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Todos los diputados, incluidos los de Bildu, guardaron un minuto de silencio por Miguel Ángel Blanco . j. r. ladra

El minuto de silencio alimentó la batalla

Batet afea al PP que forzara un homenaje a Blanco por los 25 años de su asesinato, en un debate sin tregua y con canas presidenciales

Martes, 12 de julio 2022

Todas las quinielas daban por hecho que la portavoz del PP,Cuca Gamarra, iba a comenzar su intervención en el debate sobre el estado de la nación atacando al Gobierno por el flanco económico. La apuesta segura parecía la mención al batacazo que las entidades ... financieras acababan de propinarse en la Bolsa tras el nuevo impuesto que Pedro Sánchez impondrá a la banca. Era el ataque más efectivo, más predecible. Pero la dirigente popular ya tenía un plan trazado, un lazo azul en la solapa y ninguna intención de cambiar el paso. Se subió al atril a las cuatro de la tarde y pidió un minuto de silencio por todas las víctimas de ETA.

Los diputados de todos los grupos parlamentarios, incluidos los cinco de EHBildu –sobre los que se posaron todas las miradas– se pusieron en pie, respetando escrupulosamente el homenaje y componiendo el único momento de calma de todo el debate. Justo a esa misma hora, 25 años antes, los etarras 'Txapote' y 'Oker' tiroteaban en una vaguada de Lasarte al concejal del PP Miguel Ángel Blanco.

Pero la lectura que PSOE y Unidas Podemos hicieron de este inicio de intervención fue la de la «utilización de las víctimas de ETA»por parte del PP. La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, afeó el gesto de Gamarra por no haberlo pactado antes y el presidente del Gobierno lo describió como «el discurso del PP de siempre».

La sesión había empezado con menos fango. Si las canas hablaran, las de Pedro Sánchez narrarían un relato de pandemia, inflación, guerra en Ucrania o de un volcán que entró en erupción en La Palma. Pero sobre todo, de un tira y afloja constante con sus socios de Unidas Podemos. El presidente no las disimula, porque casan con el discurso de la coalición convertida en Aquiles, en una Iliada de minoría parlamentaria y geometría variable que ha logrado atravesar mil tormentas. El problema es que en la Cámara baja, y en la calle, no todo el mundo comparte esta visión.

Ambiente de día grande

Hace dos años y medio, con el cabello aún oscuro, Sánchez relataba sus prioridades en la sesión de investidura con la que nacía el primer Gobierno de coalición desde la restauración de la democracia. Este martes, como en aquella víspera de Reyes de 2020, en el patio de acceso al hemiciclo no cabía un alfiler. Reinaba un ambiente de boda, de día grande, con saludos cruzados.

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El momento estelar llegó cuando Sánchez desgranó las medidas que tenía guardadas bajo llave mientras su bancada y la de Unidas Podemos celebraba cada una de ellas como si fuera un gol de su equipo. «Impuesto a los beneficios de las empresas eléctricas», grandes aplausos. Todo en medio de una catarsis en la que morados y socialistas parecieron olvidar sus rencillas de la semana anterior, aún por suturar, tras el compromiso del presidente ante la OTANde aumentar el gasto militar.

Pero un destacado miembro del Gobierno no aplaudía. La vicepresidenta Yolanda Díaz, que tomaba notas con gesto serio. Contrastaba con la euforia de la ministra Ione Belarra, que hablaba, con brillo en los ojos, de la «reorientación del Gobierno», como si, de repente, compartieran tienda en la Puerta del Sol del 15-M y no Consejo de Ministros. Para Podemos, Sánchez fue este martes 'El Renacido'.

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