Un día después de que Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso escenificaran su pacto de cooperación para contener la propagación del virus, quedaron al descubierto las dificultades para aparcar la pugna partidista. Podrá haber colaboración entre administraciones, en este caso entre el Gobierno central ... y el de la Comunidad de Madrid, pero eso de la tregua entre fuerzas de distinto signo ideológico parece ser cuestión diferente.
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Amaneció la dirección del PP con la petición de un gesto a los socialistas: «desapuntarse» de la manifestación que sindicatos, asociaciones y partidos de la izquierda han convocado el domingo para protestar contra las medidas restrictivas aprobadas por el Gobierno de la Comunidad de Madrid en algunas áreas sanitarias. Que el PSOE figurara entre los proponentes despertó la irritación en las filas populares, donde ayer se exigía al presidente del Gobierno desautorizar una marcha que tiene como objeto denunciar un «claro tinte segregador» en las decisiones de Díaz Ayuso.
Horas después, los socialistas movieron ficha. Comparten la reivindicación. Suscriben el manifiesto. Pero no llamarán a la movilización ciudadana por el contexto de delicada situación epidemiológica. «No son momentos ni tiempos -zanjó el portavoz del PSOE en la Asamblea regional, Ángel Gabilondo- para hacer aglomeraciones de personas».
En la misma línea se expresó el Gobierno, sujeto este martes a la recomendación de que en las zonas con más contagios se reduzca la movilidad a la mínima expresión e insistente en el mensaje de que la lucha contra la pandemia es la prioridad frente a otras consideraciones de las fuerzas políticas. Esa idea pareció ser la continuidad del discurso de Sánchez 24 horas antes: «Es tiempo de unidad, ya vendrán momentos de debate partidista». Pero, prácticamente a la misma hora, en el Congreso, la portavoz del PSOE recuperó el tono profundamente crítico del fin de semana.
Adriana Lastra puso el foco en las zonas que se han confinado en la Comunidad de Madrid, algunas de las de menor renta per cápita, habló de estigmatización de las mismas y advirtió de que no abandonará el «discurso de clase». «La última aportación de la derecha -llegó a sostener- es unir clase trabajadora con virus y enfermedad. No es nuevo, pero nunca pensamos que volveríamos a escuchar algo así en nuestro país».
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No fue el único reproche que partió de los socios del Gobierno de coalición al Ejecutivo autonómico. El vicepresidente segundo y líder de Podemos, Pablo Iglesias, censuró un intento de «criminalizar la pobreza» y distinguió entre las tareas del Gobierno y su parecer sobre la gestión de Díaz Ayuso. «Estamos obligados a cooperar y asistirles, pero eso es una cosa y otra bien distinta es compartir lo que están haciendo PP, Ciudadanos y Vox en la Comunidad de Madrid», afirmó en RTVE. Su formación también ha suscrito el manifiesto de la protesta del domingo.
Las diferencias afloraron, especialmente, en el Congreso. Ni Lastra se desmarcó de la marcha a la que no acudirá el PSOE como partido ni la portavoz del PP en la Cámara baja creyó que la decisión de los socialistas vaya más allá de la mera «cosmética». «El PSOE -replicó Cuca Gamarra- no pasa la prueba del algodón de lo que es la lealtad y la responsabilidad en estos momentos».
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Pero si los populares se colocaron en la Comunidad de Madrid el traje de Gobierno, en el Congreso dejaron claro que son oposición. La comisión que ha solicitado el PP para investigar la gestión del Ejecutivo central frente al virus pasó hoy su primer trámite parlamentario. Su propuesta no cuenta ahora mismo con los respaldos suficientes para salir adelante, pero el PP cree que «ahí sí que hay cosas que revisar».
Horas después, la formación conservadora retomó el tema en la sesión de control del Senado. El clima no fue en absoluto distinto. El PP habló de las «mascarillas 'fake'», de la «descoordinación» del Gobierno con las comunidades autónomas y del «decontrol» en las cifras de fallecidos. «Sánchez -afeó la popular Salomé Pradas- es más de revisar el pasado para tapar su negligente gestión del presente».
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No hubo alto el fuego. La vicepresidenta Carmen Calvo recogió la referencia y remató: «De la memoria democrática, tiempo habrá. A lo mejor es la última oportunidad que tienen ustedes para dejar de ser tardofranquistas de una vez por todas».
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