cristian reino
Domingo, 15 de mayo 2016, 01:54
Las elecciones para elegir a la cúpula de la Asamblea Nacional Catalana, el lobby soberanista que ha ejercido de motor movilizador del proceso catalán, consumaron este sábado la división del secesionismo civil y constataron que la pugna que mantienen Convergència y Esquerra por liderar el ... proyecto independentista se ha trasladado también al seno de la ANC.
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Con solo un 21% de participación, lo que es una muestra más de la desmovilización del secesionismo, las bases eligieron a los 77 miembros de la dirección, que el sábado que viene deberán decidir si Jordi Sánchez, al que se sitúa en la órbita convergente, continúa como presidente de la organización o si se produce un vuelco. El candidato que recibió mayor apoyo fue Liz Castro, por delante de Sánchez y Antonio Baños, por lo que podría ocurrir lo mismo que el año pasado, en el que la cúpula enmendó la plana a las bases y no se decantó por el aspirante más votado, lo que ha dado pie a insinuaciones de prácticas poco edificantes en los últimos meses. Las acusaciones entre uno y otro sector de cometer irregularidades en el proceso electoral han marcado también los días previos a la votación de este sábado.
La cuestión es que la ANC ya hace tiempo que ha dejado de ser solo la entidad que organiza las manifestaciones del 11-S. En las pasadas elecciones catalanas, la ANC dio el paso para integrarse (indirectamente) en las listas de Junts pel Sí. Carme Forcadell, expresidenta de la Asamblea, fue como número 2 de las listas y hoy es presidenta del Parlamento catalán. El ascenso de la ANC al poder institucional lo completó Meritxell Serret, actual consejera del Gobierno de Puigdemont. A los cinco años de su nacimiento, la ANC tiene un futuro incierto. Igual que el proceso, en el que CDC, ERC y la CUP se debaten sobre si ha llegado el momento de la ruptura o si aún es necesario acumular más fuerzas.
La ANC aprobó hace un mes una hoja de ruta, que prevé que la próxima Diada del 11-S será la última de Cataluña como comunidad autónoma, pues su objetivo es que el Parlamento catalán proclame la independencia a lo largo de 2017. A partir de ahí, su idea es que se aprueben las leyes de transitoriedad jurídica y se convoquen elecciones constituyentes. Puigdemont avaló esta semana esa hoja de ruta y desde Londres apuntó que las elecciones constituyentes se celebrarán en el verano de 2017, como paso previo a la proclamación de la independencia. Siempre y cuando, matizó, no tenga que convocar los comicios antes.
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