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David Sánchez de Castro
Martes, 6 de junio 2023, 13:33
No se puede entender la historia de BMW sin hablar de su programa de competición, BMW M. Durante medio siglo que se conmemora ahora, la marca alemana ha conseguido engranar dos facetas muy complejas en el mercado automovilístico, como es la exclusividad y el lujo ... con el alma puramente competitivo. Ahora que se cumplen 50 años, han decidido echar el resto con una de sus creaciones más exageradas.
Y es que el BMW XM es grande en todos sus aspectos. El primero es su propio tamaño: 5,110 metros de largo, 1,755 metros de alto y 2,005 metros de ancho, para una batalla de Batalla, 3,105 metros. No apto para calles estrechas, sin lugar a dudas. También será un coche exageradamente pesado, 2.785 kilos. Algo que, sin embargo, no se nota demasiado en su conducción, al menos en carretera.
Es enorme su precio, 179.700 euros, en su versión 'normal', ya que contará con una Red Label aún más extrema.
Que nadie se lleve las manos a la cabeza: tanto el tamaño como el precio están más que justificados.
No es casual que el apellido de este BMW XM sea, precisamente, la M. La conjunción de la apuesta de deportividad con un diseño exagerado viene a enamorar a su público objetivo, los estadounidenses (se fabrica exclusivamente en la planta de Spartanburg, en Carolina del Sur), a los que la marca alemana quiere seducir con una propuesta sal alcance de muy pocos pero que tiene motivos más que de sobra para quienes se lo puedan permitir.
Si el tamaño, el peso o el precio echan para atrás, todas sus virtudes pueden decantar la balanza. En primero lugar hay que hablar de su motor. Su híbrido enchufable da una potencia de 489 kW, que traducido son unos 653 CV que pueden saborearse en tres modos de conducción: el puramente eléctrico, el híbrido y el sport. Es en este último donde se puede disfrutar más de su alma deportiva.
Un motor que, además, servirá para más adelante: será el que lleven los prototipos de BMW en su regreso a la legendaria prueba de las 24 horas de Le Mans en 2024.
Y es que este SUV no es, ni mucho menos, un coche que busca el tópico público de las madres que llevan a los niños al colegio. Entre sus incontables posibilidades de personalización existe la posibilidad de añadir más o menos ruido al motor, todo ello desde la inmensa pantalla central ya presentes en modelos de la serie i, como el i7 o el iX, pero modernizado.
Todo el lujo del interior, desde sus acabados en cuero en los asientos con masaje (mejorable), pasando por un techo con formas geométricas que responde al diseño general exterior, no se puede poner ni una pega en este sentido. El puesto de conducción con el 'head display' se adapta perfectamente a la altura (o bajura) del que se ponga al volante, algo que en otros coches de este segmento puede pasar a un segundo plano.
Como resumen, el BMW XM es un coche que se puede resumir en una palabra: exagerado. Ni mucho menos es un adjetivo negativo, aunque sí pueda ser excluyente para quien quiera pasar desapercibido.
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