La aspiración olímpica de Cataluña acerca a Esquerra y Junts al PSC

Han pasado 29 años desde Barcelona 92, la cita que transformó la capital catalana, y la ciudad condal vuelve a entrar en la carrera olímpica. El proyecto Barcelona-Pirineos hace tiempo que estaba sobre la mesa, pero el Gobierno catalán no acababa de dar el paso por discrepancias entre los dos socios. Se trata de una candidatura española, que defenderá el Comité Olímpico Español. Es el primer proyecto de calado que el Gobierno catalán pone sobre la mesa en el ámbito estatal, como lo fue Barcelona 92, al margen de la reivindicación soberanista. Pero no la única, pues tal y como apuntó Pere Aragonès hace semanas en las jornadas del Círculo de Economía a las que acudió el Rey, la Generalitat aspira a conseguir la gestión del Puerto de Barcelona, del aeropuerto del Prat y del Consorcio de la Zona Franca.

En el primer encuentro que se produjo entre Pedro Sánchez y Aragonès, en un acto organizado por la patronal catalana Fomento, el pasado 7 de junio en Barcelona, el presidente del Gobierno ofreció el apoyo del Ejecutivo central a la Generalitat para la candidatura Barcelona-Pirineos. Ese respaldo ha quedado reforzado con el nombramiento de Miquel Iceta como ministro de Cultura y Deportes. En sus manos estará parte de la negociación de la candidatura, que cuenta con el respaldo del mundo económico catalán y de los socialistas catalanes. Por primera vez en mucho tiempo, ERC, Junts y el PSC defenderán un mismo proyecto para Cataluña. Entre las tres fuerzas suman tres cuartas partes de los diputados del Parlament. Si la candidatura avanza, está por ver si la alianza florece en otros órdenes, como el apoyo a los Presupuestos autonómicos. De entrada, la aspiración olímpica de Cataluña acerca a los independentistas con los socialistas y aleja a ERC y Junts de la CUP y los comunes. La candidatura de Barcelona-Pirineos la lidera la Generalitat, a diferencia de Barcelona 92, que la pilotó el Ayuntamiento, con el respaldo del Govern y el Gobierno central.

La CUP, aliada de ERC y Junts, se opone porque se resiste a admitir que la independencia quedará apartada al menos hasta el 2030. Que Carles Puigdemont haya deslizado su intención de nacionalizarse belga también denota que los secesionistas no confían en que Cataluña sea un Estado a corto o medio plazo. Existen también razones medioambientales, que son las que apartan a los comunes del proyecto. «Unos Juegos de Invierno en 2030, cuando prácticamente puede ser que hayan desaparecido los glaciares del Pirineo, sostenibles no parece que sean», afirmaron ayer los comunes.

«Otro macroproyecto basado en un modelo económico de masificación turística y especulativo», según la CUP. El temor reside en la construcción de vías rápidas que unan Barcelona (donde estaría la villa olímpica y el centro de prensa) con las sedes pirenaicas en poco más de dos o tres horas. El concurso de En Comú Podem es clave, pues sin el apoyo incondicional del Ayuntamiento de Barcelona, la candidatura nacerá coja. Si bien, en su día, la Generalitat de Jordi Pujol tampoco remó a favor de Barcelona 92.

El camino hasta ser candidatura aún tendrá que superar unas cuantas etapas. Y es que, ERC se comprometió con la CUP a celebrar una consulta en las zonas implicadas para conocer la opinión del territorio, que tendrá la última palabra. Según una encuesta del CEO de la Generalitat, de hace un año, en torno al 70% de los catalanes apoyan la candidatura. Además de Barcelona, optarán a los Juegos Salt Lake City (EEUU) y Saporo (Japón).