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El reconocimiento de Palestina como estado por parte de España que se aprobará el próximo 28 de mayo en el Consejo de Ministros tendrá una fuerte carga simbólica, pero provocará muy pocos cambios de calado. La realidad es que poco cambiará en las relaciones diplomáticas con Palestina, aunque sí puede acarrear problemas con Israel.
El Ejecutivo de Pedro Sánchez, por el momento, no tiene intención de abrir como tal una embajada en Ramala, en Cisjordania. Aunque la situación de seguridad en esta franja, a diferencia de Gaza, sí que permitiría la puesta en marcha inmediata de una legación diplomática de máximo nivel, como tienen 40 de los 130 países del mundo que han reconocido a Palestina, Exteriores ha planeado que sea que el cónsul general en Jerusalén, el diplomático Alfonso Lucini, quien representará a España ante el nuevo Estado.
En realidad, es una función que Lucini ya viene desarrollando de manera informal pues bajo su mandato, en la práctica, ya están también Gaza y la propia Cisjordania. Alfonso Lucini también se ocupa de la gestión de la denominada Obra Pía de Tierra Santa, el conjunto de propiedades del Estado español en suelo palestino.
Dejar en manos de Lucini la representación diplomática ante el 'nuevo' Estado, no obstante, sí supone una asimetría respecto a Israel, país en el que sí se tiene una embajada y una embajadora, en la ciudad de Tel Aviv.
Aunque la lejanía con Ramala, donde reside el presidente palestino Mahmud Abás y es la sede del Gobierno de Fatah, podría complicar las gestiones diarias, el Ejecutivo de Sánchez cree que dejar en manos del Consulado General de España en Jerusalén la representación ante Palestina tiene una fuerte carga simbólica, ya que su sede se encuentra en la zona este de la ciudad, un territorio ocupado por Israel que la comunidad internacional considera capital de Palestina. Suecia ya eligió esta misma opción en 2014 cuando reconoció a Palestina y dejó la representación en manos del cónsul de Estocolmo en Jerusalén. Turquía también se decantó por esta opción.
La otra contraparte, la representación de Palestina en Madrid, tampoco cambiará mucho. En 2010, el presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero ya decidió elevar el rango de la representación palestina en España (que entonces era solo una misión) al de Embajada. En su edificio de la Avenida de Pio XII en Madrid, la placa reza «Embajada».
Pero no solo el edificio. Desde entonces, el jefe de la legación tiene la categoría de embajador. El actual embajador palestino, Husni Abdel Wahed entregó al rey Felipe VI las «cartas credenciales» (en su caso, al no ser un Estado, «un mensaje del Presidente de Palestina») en la misma ceremonia oficial a la que acude el resto de los embajadores. En los últimos meses, tras la invasión de Gaza, tanto Sánchez como el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, se han encontrado con Abdel Wahed, al igual que han recibido al embajador de Israel. Abdel Wahed disfruta de todas las inmunidades y privilegios de una embajador y la sede de Madrid también.
Por otro lado, la decisión de Sánchez. sin duda, va a tener efectos diplomáticos con Israel, con quien se tiene en la actualidad en relación muy fría después de las críticas de varios miembros del Gobierno acusando de genocida al Ejecutivo de Tel-Aviv. Este mismo martes Israel llamó a consultas a su embajadora en Madrid, Rodica Radian-Gordon, ya que considera que el reconocimiento de Palestina como Estado es una recompensa a Hamás y a sus atentados de octubre.
La embajadora Radian-Gordon ya fue llamada a consultas el pasado 30 de noviembre a raíz de unas declaraciones de Pedro Sánchez en las que cuestionaba que Israel estuviera respetando el Derecho Internacional Humanitario en su ofensiva militar en Gaza. A principios de año, Rodica Radian-Gordon volvió a España después de que el nuevo ministro de Exteriores hebreo considerase que había habido «un cambio a mejor» en el discurso de nuestro país respecto al conflicto y por «la importancia de las relaciones entre Israel y España».
Más allá de las consecuencias en Palestina e Israel, Moncloa espera que el reconocimiento conjunto de España, Irlanda y Noruega tenga un efecto dominó en la UE y anime a otros países europeos (como Malta, Eslovenia, Bélgica o Portugal) a dar el paso. Actualmente solo ocho de los 27 socios reconocen al Estado palestino: Chipre, Hungría, Polonia, Bulgaria, República Checa, Rumanía, Suecia y Eslovaquia.
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