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«¿Qué va a hacer el Rey de España a partir de ahora? ¿Va a firmar esos indultos?» Las preguntas de Isabel Díaz Ayuso durante los prolegómenos de la concentración en la plaza de Colón quedaron en el aire. Una protesta que no fue tan ... multitudinaria como la de hace dos años, pero suficiente para llenar la espaciosa plaza y algunas calles aledañas, sobre todo la de Génova.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, la dirigente más vitoreada junto a Santiago Abascal, lanzó sus interrogantes y añadió otro para responsabilizar a Pedro Sánchez del supuesto brete para Felipe VI: «¿Le van a hacer cómplice de eso?» Pablo Casado, a su lado en las puertas de la sede del PP, ni pestañeó. Y es que esa pregunta merodea desde hace tiempo entre los dirigentes populares. El pasado 26 de mayo, una fuente próxima al líder del PP afirmó «no puede ser que el Gobierno le haga firmar esto al Rey de España» e hizo «responsable» a Sánchez de colocar al jefe del Estado en esa tesitura.
Una disyuntiva que no es tal porque la Constitución señala en su artículo 61 que corresponde al Rey rubricar «los decretos acordados en el Consejo de Ministros», y los indultos serán decretos. En ese mismo apartado se recoge que compete al monarca «ejercer el derecho de gracia con arreglo a la ley». No se conocen precedentes en España (lo hubo en Bélgica) de que el jefe del Estado se haya negado a ratificar una decisión del Consejo de Ministros.
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José Antonio Guerrero
La de Ayuso fue una declaración inesperada en una protesta atípica. Convocada por una plataforma cívica, Unión 78, y alimentada en diferente medida por los partidos de la oposición. Vox echó la casa por la ventana, fletó autobuses, y acudió su dirección al completo. El PP participó con el freno echado, no movilizó a sus militantes y Casado apareció arropado por sus referentes en Madrid, Ayuso y el alcalde José Luis Martínez Almeida, pero sin la compañía de sus barones territoriales. Ciudadanos ni eso, Inés Arrimadas y un puñado de dirigentes naranjas estuvieron a título personal. Los tres líderes ni se saludaron, cada uno estuvo en una punta de la concentración, ni se hicieron fotos, como en 2019. Casado ni pisó la plaza, y aún así tuvo que escuchar algún que otro abucheo. Un «Pablo Casado, nos has abandonado» interrumpió sus declaraciones en la calle Génova. También Arrimadas se llevó suyo: «Traidora, te quedan dos telediarios».
Pero los líderes del PP y Ciudadanos no podían faltar en la protesta contra unos indultos que cuentan, según las encuestas, con el rechazo mayoritario de la sociedad, y dejar todo el protagonismo a Vox. Aun así, Abascal fue el triunfador político de la jornada. Él sí estuvo en la plaza, se hizo fotos con medio mundo, se dejó ver cerca del escenario, donde también estaban el escritor Mario Vargas Llosa y la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo, que no pararon de recibir muestras de apoyo de los asistentes.
El acto, que comenzó con una hora de retraso por problemas con la megafonía, no reventó Colón como hace dos años. 25.000 asistentes calculó la Delegación del Gobierno, que cifró en 45.000 la afluencia de 2019. El diario 'El País' subió a 60.000 y la Policía Municipal de Martínez Almeida habló de 126.000 personas. No fue un pinchazo, pero había menos gente que en la anterior edición. Una participación inferior comprensible si se tiene en cuenta que fue un domingo canicular en Madrid y que el PP no movió a su parroquia.
El calor ambiental subió unos grados entre los congregados con el discurso encendido de Rosa Díez, que como cabeza visible de Unión 78 cerró el acto. «Un Gobierno que insulta, como nos ha insultado hoy a más de medio país, tachándole de ultraderecha, no es un Gobierno para todos sino que es excluyente, sectario y peligroso», clamó la exdirigente del PSOE y exlíder de UPyD. Y prosiguió: «Nos hemos unido ciudadanos de todas las ideas, orígenes y credos para frenar la deriva de un Gobierno inepto, parasitario y autoritario y para decir alto y claro ¡basta ya!». Díez avisó además al Gobierno que la de ayer no será única respuesta de «la buena gente» a los indultos porque «volveremos aquí y en otras plazas de España, siempre que sea necesario salir a la calle para defender la democracia». Antes que ella hablaron el escritor Andrés Trapiello y Yeray Mellado, líder de la organización constitucionalista catalana S'ha acabat, que se tuvieron que conformar con unos tibios aplausos.
Los líderes del PP, Vox y Ciudadanos no subieron al escenario, se limitaron a unas breves declaraciones previas que fueron una puja de críticas al presidente del Gobierno. Casado, ante la sede del PP, retó a Sánchez «a mirar a la cara» a los españoles y explicarles por qué «vende» la unidad de España con tal de seguir en la Moncloa. Abascal, en la plaza, junto a la estatua de Blas de Lezo, dijo no tener «vergüenza a ninguna foto» solo a la de Sánchez con «el comunismo, el separatismos golpista y los terroristas». Arrimadas, en la Biblioteca Nacional, acusó a Sánchez de «mentiroso».
La protesta se cerró con el himno nacional entonado por un trompetista en medio de un silencio sepulcral.
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