María Dolores Tortosa
Sábado, 9 de julio 2016, 17:02
Sevilla recupera la normalidad antes de perderla. El dispositivo de seguridad para blindar el casco histórico acordado para la visita de Barack Obama debía ponerse en marcha a las 15.00 horas de esta tarde. El Ayuntamiento ordenó desactivarlo y también el plan de tráfico ... cuando a primera hora de la mañana se había confirmado que el presidente de Estados Unidos había suspendido su parada en la ciudad de la Giralda debido a los altercados de Dallas y la muerte de cinco policías.
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A media mañana, había aún operarios recogiendo vallas y tarimas de la plaza del Triunfo, junto a la catedral, donde había planeado instalarse un punto para medio centenar de los más de 700 periodistas que habían solicitado acreditarse para el paseo de Obama con el Rey mañana domingo.
Un paseo que ya no se hará. No habrá foto de Obama por el patio de la Montería del Real Alcázar, o por sus jardines de sonoras fuentes, tampoco por el patio de las Doncellas del palacio mudéjar tan parecido a la Alhambra de Granada o esa instantánea tan típica con el trasfondo de la Giralda cruzando a la Catedral gótica.
La organización había preparado estratégicamente los puntos en los que las cámaras podrían tomar las imágenes que darían la vuelta al mundo con Obama y el Rey Felipe VI en mangas de camisa como dos turistas en una de las ciudades mágicas de lo que fue Al-Andalus. Hoy es la capital autonómica de Andalucía, donde Estados Unidos tiene ubicadas dos de sus bases militares más importantes en el Mediterráneo, Morón y Rota. Obama mantiene la visita a Rota, pero no a Sevilla.
Las autoridades de Sevilla lo han tomado con resignación. El alcalde, el socialista Juan Espadas, ha enviado una carta a la Embajada de Estados Unidos lamentando la cancelación de la visita e invitando a Obama y a su familia a viajar cuando quiera a Sevilla.
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"Habíamos preparado con mucho interés y esmero junto a su equipo de la embajada y la Casa Real su estancia en nuestra ciudad y sentimos no haber podido mostrarle aquello de lo que nos sentimos tan orgullosos: nuestra tierra y su gente", dice la misiva.
Las imágenes de Obama ante la Giralda hubieran supuesto una promoción turística impagable para la ciudad. Fuentes municipales señalaron que solo con la noticia de que Obama visitaría Sevilla se le ha hecho una gran publicidad. Nadie quiere entrar ahora en las pérdidas económicas por la cancelación. El Real Alcázar permanecerá cerrado este sábado, aunque se abrirá mañana. Hay demasiado por desmontar, sugiere Marina, una guía turística repartiendo folletos de cruceros por el río Guadalquivir en la puerta del patio de Banderas. Más de 500 personas movilizó el Ayuntamiento para los preparativos.
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Marina lleva toda la mañana respondiendo a los turistas que no se puede visitar el Real Alcázar porque iba a venir Obama y ya no lo hará. Figúrate, una norteamericana se ha sorprendido cuando le he dicho que Obama venía mañana, ¡no lo sabía!.
Menos turistas que otros sábados
Los guías y empleados de los establecimientos no hablan de otra cosa y se preguntan extrañados si es verdad que Obama no viene. Ha sido una mañana atípica en el centro de Sevilla. Ha habido turistas, sí, pero nada que ver con otros sábados. Fernando, el dueño de un bar a espaldas del Alcázar, lo achaca no solo al dispositivo policial por la visita de Obama, sino también a que en julio afloja el turismo. Septiembre y octubre son los meses potentes, y la primavera, claro. Él mira el lado bueno de la cancelación: No tendré que quitar las mesas de la calle, afirma.
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A algunos comercios se les había sugerido que cerraran durante las horas de la estancia del dignatario norteamericano. Desde hace un mes muchos han aguantado las severas medidas de control. Policías de paisano han solicitado datos de las personas contratadas o alojadas en los establecimientos del entorno de la catedral. Me consta que a los que tenían antecedentes policiales les han dicho que no vinieran a trabajar este fin de semana, habla una empleada.
Muchos turistas que lo sabían, dijeron que se irían a la playa para no estar aquí. Algunos incluso por temor a que pase algo, cuenta Marina. Muchos de los que pensaban quedarse para ver de cerca al político más influyente del mundo también cambiaron de planes y este domingo se irán a la playa. Quizás hagan lo mismo los chicos y chicas del equipo norteamericano encargado de supervisar las medidas de seguridad, instalado en un hotel junto al río. Cuatro de ellos paseaban en pantalón corto a medio día tranquilos y relajados.
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