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Diana Quer.
Descubren cuál fue la última llamada de Diana Quer antes de desaparecer

Descubren cuál fue la última llamada de Diana Quer antes de desaparecer

'Espejo Público' desvela que el móvil registró una última llamada después de avisar por WhatsApp a un amigo que alguien la molestaba: «Me estoy acojonando»

leonoticias

León

Martes, 5 de septiembre 2017, 13:52

Un minuto después de mandar el último mensaje de whatsapp, Diana Quer realizó una llamada telefónica,. A las 2.43 horas. Así lo indicaron en el programa de Antena 3 ‘Espejo Público’.

«Me estoy acojonando. Un gitano me está llamando». El último mensaje registrado ... en su WhatsApp es a las 2.42 horas de la madrugada del 22 de agosto de 2016, la noche en que desapareció. Se lo envió a un amigo suyo de Madrid, que le preguntó que qué le había dicho: «Morena, ven aquí». Un minuto después, Diana realizó la llamada. Poco más tarde fue asaltada. Es la hora clave que los investigadores marcan como momento de conflicto. Plantean una probable discusión con tres sospechosos. Es ahí cuando Diana Quer pudo emprender la huida a la desesperada y cuando hizo esa última llamada.

Pero, ¿con quién quería contactar? No llamó ni a la Policía, ni a la Guardia Civil, ni a su madre, ni a su padre y ni tan siquiera a su hermana. Diana llamó a Zaira, la hija de Guti y Arancha de Benito, lo que no se sabe es si fue intencionadamente o no.

El móvil siempre fue la clave

El pasado abril el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de la localidad coruñesa de Ribeira decretó el sobreseimiento «provisional» del caso sobre la desaparición de Diana Quer. Adujo que la falta de evidencias, el estancamiento de las investigaciones y la ausencia siquiera de un solo sospechoso le obligaban a dar carpetazo, por el momento, al caso.

Aquella decisión judicial al principio fue un verdadero jarro de agua fría para los cinco expertos de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que viven por y para averiguar la suerte que corrió la chica. Luego, sin embargo, aquel sobreseimiento se ha ido convirtiendo en una suerte de acicate para esos agentes que se han conjurado para buscar la «pista imposible» que dé con el paradero de aquella joven que desapareció hace ahora un año (la madrugada del 22 de agosto de 2016) cuando volvía sola a casa desde las fiestas de la localidad de A Pobra do Caramiñal. «Igual para el juez es caso cerrado, pero la Guardia Civil nunca tira la toalla», afirman en la UCO, la unidad de investigación de élite del instituto armado que casi desde el principio se hizo cargo de la investigación y que, a pesar de la sobrecarga de trabajo, ha decidido mantener a un puñado de sus mejores expertos dedicados casi al cien por cien al caso. Viven en Madrid, pero todas las semanas se desplazan a la Comandancia de la Guardia Civil en La Coruña y varias veces al mes viajan a la comarca de O Barbanza para trabajar sobre el terreno.

Los mandos de la UCO admiten que probablemente se enfrentan a uno de los casos de desaparición más difíciles de la historia reciente. Es muy complicado encontrar otra desaparición en la que existan tan pocas pistas y no haya ni sospechosos. En realidad, los cinco expertos solo trabajan con el único hecho confirmado tras un año de investigaciones: el iPhone 6 de Diana, la joya tecnológica de la que nunca se separaba, fue encontrado por un mariscador el 26 de octubre en una orilla de la ría de Arousa, en una zona cercana al puerto de Taragoña, en un área que está entre el muelle de esta pequeña población y el puente de la autovía que va hacia Barganza, a solo quince kilómetros de A Pobra do Caramiñal.

En realidad toda la investigación «sigue pivotando» sobre ese móvil, ante la ausencia de testigos fiables que vieran a Diana pasadas las 2.45 horas de aquel 22 de agosto, cuando la chica se dejó ver volviendo a casa sola. En A Pobra apenas hay cámaras de seguridad, por lo que esa herramienta tampoco ha podido ser usada.

La principal línea de investigación desde el hallazgo del móvil sigue siendo que Diana pasó, al menos, por Taragoña (en un coche) aunque esta localidad no era su destino o el de la persona que la habría retenido. La carretera que une este pueblo con A Pobra, la AG-11, desemboca unos kilómetros más allá en la AP-9, que puede conducir en menos de una hora a Santiago de Compostela o en 70 minutos a la frontera portuguesa. Pero las cámaras de tráfico de esa autovía, de noche, no distinguen ni el modelo ni el color de los vehículos. Mucho menos, los rostros de los ocupantes.

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