«La Cumbre de Madrid debe representar el futuro; debe proporcionar la convicción, la guía y los instrumentos necesarios para que nos adaptemos a esta nueva realidad estratégica y caminemos con determinación hacia un futuro en el que nuestras sociedades puedan sentirse seguras y vivir ... en paz». Felipe VI ofreció este martes una cena de gala a los jefes de Estado y de Gobierno participantes en el cónclave que este miércoles y el jueves reúne en Madrid a cuarenta delegaciones internacionales. Los Reyes dijeron sentirse «honrados» y, en su discurso de bienvenida, pronunciado integramente en inglés, Felipe VI recordó que «nunca antes este Palacio había abrazado y sentado a un número tan grande de los principales líderes mundiales a la vez».
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Recordó, eso sí, que hace 25 años, «también en tiempos de intenso cambio y remodelación... no solo en Europa», Madrid acogió su primera Cumbre de la OTAN y el Palacio Real abrió sus puertas a los participantes. Don Felipe no estuvo en aquella cena que contó con don Juan Carlos y doña Sofía como anfitriones; entonces, él fue el encargado de presidir, en el Pardo, la que se ofreció a los ministros de Asuntos Exteriores. «Hoy, la realidad geoestratégica ha cambiado radicalmente. Ahora somos testigos y experimentamos la fusión de amenazas antiguas y nuevas».
El Rey se refirió, como era de esperar, a «la agresión injustificable de Rusia contra Ucrania», una «violación flagrante de la integridad territorial de un Estado soberano. Ningún país es ajeno a esta guerra», dijo. Y enumeró algunos de los desafíos a los que se enfrenta la sociedad. «El optimismo estratégico de 1997 debe dar paso no al pesimismo, sino al realismo estratégico», pidió Felipe VI, quien destacó que «la unidad ha sido la clave del éxito de la OTAN a lo largo de su historia y hoy tiene un valor particular».
La magnitud de los desafíos que enfrentamos, insistió, «exige que extendamos esta unidad a toda una serie de socios estratégicos con quienes compartimos valores, principios y metas». De ahí que destacara la presencia de Australia, Corea, Japón y Nueva Zelanda –«cuatro países geográficamente distantes de Europa, pero extraordinariamente cercanas en valores y principios»– y también, pero por cuestiones bien distintas, de Finlandia y Suecia, cuyos representantes escucharon sus palabras con la satisfacción de saber que Turquía había levantado su veto y que, por tanto, saldrán de Madrid como miembros de la OTAN.
Tras el brindis de rigor, los 58 invitados degustaron un menú, elaborado por Paco Roncero, que tuvo como plato principal merluza con salsa menier, tapioca y huevas de trufa. Antes, un variado aperitivo que constó de aceituna esférica, brioche de atún rojo a la mostaza antigua, ceviche de corvina de leche de tigre, air bag de picaña, bogavante con sopa de aceite y pomelo rosa, tortilla de camarón, sardina marinada con salsa romescu, taco de ternera glaseada, gilda de salmón ahumado, croqueta de gamba al ajillo, kikos con guacamole, buñuelo de bacalao y gazpacho al aceite de albahaca.
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María Eugenia Alonso
Miguel Ángel Alfonso
María Eugenia Alonso
De postre, Paco Roncero, el cocinero madrileño que en 2014 inauguró en Ibiza el restaurante Sublimotion, considerado el más caro del mundo, ofreció una espuma de coco con granizado de menta y fruta de la pasión.
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