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La pátina de unidad con la que Pablo Casado buscaba revestir al Partido Popular en la convención nacional –que se está celebrando a lo largo de esta semana– quedó algo deslucida este miércoles con la ausencia de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel ... Díaz Ayuso, en la parada que la comitiva itinerante hizo en su feudo. Ninguno de los líderes populares presentes en el acto acertó a explicar por qué una de sus figuras emergentes se encontraba, justo ahora, de viaje en Estados Unidos. «Lo agendó hace un mes, desde aquí le mando un abrazo», reconoció tibiamente el propio Casado.
Pero entre los asistentes al auditorio Reina Sofía de la capital corría el runrún de que faltaba una intervención telemática o, al menos, un simple saludo grabado de la presidenta. Detalles que demuestran que el «problema» por el control del PP madrileño existe y ya no lo ocultan ni los propios barones de la formación. Con ese mismo término se refirió a la cuestión el presidente de la Junta Andalucía, Juanma Moreno. «El problema se va a solucionar por los cauces del partido. No le veo más calado y trayectoria», zanjó desde Sevilla, donde hoy recalará la convención nacional del partido.
En una jornada anómala (el lunes, en Santiago de Compostela, participó Alberto Núñez Feijóo, y el martes, en Valladolid, lo hizo Alfonso Fernández Mañueco) esta vez le tocó ejercer la función de barón al alcalde de la capital y portavoz nacional del partido, José Luis Martínez Almeida, que inauguró la jornada en un coloquio junto al expresidente de la Comisión Europea y Porgutal, José Manuel Duaro Barroso. Para el regidor fue dirigida la ovación más larga de la mañana y este se deshizo en elogios hacia Casado:«Presidente, gana las elecciones lo antes posible».
En primerísima fila asistía la expresidenta regional Esperanza Aguirre, que tomó en su día partido por Ayuso para dirigir el PPmadrileño, llegando a criticar que Génova estaba «llena de niñatos y chiquilicuatres». Este miércoles negó cualquier guerra, «no la hay», y se afanó en dar una imagen conciliadora a base de conversaciones amistosas con el propio Almeida y Casado delante de las cámaras y los presentes.
El invitado estrella del día, en cambio, estaba llamado a ser el expresidente francés Nicolás Sarkozy. Uno de los líderes europeos con los que Casado ha buscado rodearse en la convención y que dedicó una defensa cerrada a la unidad de España, también cargó contra los nacionalismos. «Solamente hay una España, unida, con capital en Madrid, y un Rey», afirmó con un gran énfasis sobre el escenario.
Sarkozy fue condenado en marzo por corrupción y aún debe afrontar varios procesos judiciales en su país. Desde el PP justifican su invitación alegando que esta se envió antes de que los jueces fallaran. Casado también consideró que esas cuentas pendientes tenían poco que ver con que acudiese a la convención para hablar de su gestión y este miércoles pidió «tomar su buen ejemplo».
Sarkozy, al igual que este martes habían hecho en Valladolid los expresidentes del Consejo Europeo y del Parlamento Europeo, Donald Tusk y Antonio Tajani, respectivamente, apostó por la futura llegada de Casado a la Moncloa. «No necesitaba uno ser muy inteligente para decirlo porque basta con verle y entendemos exactamente lo que tiene en el corazón», proclamó en una intervención muy aplaudida por el auditorio.
El político francés también tenía consejos reservados para el líder de los populares. En pleno debate subyacente, aunque en ningún momento público en la convención, sobre la conveniencia de pactar o no con Vox para gobernar en un futuro, Sarkozy le recomendó ampliar su base de votantes –«ganamos cuando uno se amplia. Perdemos cuando uno se estrecha», dijo– y pidió al PP «no ser timorato» sino «fuertes en vuestras convicciones».
La carta del Papa Francisco pidiendo «perdón» a México por los «pecados personales y sociales» cometidos, según su criterio, por la Iglesia durante la conquista y colonización de América, ha disgustado a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que dijo sentirse sorprendida por las palabras del sumo pontífice.
«Me sorprende que un católico que habla español hable así a su vez de un legado como el nuestro, que fue llevar precisamente el español y, a través de las misiones, el catolicismo y por tanto la civilización y la libertad al continente americano», explicó a un grupo de periodistas durante su paso por Washington.
Ayuso se encuentra estos días de viaje en Estados Unidos con el objetivo, entre otros, de defender el legado de España en América frente a la «leyenda negra» y «revisión maniquea de la Historia». Cuestiones, a su parecer, en crecimiento «alarmante» por parte de lo que denomina «el indigenismo y el populismo».
Las declaraciones fueron respaldadas por su consejero de Educación, Enrique Ossorio, que compartía la sorpresa e la presidenta, «al igual que muchísimos católicos sobre unos hechos que acontecieron hace siglos».
Francisco encontró, en cambio, un aliado en una formación de izquierda. La portavoz de Más Madrid en la Asamblea madrileña, Mónica García, salió en su defensa y calificó de «arrebato» las palabras de Ayuso. «Es la peor embajadora», concluyo.
La presidenta de Madrid tiene pensado adelantar su regreso a España para participar, este domingo, en el acto en Valencia con el que el Partido Popular espera clausurar su convención nacional y en la que su ausencia ha dado que hablar.
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