Aragonès avisa que «no renunciará» al referéndum

Aragonès ha llamado a la movilización de la ciudadanía para participar en las protestas secesionistas con el objetivo de que se traslade «la fuerza del 11-S, llenando plazas y calles de todo el país« en la mesa de diálogo con el Gobierno. También ha aprovechado el mensaje institucional para pedir »una alianza entre instituciones, partidos, sociedad civil y ciudadanía« para »hacer inevitable el referéndum«.

Este año, la Diada llega marcada por los indultos a los presos del 'procés', de los que se cumplen ya casi tres meses, y el foro entre las dos administraciones, que se reunirá la semana que viene, entre el jueves y el viernes, según anunció Aragonès.

Aragonès defiende la mesa de diálogo con el Gobierno como vía para sentar al Ejecutivo central a negociar una «resolución al conflicto» catalán. A su juicio, ya es una «victoria» del nacionalismo catalán haber conseguido sentar al Ejecutivo y «abrir una negociación», de «gobierno a gobierno» y que el resultado esas conversaciones «cuente con el aval de la ciudadanía a través de una votación». «Hasta hace poco, era impensable que España reconociera la propia existencia del conflicto político», ha afirmado.

El objetivo de los republicanos es forzar a Sánchez a negociar un referéndum, hacerlo «inevitable», según las palabras empleadas por el político independentista en su discurso del 11-S, aunque es consciente de las dificultades. Será un proceso «lleno de obstáculos que necesitará tiempo, unidad y perseverancia», ha dicho. Aragonès apostó días atrás, lo que le costó un tirón de orejas de la Moncloa, por fijar la fecha del referéndum como muy tarde en 2030. Este viernes ha rectificado y ha evitado los límites temporales, consciente, por la experiencia del 'procés', que las fechas las carga el diablo. Aragonès, eso sí, en una entrevista en Catalunya Ràdio, ha avisado a Sánchez, que solo quiere hablar de recuperación económica, que se olvide de sacar el tema del aeropuerto y que la mesa es para abordar un conflicto político y de soberanía y que sus dos propuestas serán autodeterminación y amnistía.

El presidente fía su futuro político a la mesa, pero ERC es casi el único partido independentista que defiende el diálogo con Madrid. Esquerra y Junts no se dan tregua ni en vísperas de la Diada, una jornada de exaltación nacionalista, en la que de acuerdo a la lógica de sus intereses estratégicos tendrían que dar una imagen de unidad para no desmovilizar a su parroquia. Pero no se aguantan. Los dos primeros espadas de la política catalana, el presidente de la Generalitat y la presidenta del Parlament han protagonizado este viernes un intercambio de golpes, que resume bien a las claras las enormes diferencias entre la dos formaciones, que son socias de gobierno, pero que están enfrentadas por sus estrategias sobre reactivar el proceso.

En las horas previas a pronunciar su discurso institucional, que no ha hecho en el Palau de la Generalitat, sino en el hospital de Sant Pau, para darle un enfoque más social, el presidente se ha defendido de las críticas del independentismo más radical, que le acusa de sentarse con Sánchez para escenificar una rendición, y ha instado a los que creen que hay una alternativa al diálogo que pongan una propuesta «concreta» sobre la mesa. La alternativa, le ha replicado vía Twitter Laura Borràs, es la unilateralidad. «Pedir concreción a los demás, cuando tu concreción es tan pobre es inaceptable», ha afirmado la dirigente nacionalista, en un mensaje que ha hecho suyo su partido. La mesa, ha dicho, es un eslogan condenado al fracaso. Aragonès pactó con la CUP darle dos años de margen a la mesa de diálogo. Pero si el resultado de la primera reunión no satisface a los nacionalistas, al president se le van a hacer muy largos los dos años hasta que se someta a la moción de confianza, que acordó con los anticapitalistas a mitad de legislatura.

Ya hay sectores de Junts que cuestionan la permanencia en el Govern. Aunque sus críticas a la mesa de diálogo y su apuesta por la unilateralidad son más bien retórica y buscan la erosión del president. La réplica que han dado los republicanos a Borràs ha sido que le «tiemblan las piernas» ante la oportunidad que se abre a su juicio con la mesa de diálogo. ERC y Junts chocan en la estrategia identitaria, pero también han tropezados en las cuestiones sectoriales, como la ampliación del aeropuerto, que el vicepresidente Puigneró (Junts) acordó con el Gobierno y ERC desautorizó.

La agenda del reencuentro puesta en marcha por el Gobierno ya ha provocado consecuencias. De un lado, con los indultos, el ambiente político en Cataluña es más respirable. Por otro, la mesa de diálogo ha distanciado a ERC y Junts, siempre al borde del divorcio, aunque éste nunca se acaba de consumar.

El independentismo vuelve este sábado a mirarse en el espejo, en una nueva manifestación de la Diada, en la que se verá el grado de cansancio que hay en el mundo secesionista tras años de 'procés', en que se vivieron protestas multitudinarias, pues la gente creyó que la secesión era posible y estaba cerca. La ANC quedará lejos de las cifras de esta década pasada. Las previsiones hablan de unas 100.000 personas, la décima parte de los mejores registros. Eso sí, ahora es en un contexto de pandemia y de fuerte desmovilización. Una «demostración de persistencia», según la ha calificado este vieres la presidenta de la entidad nacionalista, Elisenda Paluzie.