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Pedro Sánchez no tiene ninguna razón para temer una rebelión de los barones del PSOE por más que algunos, como el castellano-manchego Emiliano García-Page o el aragonés Javier Lambán, hayan dado muestras de ver con cierta prevención las negociaciones con Esquerra Republicana ... de Catalunya. La correlación de fuerzas en el seno del partido no es ya la de hace tres años. Ahora el 'sanchismo' está en la Moncloa y nadie está dispuesto a ser señalado ante la militancia como boicoteador; un papel que Susana Díaz pagó muy caro en 2017. Las llamadas del PP y Ciudadanos a los críticos con el secretario general están condenadas, pues, a caer en saco roto.
No es que sea difícil encontrar entre los socialistas inquietud por la legislatura que echará a rodar a partir del próximo martes si Sánchez consigue, como parece, ser investido gracias a Podemos, Esquerra, el PNV y varias fuerzas minoritarias. Incluso en Ferraz se da por sentado que la gobernabilidad estará sujeta a muchos sobresaltos y que el desgaste de gestionar el país con los socios elegidos puede ser alto. Pero en términos generales, con las excepciones de los citados Lambán y García-Page –que aun así se conforman con marcar perfil propio ante sus electores–, se ha instalado la convicción de que no había alternativa posible.
Dos dirigentes tan beligerantes con el secesionismo y antaño tan firmes contra los planes de Sánchez como el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández-Vara, y la jefa de filas de los socialistas andaluces se situaron hoy a la cabeza de quienes, desde el PSOE, hicieron frente al anuncio de la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, que se comprometió a llamar personalmente a todos los líderes territoriales del partido para que hagan «recapacitar» a su líder e «intenten frenar» lo que calificó de «locura».
«Arrimadas lo tiene muy fácil. En vez de llamar tanto, que vote a favor de la investidura de Pedro Sánchez y asunto resuelto», replicó Fernández Vara en su cuenta de Twitter. Su actitud hoy dista mucho de la que mantuvo en 2016, cuando Mariano Rajoy rehusó la propuesta del Rey de presentarse a la investidura y Sánchez decidió jugar todas sus cartas. Aquellos días se hicieron públicas las grabaciones de un convulso Comité Federal en el que el presidente extremeño advertía: «Si nosotros no dejamos claro que el PSOE no tiene nada que ver con el independentismo ni por activa ni por pasiva, a nosotros en Extremadura nos matan y yo lo tengo que decir».
Ahora, Vara –que hoy también recordó a Arrimadas que pudo hacer que «todo fuera de otra manera» tras las elecciones del 28 de abril con sus 57 diputados de entonces– se cuida de cuestionar abiertamente las decisiones del secretario general, aunque de sus palabras quepa deducir que habría preferido que, antes de volver la vista a Esquerra, Sánchez pusiera toda la presión sobre populares y Ciudadanos para poder ser investido con su 'sí' o su abstención conjunta.
A su respuesta ácida contra la futura líder de la formación liberal se sumaron en tromba la gran mayoría de los secretarios regionales socialistas. De nuevo, con la excepción inicial de García-Page y Lambán, en cuyos entornos reprochan a Sánchez que en ningún momento se les haya hecho partícipes de lo que se negociaba con la formación liderada por Oriol Junqueras. Con todo, también desde esos territorios se advirtió de que no se haría el juego a la derecha.
«Pretender que uno se revuelva contra los suyos como también ha intentado el PP nunca es buen negocio; te obliga a replegarte», dice un dirigente castellano-manchego. A última hora de la tarde, pues, Lambán también se animó a escribir en las redes sociales, aunque fuera con un discurso diferente al que uno tras otro habían publicado el resto de sus correligionarios. «Todo lo que tenía que decir sobre los pactos ya lo he dicho. No voy a añadir más ruido al ya existente. Por España, por Aragón y por el PSOE, deseo fervientemente –subrayó– que el inminente Gobierno de Sánchez nos aporte tranquilidad y estabilidad social y política».
García-Page informó después de que había hablado con Arrimadas. y se sumó al resto. «Le he pedido –dijo– que faciliten la investidura del ganador de las elecciones».
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