Ander Azpiroz
Domingo, 21 de agosto 2016, 12:28
Resulta casi imposible, o al menos temerario, pactar con alguien en quien no se confía. Eso es precisamente lo que le ocurre a Pedro Sánchez con Pablo Iglesias y, por extensión, al PSOE con Podemos. Ambos líderes empezaron su relación con buen pie en ... una cena secreta celebrada en junio de 2015 en un hotel de madrileño. Aquella noche hablaron de su pasión mutua por el baloncesto y de la situación de la socialdemocracia europea. Y justo los días posteriores se fraguaron los pactos municipales y autonómicos que tras las elecciones de mayo de ese año dieron lugar a gobiernos de izquierda. Pero la sintonía entre los dos dirigentes fue un espejismo. A medida que se acercaron las generales del 20 de diciembre, la distancia entre los secretarios generales se fue agigantando. En lo político y en lo personal.
Publicidad
más información
La animadversión que se profesan ambos líderes es palpable. Tanto que resulta más que complicado imaginar a uno de vicepresidente del otro, la fórmula que Podemos exige para apoyar un posible gobierno presidido por Sánchez y que el PSOE no quiere ver ni en pintura por eso del riesgo que entraña tener al enemigo metido en casa.
En las filas socialistas nunca gustó que se les metiese en el saco de la casta junto al PP. Pero las diferencias se hicieron abismales cuando Podemos, una vez fagocitado el electorado de Izquierda Unida, puso en su punto de mira al del PSOE. De cara a las generales el objetivo de la formación de Iglesias era robar el número suficiente de electores socialistas como para erigirse en la primera fuerza de la izquierda. Y en ese escenario, según calculaba la formación morada, el PSOE se vería entre la espada y la pared: apoyar un Gobierno del PP o a uno encabezado por Iglesias. Para lograr superar a los socialistas el líder de Podemos ha tratado de todo, hasta declararse socialdemócrata en la última campaña electoral. Como bromeó Susana Díaz, "a Iglesias solo le queda afiliarse al PSOE".
Las 'jugarretas' de Iglesias a Sánchez durante estos meses han sido innumerables. El secretario general de Podemos, admirador declarado de Nicolás Maquiavelo, propinó el último golpe a su homólogo socialista el pasado jueves al anunciar que ambos ya han acordado sentarse a dialogar una vez fracase la investidura de Mariano Rajoy. A Sánchez, que hasta ahora no ha afirmado qué hará de no prosperar el Gobierno del PP, se le pudo ver minutos después con cara de muy pocos amigos y el PSOE se vio obligado a emitir un comunicado de urgencia para desmentir las palabras del líder de Podemos.
Las mayores afrentas se produjeron la legislatura pasada. En el breve tiempo en el que se prolongó la actividad parlamentaria, Iglesias logró acabar con la paciencia de Sánchez. Primero anunció su oferta de coalición junto a sus ministros sin anunciársela antes a Sánchez y cuando éste aún se encontraba reunido con el Rey. Tener que enterarse de la propuesta por boca de Felipe VI sentó muy mal al líder socialista. "Entré en la Zarzuela sin un Gobierno y parece que ya tengo todos los ministros nombrados", ironizó entonces. Que Podemos se levantara por dos veces de la mesa de negociaciones y el tono extremadamente duro que su líder empleó en el fallido debate de investidura de Sánchez -del que después se ha arrepentido- terminaron de socavar la confianza mutua.
Publicidad
Dudas sobre su liderazgo
Otro factor determinante en el deterioro de las relaciones ha sido la insistencia de Iglesias en sembrar dudas sobre el liderazgo de su homólogo en el PSOE. Lo ha hecho, por ejemplo, al poner en valor las cualidades políticas y su buena sintonía con Eduardo Madina, rival de Sánchez en su camino a la Secretaría General. También ha utilizado como ariete a Susana Díaz, pese a que la presidenta andaluza se presenta como una de las mayores críticas con Podemos dentro del aparato del PSOE y asegura sin tapujos que su jefe de filas "no es de fiar".
En mitad de las conversaciones para formar Gobierno tras el 20-D, Iglesias se descolgó con unas declaraciones que levantaron ampollas en Ferraz. "Si el señor Pedro Sánchez no manda, hablaré con el Comité Federal del PSOE, con la señora Susana Díaz o con el señor García-Page". Otro golpe directo al mentón del secretario general fue el de definir a José Luis Rodríguez Zapatero como el mejor presidente de la historia y asegurar que le telefoneaba a menudo para consultarle dudas. Es conocido que las relaciones entre el expresidente y quien está ahora al frente del PSOE no son especialmente fluidas. Sobre estas alabanzas a rivales internos de Sánchez subyace la idea de que Iglesias considera que el actual secretario general no da la talla para dirigir a un partido con 137 años de historia.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Los Reyes, en el estand de Cantabria en Fitur
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.