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Arrimadas, tras recoger su acata de diputada. Efe

La encrucijada de Arrimadas

La aspirante a suceder a Rivera se aparta de la gestora, que elegirá mañana el consejo general para pilotar el partido hasta e cónclave de marzo

Viernes, 29 de noviembre 2019, 13:46

«Renovarse o morir. Hay que renovarse. Es una evolución lógica». Así de contundente se mostraba Inés Arrimadas en enero de 2017 en vísperas de la IV Asamblea General que marcó un antes y un después en la historia de Ciudadanos. En ese ... cónclave, el partido abandonó la socialdemocracia de su ideario para abrazar el liberalismo progresista. Una redefinición ideológica con la que su entonces presidente Albert Rivera intentaba relanzar el proyecto naranja de cara al ciclo electoral que estaba por llegar.

Casi tres años después, y tras siete convocatorias electorales distintas -entre generales, autonómicas, municipales y europeas-, Ciudadanos está obligado a renovarse si no quiere desaparecer del tablero político. El batacazo en las urnas el pasado 10 de noviembre, que dejó a los liberales al borde de la extinción con tan solo diez diputados en el Congreso, se llevó por delante al único líder que ha tenido la formación en sus trece años de vida y bajo cuya sombra ha crecido. Rivera asumió en primera persona el catastrófico resultado y dio un paso al lado certificando el fin de una etapa. El mismo camino que siguieron sus escuderos más fieles: José Manuel Villegas, Fernando de Páramo y Fran Hervías.

La salida del sanedrín de Rivera despejaba el camino de la sucesión para Inés Arrimadas, hoy por hoy la única dirigente capaz de reflotar a Ciudadanos. En eso coinciden todos los sectores del partido, que aguardan con impaciencia sus próximos pasos. Aunque no es descartable la aparición de un candidato alternativo de cara al congreso que la formación naranja celebrará la próxima primavera. De momento, la portavoz parlamentaria guarda silencio. Quiere ser escrupulosa con los tiempos y los procedimientos y se tomará los cuatro meses que tiene por delante para hablar con unos y con otros. «Voy a intentar hacer un proyecto que estoy convencida de que va a tener un amplísimo apoyo para relanzar este partido», aseguró este viernes tras recoger su acta de diputada.

En las filas naranjas esperan que Arrimadas no siga los pasos de Rivera y acabe 'bunkerizada' con los más afines. Son muchas las voces que piden a la futura candidata que no limite los «cambios» que ha prometido a un intercambio de nombres y se escuche la voz de los afiliados, cuyo papel prácticamente se limita ahora a votar en las primarias. Los principales líderes territoriales -Juan Marín, Francisco Igea o Ignacio Aguado-, le reclaman además mayor protagonismo de los territorios en la futura dirección como reconocimiento a su presencia en los respectivos gobiernos autonómicos.

Pilotar la transición naranja

Mientras la diputada diseña su proyecto y escoge al equipo con el que se presentará a las primarias, mantendrá distancias con la gestora que pilotará el partido hasta entonces. Arrimadas ha decidido apartarse de la dirección provisional, que mañana será elegida por el consejo general y que encabezará su presidente Manuel García Bofill, para no interferir en el congreso que la elegirá, salvo sorpresa mayúscula, líder del partido. «Me he postulado para presentar mi candidatura, por lo que entenderán que me aparte», justificó.

La portavoz parlamentaria aspira, sin embargo, a controlar la gestora con personas de su confianza y en coordinación con el secretario general José Manuel Villegas, que ya anunció su intención de hacer un traspaso de poderes ordenados para que «se cierre bien» la etapa de Rivera. El hasta ahora número dos de Ciudadanos tendrá un papel relevante en este órgano, que tomará todas las decisiones políticas,incluida la postura ante la Investidura de Pedro Sánchez, lo que se interpreta como una nota de continuidad hasta que el cónclave de marzo cambie el rumbo del partido.

La composición de la gestora será decidida por los 160 miembros del consejo general en cuyo seno no suele haber el más mínimo debate y donde casi todo se aprueba por «unanimidad». Su presidente presentará una única lista cerrada y bloqueada de integrantes, con un máximo de quince miembros, que para que sea aprobada necesitará contar con al menos dos tercios de los votos. En el caso de que no logre esos apoyos se presentará otra lista, y así sucesivamente hasta que consiga el 'quorum'.

El consejo general también tendrá que aprobar el reglamento por el que se regirá este órgano, al que ha tenido acceso este periódico, y en la que Bofill tendrá amplias facultades. Además deberán poner fecha de la V Asamblea General, que según los actuales estatutos no podrá celebrarse antes del 10 de marzo pero que podría modificarse si hay unas terceras elecciones. Ante el temor de que Sánchez no consiga los respaldos suficientes para ser investido se ha introducido un apartado en el reglamento para que la gestora pueda cambiar los estatutos «por razones de extraordinaria y urgente necesidad».

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