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lourdes pérez
Madrid
Viernes, 28 de enero 2022, 00:17
Entre la inquietud, el enfado y la ironía. Ahí bascula Unai Sordo ante la incertidumbre que rodea la trascendental votación, el jueves, de la reforma laboral. Persuadido de que los socios de la investidura, de ERC al PNV, «sobreactúan» y en medio de los contactos « ... con todo el que se deja», el líder de CC OO remarca que lo relevante es que el decreto salga. Y tal y como está.
-¿Se atreve con un pronóstico?
-Sí, creo que el decreto va a ser convalidado. Un pacto de este calado merece apoyo masivo.
-¿Masivo y transversal?
-Lo lógico sería que el conjunto de los partidos lo avalara. No tanto por su contenido, que es poco compatible con las reivindicaciones laborales de la derecha y del centro-derecha, pero sí por el reconocimiento implícito al papel constitucional del diálogo social, que ha salvado tres millones de empleos en esta crisis. Y deberían apoyarlo las izquierdas porque es netamente positivo para los trabajadores.
-¿Cuánto enfría su convicción el plante de ERC, EH Bildu, el BNG y la CUP?
-La CUP estaba ya fuera y Bildu y el BNG han asumido el rol de portavoces de sindicatos nacionalistas que niegan la propia utilidad del diálogo social, así que ahí había poco que esperar. La posición de ERC limita su capacidad de maniobra, lo cual o es una torpeza o refuerza la idea de que aquí no se está disputando la reforma laboral, sino intereses políticos. Resulta difícil de explicar, pero en la práctica estas cuatro fuerzas están apostando por la pervivencia de la reforma laboral de Rajoy.
-¿Se imaginaba semejante bloqueo?
-No pensé que los partidos y la política iban a sobreactuar tanto. Más allá del papel de la derecha, que menosprecia un acuerdo avalado por la CEOE, algunos partidos de izquierda han optado por una lectura de vuelo corto frente a la profundidad de estas medidas para atacar la precariedad y la temporalidad laborales. Parece que el diálogo social es una especie de invitado al espacio democrático que los partidos quieren monopolizar. Y me soprende que fuerzas que han teorizado sobre la radicalidad democrática pongan pegas ahora a un espacio constitucionalmente avalado por millones de trabajadores. Hay un afán de centrarse en la metapolítica, como la llamo yo. Y aquí la izquierda se equivoca, porque esta es una muy buena reforma para mejorar las condiciones de vida de la gente. Confío que esta sobreactuación se reconduzca.
-ERC se mantiene taxativa en sus objeciones.
-Y nosotros compartimos algunas de ellas. Es necesario continuar con la modificación de la legislación laboral en España; no hemos hablado de todo el Estatuto de los Trabajadores. Lo que le decimos a ERC es que ponga en valor que hay un acuerdo social y lo legitime democráticamente sin renunciar a sus propuestas. Quien ha facilitado la investidura de este Gobierno no es Comisiones es Esquerra; digo yo que alguna corresponsabilidad tendrá. Su portavoz parlamentario niega que vayan a avalar proyectos políticos personales. No sé si esto tiene mucho que ver con las condiciones de trabajo de las 'kellys', que pueden mejorar en cuatro, cinco o seis mil euros, o con el 26% de temporalidad existente. Creo que poco.
Posibles apoyos. «No sé cómo se puede excluir a Ciudadanos de lo que decida votar. Si lo hace a favor, nadie va a poder hacer nada»
-¿Peca el Gobierno de soberbia?
-El Gobierno ha llegado a un acuerdo beneficioso que debe trabajar en el ámbito de los apoyos políticos. ¿Que los podía haber trabajado mejor? Pues parece evidente que sí. Pero esta negociación no ha estado blindada. Los partidos que han querido información, la han tenido. La izquierda no puede perder cuando se pierde, perder cuando se empata y perder cuando se gana.
-¿El Ejecutivo negocia a dos bandas: el PSOE con Ciudadanos y Yolanda Díaz con los socios?
-No me consta. Lo que conozco y de lo que me tengo que fiar es que las negociaciones son con los grupos de la investidura.
-No con Ciudadanos.
-Que yo sepa, no.
-¿Ustedes no los excluyen, como el bloque de la investidura?
-Si suscribimos un acuerdo porque beneficia a los trabajadores y viene avalado por el diálogo social, nuestra aspiración es que se vote por unanimidad. No sé cómo se puede excluir a Ciudadanos de lo que decida votar. Si vota a favor de la reforma, nadie va a poder hacer nada.
-¿El decreto es intocable?
-El decreto es de convalidación, sí o no, no tiene otro margen. Luego hay que tomar una decisión sobre si se tramita como proyecto de ley, lo que, viendo cómo se mueve todo el mundo, puede acabar como el rosario de la aurora. Lo más razonable es convalidar el decreto y que entre en vigor porque hay que empezar a transformar ya contratos temporales en indefinidos. Esto no puede esperar a que sus señorías decidan cuándo les encaja mejor en sus tiempos electorales. Y queda media legislatura, con un espacio para rehacer las medidas.
-Pongámonos en que el Gobierno fracasa. Y después, ¿qué?
-No hay una planificación alternativa, no hay agenda tras el 3 de febrero. Si esto no sale, permanece intacta la legislación de Rajoy. A ver quién se lo va a explicar a las 'kellys'. A ver quién va a explicar a los trabajadores que su convenio pasó a mejor vida, o que pueden seguir con contratos temporales de tres o cuatro años de duración. Y a ver quién va a explicar a los que siguen en ERTE que nos quedamos sin legislación 'ad hoc' para la pandemia y que volvemos a la regulación que nos llevó a tasas de paro del 27%. Mucha explicación van a tener que dar.
-¿Un 'no' heriría de muerte el proyecto político de Díaz?
-No lo creo. Tampoco sé si tiene una plataforma... Centrémonos en las cosas del comer.
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