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S. M.
Sábado, 26 de diciembre 2020, 00:37
El sector de la movilidad viene sufriendo una gran transformación desde hace una década. Desde la irrupción de las primeras apps de reserva de taxis la industria no ha parado de evolucionar hacia una movilidad como servicio (MaaS) en la que lo más importante ... es el usuario, que exige moverse de forma ágil, rápida y de puerta a puerta.
Con esta realidad como base, la empresa de movilidad Free Now -propiedad de Daimler y BMW-, cree que la integración de nuevos servicios, las ciudades inteligentes y la popularización de nuevas y más sostenibles formas de desplazarse continuarán ganando terreno. La pandemia ha dado una mayor visibilidad a estos fenómenos que ya está experimentando el sector, pero también surgen otras tendencias que se abrirán paso en 2021.
«El sector de la movilidad está experimentando grandes cambios desde hace tiempo», según Jaime Rodríguez de Santiago, general manager de Free Now en España. «Aunque la pandemia ha supuesto un gran reto para todos los que formamos parte de él, la realidad es que la industria ya estaba inmersa en su propia revolución en la que tanto las preferencias de los usuarios como la forma de prestar servicios con la presencia de nuevos jugadores han planteado nuevas reglas del juego. En 2021 veremos la evolución de algunas de estas tendencias y la aparición de otras nuevas, pero también cambios en el marco regulatorio que las ampara para posibilitar su implantación definitiva», afirma. La compañía cree que, en concreto, cinco tendencias continuarán ganando peso y desarrollándose en 2021.
La creciente oferta de movilidad en las ciudades, con patinetes eléctricos, motos y coches de alquiler, VTC, taxis o los clásicos medios de transporte público ha provocado la aparición de un número de aplicaciones de movilidad urbana casi inabarcable para el usuario. El siguiente paso lógico es, inevitablemente, la proliferación de aplicaciones que integren varios medios de transporte aglutinando diferentes jugadores para facilitar el acceso a los usuarios, en lugar de un gran número de plataformas que ofrecen un único servicio. Son además una solución clave para la gestión del tráfico urbano porque simplifican drásticamente la planificación de rutas y hacen que los viajes sean más eficientes, a la vez que pueden proporcionar soluciones altamente personalizadas. Para ello, utilizan parámetros como la distancia entre el usuario y el medio de transporte en el momento de la solicitud, la rapidez del propio medio, su precio y también su impacto en el medio ambiente.
La llegada del 5G permitirá seguir evolucionando hacia una «movilidad conectada» en la que el vehículo pasa a relacionarse con el resto de los elementos de su entorno recibiendo información de otros vehículos y de las estructuras que le rodean. Esto nos lleva a hablar de la conducción autónoma en la que empresas de automoción como BMW ya están trabajando para hacerla posible dentro de una flota de prueba en 2021 y lanzar próximamente un vehículo altamente automatizado.
La conducción autónoma, que empieza a ser una realidad a nivel tecnológico, no lo es tanto a nivel legislativo, aunque se están dando algunos pasos en esa dirección. El pasado septiembre, se llevó a cabo la firma de un Memorando de Entendimiento entre España y Francia para facilitar la realización de pruebas transfronterizas de conducción autónoma y contribuir a la elaboración del marco regulatorio europeo e internacional. De hecho, es de esperar que muchas de las primeras implementaciones de conducción autónoma se den en el transporte de mercancías por carretera, tanto por tratarse de un entorno menos imprevisible, como por limitar los posibles riesgos.
Pero para que la movilidad autónoma se traslade a las ciudades, tiene aún que traducirse en una regulación concreta que determine cómo se integrará todo en el espacio urbano y los distintos agentes que lo componen. También es necesario una preparación previa de las infraestructuras y de las sanciones aplicables a los responsables de los vehículos para que todos puedan convivir en el espacio urbano. En el caso de las ciudades, la dificultad de alcanzar una movilidad 100% autónoma no es tanto tecnológica como de gestionar la transición y la coexistencia de vehículos autónomos con los conducidos por personas, por lo que es de prever que el próximo año veamos nuevos avances en este terreno.
Desde sus inicios, Internet ha impulsado los modelos de acceso como sustitutivos de los de propiedad. Igual que ya cada vez menos habitualmente compramos películas o música, en favor del pago de servicios que dan acceso a su consumo, el paso de la propiedad al pago por uso en el caso de la movilidad es cada vez más acusado. En este contexto, la creciente popularidad del concepto de movilidad con coche compartido va acompañada de un cambio en el comportamiento de los consumidores, especialmente entre los grupos de población más jóvenes.
Según un estudio de Europcar sobre «La Movilidad del Futuro» el 68% de los jóvenes prefiere prescindir de su vehículo antes que del teléfono móvil. En la economía compartida, la atención ya no se centra en la propiedad, sino en la popularización de la movilidad como servicio (MaaS). La tendencia es clara ya que, si bien a finales de 2011 había casi 700.000 usuarios de coche compartido en Europa, se calcula un crecimiento alrededor de 15 millones para 2020.
Por ello, el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA) tiene previsto aprobar una ley nacional de movilidad que pretende reorientar la política de transportes acercando la regulación a la nueva realidad de la movilidad. Esta norma, que podría aprobarse en el primer trimestre de 2.021, se enmarca en la Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada, anunciada por el Ministerio el pasado mes de septiembre y tiene como objetivo dar respuesta a los retos de movilidad de personas y mercancías.
Las empresas de vehículos compartidos (patinetes, bicicletas, motos y coches eléctricos) actualmente no están pagando por el uso privativo que hacen del espacio público, excepto en Barcelona donde se comenzó a cobrar desde el verano pasado. En este sentido, cobra protagonismo la creación de tasas si el uso del dominio público da lugar a un rendimiento económico, como ocurre los quioscos, las flores o las terrazas de los bares. Por su parte, desde los jugadores del sector se alzan voces a favor siempre que la tasa sea justa, pero también en contra alegando que ayudan a solucionar el problema de contaminación de las ciudades, creando urbes más limpias y libres de humos. Ciudades como Madrid, Málaga y Barcelona están estudiando la regulación que aplicarán a este tipo de vehículo y para el año próximo se verá si finalmente impondrán tasas a este tipo de vehículos.
En la medida en la que evoluciona el entorno de movilidad, también lo hacen las normas que lo regulan, para procurar que todos los actores que conforman el sector compitan en igualdad de condiciones. En este sentido, se hace necesario una evolución en la regulación que protege al taxi, para permitirle disfrutar de mayor flexibilidad que mejore su competitividad, hacerlo más sostenible y prepararse para encarar la futura movilidad urbana.
Algunas comunidades autónomas como Andalucía ya la están abordando, ya que el Consejo Andaluz del Taxi ha aprobado el decreto de modernización del sector que modifica el reglamento de este medio de transporte; o Madrid, cuyo Ayuntamiento está trabajando en la nueva ordenanza de movilidad, que una vez en vigor, a comienzos de 2021, dará más flexibilización al sector. Se han dado pasos en la dirección correcta, y en 2021 se continuará trabajando para adaptar la regulación a los cambios que vayan surgiendo en el mercado.
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