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Un grupo de niños juega junto a una pintada a favor de Otegi.
Una biografía escrita entre barrotes

Una biografía escrita entre barrotes

La izquierda abertzale, recelosa durante décadas de los personajes carismáticos entre sus filas, ha realizado durante seis años una intensa campaña de imagen con la intención de convertir a Otegi en el «Mandela vasco»

ÓSCAR B. DE OTÁLORA

Martes, 1 de marzo 2016, 10:01

La figura de Arnaldo Otegi no tiene precedentes en la izquierda abertzale, que a lo largo de su historia ha rechazado que entre sus filas surjan figuras carismáticas. Con él todo ha sido distinto. Quizás, en los primeros días de su encarcelamiento, sus compañeros de ... partido decidieron aprovechar su tirón popular como ariete frente a las decisiones judiciales contra una Batasuna ilegalizada, de forma que pudieran denunciar en instancias internacionales la supuesta persecución a la que les sometía la Justicia y el Gobierno. Esta campaña, que aprovechó el magnetismo que Otegi tenía y tiene en el mundo de Sortu, acabó convirtiéndole en un símbolo que ha ido más allá de las filas de esas siglas. Mientras otros dirigentes encarcelados, como Rafa Díez Usubiaga, exsecretario general de LAB, están sumidos en el anonimato, Otegi ha sido presentado por sus partidarios como una suerte de «Mandela vasco».

Los recelos del entorno de Batasuna hacia las figuras carismáticas tiene un origen muy concreto. Desde una prespectiva marxista-leninista, la izquierda abertzale ha apostado por organismos de dirección amplios en los que no sobresalga ningún líder. ETA, por ejemplo, siempre ha estado dirigida por una cúpula, por un grupo asambleario en el que no existían referentes personales. En la izquierda abertzle, el equivalente ha sido la mesa nacional. El objetivo era que no surgieran dirigentes capaces de llevar a cabo un cambio de política de forma personal. Según muchos estudiosos del fenómeno, es precisamente este tipo de organización el que ha garantizado la supervivencia de ambas estructuras al no existir liderazgos que en un momento dado hayan dado pie a una escisión.

Quizás sólo dos personas han rozado el liderazgo de Otegi, aunque bastante lejos de la potencia en el mensaje que avala al preso que hoy sale de la cárcel. En ETA, un personaje con una capacidad de atracción similar fue Domingo Iturbe Abasolo, 'Txomin'. Cuando murió en un accidente en Argel, en 1987, tras haber participado en las conversaciones con el Gobierno de Felipe González, era ya una imagen de marca que la izquierda abertzale, en la que se quería desvincular al etarra de los brutales atentados para mostrarle como un negociador y un líder social. Su frase 'aurrera bolie' (adelante la pelota) -con la que firmaba sus escritos cuando dirigía ETA- sigue siendo empleada en ese mundo. Otro personaje carismático fue Jon Idígoras, quien también pretendía presentar la imagen más social de HB, con referencias entrañables por la propia personalidad del miembro de la mesa nacional.

Portavocía de Batasuna

Otegi, tras asumir la portavocía de Batasuna en 2001, se convirtió poco a poco en un líder carismático. En las manifestaciones, las madres de los presos corrían a besarle, y entre los más jóvenes se convirtió en una figura a imitar con su pendiente y sus camisetas oscuras. Su retórica eléctrica y un sentido del humor que encajaba con la izquierda abertzale hicieron de él algo más que un portavoz. Cuando ingresó en prisión, en 2009, se iniciaron una serie de movilizaciones en las que la antigua Batasuna consiguió decenas de apoyos internacionales.

Premios Nobel de la Paz como el sudafricano Desmond Tutu o el argentino Adolfo Pérez Esquivel han exigido su libertad. Asimismo, presidentes latinoamericanos como el uruguayo José Mújica, el paraguayo Fernando Lugo o el hondureño José Manuel Zelaya, han apoyado su salida de prisión. En Estados Unidos, el filósofo de la izquierda Noam Chomsky también se ha solidarizado con él, así como el sociólogo James Petras. En España, la lista de apoyos es más amplia. Desde el socialista vasco Jesús Egiguren -con quien le une una amistad personal- al miembro de ERC José Lluis Carod Rovira o cargos de Podemos se han movilizado a su favor. Dirgentes de la CUP, IU -entre ellos, Julio Anguita- o del BNG han protestado por su encarcelamiento. En Europa, los griegos de Siryza o el bloque de izquierda portugués también han condenado su encarcelamiento. Estos respaldos, unidos a una intensa actividad en las redes, han servido para convertir a Otegi en algo más que un referente de la izquierda abertzale. Su figura ha adquirido rasgos de una leyenda al transcender los marcos de referencia de Sortu y su mundo. Al bautizarle como «el Mandela vasco» le han convertido en el primer líder de la izquierda abertzale en toda su historia.

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