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Cristian reino
Barcelona
Domingo, 19 de enero 2020, 00:37
El duelo Madrid-Barcelona es más que el clásico del fútbol español, una rivalidad ya centenaria que trasciende el ámbito deportivo. La pugna entre ambas ha sido una constante histórica entre dos ciudades que han competido por ser la metrópoli de referencia en España. ... Madrid, capital política; Barcelona, capital económica. El 'procés' lo precipitó todo, aunque la sintonía entre Manuela Carmena y Ada Colau calmó los ánimos. Con el regreso del PP al consistorio capitalino, vuelve la vieja pugna. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, abrió el jueves la caja de los truenos ofreciendo la capital de España como sede del Mobile World Congress, la joya de la corona de las ferias que organiza Barcelona, que reúne durante 10 días a la flor y nata del mundo tecnológico mundial. «Iremos a por él», afirmó la dirigente del PP. En Barcelona recibieron las palabras de Ayuso como una declaración de guerra. Como si Florentino Pérez o Sergio Ramos anunciaran su intención de fichar a Messi en las vísperas de un clásico.
La guerra del 5G entre China y EE UU podría quedarse en nada si el MWC acabara celebrándose en Ifema. Barcelona hace tiempo que trata de hacer la reconversión de ciudad industrial y turística a capital tecnológica. Madrid se suma ahora a la puja. Hay una lucha por el poder económico (Barcelona ha perdido peso como plaza financiera como consecuencia del 'procés'), pero hay sobre todo un trasfondo ideológico. Madrid es la punta de lanza del PP. Barcelona, la ciudad gobernada por los comunes (Podemos). El éxito o el fracaso de cada una de ellas tendrá consecuencias en la lucha entre la derecha y la izquierda por la gobernabilidad.
Madrid defiende el modelo liberal frente a Barcelona. Ayuso ha lanzado el dardo en el momento preciso. Podemos acaba de llegar al Gobierno, donde ocupa la vicepresidencia y cuatro ministerios. La oposición del PP va a ser feroz. Y el Ayuntamiento de Barcelona emite algunas señales de dudas sobre el modelo de crecimiento económico, que han causado incertidumbre en el mundo empresarial. Colau se niega a la ampliación del aeropuerto del Prat, que se sitúa en niveles de tráfico similares a Barajas, por una cuestión medioambiental.
La capital de España cuestiona el proyecto de Madrid central implantado durante el mandato de Carmena, mientras Barcelona acaba de poner en marcha el veto más ambicioso a los coches de toda Europa y propone suprimir el Puente aéreo para que los viajes entre Madrid y Barcelona solo se hagan en AVE. El Ayuntamiento de Barcelona tuvo además un traspié, cuestionando en un artículo de una web municipal la salubridad de la tecnología 5G. Llovía sobre mojado, porque cuando Colau llegó al poder no era muy partidaria del Mobile, aunque con el tiempo ha rectificado. «Quienes visiten Madrid van a tener en ella toda la libertad para moverse, para relacionarse y para emprender». Madrid encara el modelo liberal y Ayuso la presenta en competición con una Barcelona que ha sido portada de diarios en todo el mundo por el 'procés' y las imágenes de las barricadas en llamas. Ciudad cosmopolita, en contraposición con la urbe ensimismada por las cuestiones identitarias del 'procés'. Miles de empresas trasladaron sus sedes fuera de Cataluña tras los hechos de octubre de 2017.
Ayuso lanza otro dardo, en este caso a Sánchez. La Comunidad de Madrid será la institución más beligerante que se va a encontrar en su mandato. Aviso para navegantes de cara a la negociación que se espera para reformar el modelo de financiación autonómica, en el que la parte catalana espera sacar tajada tras haber facilitado la investidura de Pedro Sánchez. Ayuso apuesta por el modelo centralista, frente al de Colau y Sánchez que se entregan al «chantaje de los independentistas», según el argumentario del PP. Madrid como ejemplo de gestión, frente a los «populistas bolivarianos» que gobiernan en la capital catalana y que ya están sentados en el Consejo de Ministros. Ambas quieren ser poderosas y como el Madrid y el Barça, las dos quieren ganar la Champions. Una quiere por fin lograr el sueño olímpico y la otra, la mediterránea, quiere repetirlo (Barcelona-Pirineos, 2030).
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