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Santiago de Garnica Cortezo
Sábado, 5 de febrero 2022, 11:43
Después de la década de los 50, bastante complicada para BMW, en los mágicos sesenta la firma de Múnich va poco a poco recuperándose. Y uno de los puntales de este proceso es la serie de pequeñas berlinas familiares que arranca con el 1600 nacido ... en primavera de 1964, del que deriva la serie de los 2002 (E10), y, en particular, nuestro protagonista, el 2002 turbo (E20), nacido en 1973, y que se convierte en el primer automóvil europeo de serie que incorpora un motor turbocomprimido.
BMW es sinónimo de competición. Y la serie de los 2002 era un buen punto de partida. Así no es extraño que seis meses después de su lanzamiento, llegue el 2002 Ti en el verano de 1968, para reemplazar al 1600Ti. Daba 120CV y el chasis se había adaptado al incremento de potencia. En 1971, le sustituye el 2002 Tii, con 130 CV y mayores prestaciones, a lo que se añadía una imagen más deportiva. Y es sobre esta base que BMW desarrollará una versión aún más radical, el 2002 Turbo que aparece en 1973.
Los técnicos de Múnich optaron por el turbo en lugar de por un compresor mecánico, ya que no conllevaba el incremento de consumo de este último, ni se lleva parte de la potencia del motor. Y el que sea la firma alemana la pionera no es casualidad pues ya tenía experiencia en este campo gracias a los motores de aviación de la II Guerra Mundial. Y tampoco podemos dejar de lado que, en 1969, había alineado el 2002 TIK en el Campeonato de Europa de Turismos, con 290 CV de potencia gracias a un turbo. Con aquel coche, el austriaco Dieter Quester ganaría bastantes carreras, empezando por el Grand Prix de Belgrado. Este 2002 TIK fue un verdadero banco de pruebas. Y todo este trabajo se concretará en el 2002 Turbo, con el que BMW demuestra todo su saber hacer en cuanto a berlinas deportivas.
Curiosamente, al ser presentado, despertará las iras de algunos políticos alemanes. La razón estaba que, en el faldón delantero, aparecía la mención '2002 Turbo' escrita al revés para poder ser leída en el retrovisor de los coches que le precedían y que estaban a punto de ser adelantados por la bomba de Múnich. Pero para sus críticos, esto era un mensaje provocador, algo así como 'aparta que voy'. Hay que pensar que el coche se presenta muy poco antes de que estalle la crisis del petróleo de 1973, y de lo que conllevaría en cuanto a medidas restrictivas, como las de velocidad.
Para evitar polémicas, pronto se sustituiría por una serie de stickers (opción gratuita), con los colores de blanco, rojo y azul. Al contrario de lo que se podría pensar, las tres bandas de colores que van también desde los laterales hasta el escudo trasero no simbolizan una paternidad que no existe entre el 2002 Turbo y BMW Motorsport. La idea se debe a Robert Lutz, entonces director de ventas de la casa, para acompañar la creación del departamento BMW Motorsport cuyo primer proyecto concreto será el 3.0 CSL, preámbulo del M1. Las franjas blanca, azul y roja se mantendrán como los colores oficiales del departamento de Motorsport de Jochen Neerspach después de su llegada a BMW en el año 1973.
Pero volvamos a nuestro 2002 Turbo. Además, las aletas estaban ensanchadas, tenía un pequeño alerón negro (luego blanco) sobre la tapa del maletero y que no estaba allí de adorno, sino que servía para mejorar el agarre del tren posterior. En cuanto a pinturas de la carrocería, se podía elegir entre gris o blanco.
Pero el 2002 Turbo era mucho más que una simple imagen. Se había trabajado a fondo unas prestaciones y un comportamiento que se pudiera definir, sin complejos, como deportivo. Su mecánica, el cuatro cilindros en línea de 1990 cc proveniente del 2002 Tii, del que mantenía su inyección mecánica Kugelfischer, estaba 'vitaminada' con un turbo KKK que aprovechaba los gases del escape para poder comprimir la mezcla en los cilindros, aumentando así el rendimiento del motor. Pero para aceptar este turbo, el motor, basado en el bloque M10 de hierro fundido y con un árbol de levas en cabeza único, será convenientemente modificado, sobre todo a nivel de culata (de aleación ligera) y aún más de los pistones.
Gracias al turbo KKK que soplaba a 0,55 bares (presión inferior a la de un turbo de competición), la potencia del motor pasaba de 130 a 170 CV a 5800 rpm, y el par alcanza un valor bastante notable de 241 Nm a 4000 rpm. Y así el pequeño BMW 2002 Turbo, en cuanto a prestaciones, hacia rabiar al Porsche 911… El 0 a 100 se despacha en 7 segundos y la velocidad punta superaba los 210 km/h. Así, en aquel año en Porsche había que optar por un 911 2.4 S para no ser batido por el BMW. Pero al año siguiente, con la reducción de potencias, un 911 2.7 S se quedaba corto. En resumidas cuentas, el espíritu de los futuros M3 ya estaba allí.
Y en cuanto a las cajas de cambios, siempre manuales y de la marca Getrag, el cliente podía elegir entre una de cuatro relaciones reforzada, o una de cinco con los desarrollos cortos.
Ante el incremento de prestaciones, se había trabajado en el chasis, con una barra estabilizadora de mayor diámetro, y elementos de suspensión reforzados. Igualmente contaba con un depósito de gasolina de mayor capacidad, asientos de cuero más envolventes, un volante de cuero de tres brazos y una instrumentación más completa que incluía el manómetro de presión de la sobrealimentación. Y no se habían olvidado de incluir reloj, retrovisor en el lado derecho, luneta trasera eléctrica, antinieblas, asiento trasero con cinturones de seguridad, techo corredizo, autoradio y moqueta. El peso se situaba entre 1.080 y 1.125 kilos según las opciones.
Su conducción tenía dos caras: tranquila, hasta que se pisaba a fondo y entonces, tras un tiempo de espera, se notaba un importante empuje. En las curvas, tras un ligero subviraje, el tren posterior se deslizaba, pero había que tener manos para hacer un contra volante adecuado y saber dosificar el pedal de acelerador, sin quedarse corto ni pasarse. La frenada, con discos delante y tambores detrás era, en términos diplomáticos, mejorable. Pero en conjunto el 2002 Turbo era y es hoy para un amante de la conducción de los clásicos, un juguete excitante. Claro si es que encuentra algún ejemplar.
Y es que estaría a la venta entre enero de 1974 y octubre de 1975. Y tan solo se comercializaron 1.672 unidades, a las que hay que sumar las 12 de preserie fabricadas entre julio y diciembre de 1973. Así que, tanto por sus cualidades y carácter, como por su rareza (pocas unidades y muchas de ellas empleadas en competición), sea un modelo muy cotizado entre los amantes de los clásicos. En cualquier caso, seguiremos mirando el retrovisor por si aparece ese mágico '2002 Turbo'.
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