olatz.
Odei MartínEZ. Estudiante de Ciencias Políticas
A Odei, que tenía tres meses de vida cuando el 10 de julio las primeras páginas de los periódicos anunciaban el chantaje al que ETA pretendía someter al Gobierno de Aznar, solo le viene a la cabeza la imagen que su madre le ha relatado tantas veces: «Ella, dándome el pecho y llorando a lágrima viva». No hay aniversario del asesinato que la ama de Odei no le recuerde. «Me cuenta que jamás ha llorado tanto por la muerte de alguien que no conocía...», rememora. «Hasta entonces, pudo llegar a entender que algunas personas justificaran, pero a partir de ahí fue un rechazo absoluto a cualquier acción cometida por ETA», sigue.
Paula Munguia. Estudiante de Derecho y Comunicación
Paula Munguia, mientras tanto, intenta comprender cómo se vivió aquella situación: «No se puede ceder a los chantajes a los que sometió ETA al Gobierno, pero tampoco sé qué solución se podía haber dado para salvar a la persona que habían secuestrado», manifiesta. Y continúa, segura: «Creo que a través de la educación, a través de la Historia, nos deberían inculcar valores. Que ETA deje de ser un tabú para que nada parecido a esto vuelva a ocurrir», zanja.
Si hay algo para lo que no encuentran respuesta es por qué a pesar de que han transcurrido ya 20 años desde el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco –y más de un lustro desde el cese del terror–, la organización terrorista aún no ha anunciado su disolución. Por ello, consideran esencial cerrar definitivamente el capítulo de la violencia y que la organización hoy desarmada dé garantías de que no se repetirá.
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