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Alberto Núñez Feijóo ha convocado las elecciones gallegas el 5 de abril coincidiendo con las vascas. El presidente de la Xunta lo ha anunciado en una comparencia después de presidir una reunión extraordinaria de su Ejecutivo, al que comunicó su decisión en relación a la ... fecha electoral gallega.
El presidente gallego no culpó a Cataluña de la decisión pero era evidente que la sombra del proceso independentista ha estado muy presente en sus decisiones. «No condicionan las elecciones gallegas, pero sí han influido las vascas», argumentó el presidente de la Xunta, que recordó que los comicios en ambas comunidades se han celebrado a la vez en 2009, 2012 y 2016, y no había razón para que 2020 fuera la excepción.
Feijóo destacó que se presenta a las elecciones con los deberes hechos, es decir conlos presupuestos respectivos aprobados y la mayor parte de la agenda legislativa aprobada. También apuntó al criterio de ahorro. «Teníamos la disyuntiva de 54 días de periodo electoral o seis o siete meses de campaña, y lo más beneficioso es optar por la primera alternativa», dijo.
Pero aunque ya sea un tópico, Cataluña (el elefante en la habitación) estaba ahí a pesar de los esfuerzos de ambos por obviar su abultada presencia. La campaña en Cataluña, cuando Quim Torra ponga fecha a las elecciones, va a ser una prueba de fuego para la solidez del acuerdo entre el PSOE y Esquerra.
Vistos los antecedentes, los republicanos se van a ver acorralados por JxCat con acusaciones de traidores a la causa independentista por un acuerdo con los socialistas que no reportará beneficio alguno a la causa soberanista. Si Esquerra cede a esa presión, muy efectiva en términos electorales como se ha visto en anteriores ocasiones, es posible que se traduzca en una ruptura del acuerdo con Pedro Sánchez y el consiguiente naufragio de los Presupuestos Generales del Estado, clave de bóveda de toda la legislatura.
Con ese clima, la distorsión y la radicalización en las campañas electorales en Euskadi y Galicia sería inevitable. Es lo que menos conviene a dos gobernantes como Urkullu y Feijoó, que han hecho de la moderación y del diálogo dos señas de identidad de su gestión. Un ambiente crispado es para el nacionalismo radical, EH Bildu en el País Vasco y el BNG en Galicia, el medio en que mejor se desenvuelve.
El presidente de la Xunta tiene como objetivo reeditar la mayoría absoluta, la única que tiene el PP en una comunidad. Si no lo consigue tendrá muchas dificultades para gobernar porque el acuerdo socialistas, morados y nacionalistas no tendría muchas dificultades para fraguar. Por todo ello, Feijoó no quiere unas elecciones en su casa contaminadas por el 'guerracivilismo' catalán y por sus consecuencias para la estabilidad del Gobierno de España.
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