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A. Noguerol
El Barco de Ávila
Lunes, 17 de agosto 2020, 01:52
La pasión por los coches clásicos ha llevado a Matt Hummel a atesorar una colección de vehículos entre la que destacan los modelos de la marca Porsche, por la que siente una auténtica pasión, especialmente hacia el modelo 356. Hummer compra y vende piezas ... originales de este modelo por todo el mundo, mientras restaura una gran variedad de Coupés y Cabriolets. De todos los 356, el Speedster Pre-A es el que considera su «santo grial», al tratatarse de toda una rareza difícil de encontrar incluso para quienes, como él, se dedican a los vehículos clásicos.
El Speedster se diseñó para el mercado estadounidense y estaba dirigido a pilotos aficionados que querían un coche más ligero y sencillo para poder acudir a sus circuitos locales los fines de semana. Carecía de ciertos elementos de confort, pero contaba con asientos más envolventes, ventanillas abatibles y otros detalles que hoy son considerados auténticas señas de identidad, como el parabrisas recortado o la capota de dimensiones reducidas.
Entre 1954 y 1955 se fabricaron solo 1.234 unidades del 356 Speedster Pre-A, y apenas una sexta parte de ellos salió de fábrica durante el primer año con el motor de 1.500 cc, tan demandado hoy por coleccionistas como Hummel.
«Llevaba mucho tiempo buscando un Speedster Pre-A. Tenía que ser uno de 1954 con el motor de 1.500 cc», explica Hummel. «Solo se fabricaron 200 unidades, así que la tarea no era fácil, pero además debía ser el ejemplar correcto, no me hubiera valido cualquiera». Hummel tenía en preaviso a todos sus conocidos de la comunidad Porsche. Llevaba años a la caza de una unidad que mereciera la pena cuando, por fin, en el otoño de 2019, la búsqueda parecía haber llegado a su fin.
La suerte quiso que un mecánico de Oregón, que conocía a Hummel y sabía lo que andaba buscando, se topara con un Speedster de 1954. Aquel modelo llegó a su taller conducido por el entonces dueño, que lo llevaba para hacer una revisión rutinaria y que, quizá, podría querer venderlo. Aquella oportunidad era única. Cuando Hummel lo vio en directo, fue amor a primera vista. No solo no estaba restaurado, como él quería, sino que era de un color plateado opcional que lo hacía aún más especial. Tras una investigación supo que ese tono de pintura solo lo lucieron el primer prototipo y aquella unidad. Ningún otro Speedster Pre-A salió de fábrica con esa pintura de carrocería. Visto esto, el protagonista de esta historia no pudo más que hacerle una oferta al propietario, antes de que él y su esposa se fueran a Florida a pasar el invierno.
«Así que pasé los siguientes meses buscando dinero», recuerda, «vendiendo otros dos Porsche que tenía, algunas piezas poco comunes y un montón de motocicletas que no necesitaba. Realmente sentí que quería ese coche. Cuando un viejo Porsche con ese encanto y personalidad llama a tu puerta, tienes que ir a por él. Encontrar hoy un buen 356 Speedster Pre-A se ha convertido en algo muy difícil porque muchos de ellos han sido restaurados y han perdido su esencia». Sin embargo, esta no iba a ser una compra sencilla. El propietario había adquirido el coche en 1964 y lo apreciaba desde entonces. Era un miembro más de la familia y no estaba dispuesto a separarse de él fácilmente.
«Al dueño le costaba desprenderse de su Speedster porque había sido una parte importante de su vida y venderlo supondría cerrar un ciclo», explica Hummel con evidente empatía. «Y entonces sucedió algo. El propietario aparcó el Speedster detrás de su pick up y se olvidó de poner el freno, de tal manera que rodó hacia la parte trasera de aquel todoterreno, abollando el capó y rompiendo un faro. En ese momento me llamó y me dijo «Hummel, ¿vas a venir a negociar sobre el Speedster o qué?» - ¡No quería que su esposa supiera que lo había abollado!
Le faltó el tiempo para volver. Matt regresó a Oregón en 48 horas y, por fin, llegaron a un acuerdo. Describe al Speedster como «un coche que recuerda a un zapato viejo», es decir, muy desgastado, pero a la vez cómodo. Esta unidad nunca se ha sometido a una restauración completa, sino que se ha mantenido cuidadosamente a lo largo de los años. Sí se ha modificado, en cambio, el color interior, que pasó del rojo original a negro.
«Tengo todos los documentos y facturas desde 1964 hasta hoy, todo lo que hizo el propietario anterior lo tiene registrado. Es un coche genuino con 77.000 millas en el odómetro«, asegura. Además tiene muy buen tacto al conducirlo por lo que se siente afortunado «por lo bien cuidado que ha estado durante este tiempo. Y lo mejor de todo es que ya formo parte de la historia de este Speedster. Es genial poseer un automóvil que ha sido tan respetado durante toda su vida».
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