Paula De las Heras
Sábado, 9 de julio 2016, 10:56
Pedro Sánchez ha roto por fin el silencio en el que se sumió tras la noche electoral para dejar claro, ante el comité federal de su partido, que votará no a la investidura de Mariano Rajoy. Ninguna sorpresa, porque esa es la posición de todo ... el partido. La duda estaba en qué haría después si, como es previsible, el líder del PP no logra tampoco apoyos suficientes entre otras fuerzas parlamentarias para seguir siendo presidente. Y su respuesta ha sido firme: los socialistas nos comprometemos hoy a liderar la oposición, ha dicho.
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En un discurso de apenas 25 minutos, el secretario general del PSOE no ha hecho ninguna referencia a otro escenario. Ni el más mínimo guiño a aquellos de sus partidarios que, en los últimos días, habían defendido que debe volver a intentar formar un Ejecutivo, como hizo tras el 20 de diciembre, si Rajoy fracasa. Una y otra vez ha repetido la misma idea: Tenemos la obligación de liderar una oposición firme y convencida al Gobierno de España.
Sánchez ha admitido, en todo caso, que para poder cumplir con el encargo que le han hecho los españoles también el presidente del PP debe cumplir con el suyo. Y le ha instado a hacerlo sin contar con el PSOE y buscando acuerdos con sus aliados naturales. Han pasado dos semanas -ha reprochado- y no ha hecho nada; nos ha exigido al resto que solucionemos sus problemas.
Los socialistas defienden que no se les puede exigir que den sustento al Ejecutivo porque es un contrasentido y una solución inviable tanto a corto a largo plazo. Y tras recordar su oposición a las políticas económicas y sociales del PP y afirmar que su partido tiene las recetas socialdemócratas para salir de la crisis en términos de cohesión social, Sánchez ha argumentado: somos y seremos oposición, pero somos mucho más que eso. Somos alternativa y esa es la clave.
Lo que apenas ha hecho el líder de los socialistas es autocrítica. Sí ha admitido su insatisfacción con los resultados del pasado 26 de junio,los peores de la historia reciente del PSOE (85 diputados y 5,4 millones de votos), pero se ha declarado muy orgulloso de la formación por haber sido capaz de resisitr el envite de confluencias poderosas de intereses. Y, sobre todo, se ha vanagloriado: Estoy convencido de que estamos asistiendo al declive de Pablo Iglesias.
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