Canal Motor
Martes, 12 de marzo 2024
En plena transición hacia el vehículo electrificado, las antigüedades del mundo del automóvil podrían llevar la delantera en la gestión medioambiental, desafiando las percepciones modernas sobre la huella de carbono y la ecología.
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Así lo desvela un informe en el que se desvela este «milagro», ... ya que la neutralidad de emisiones es posible el los vehículos más antiguos siempre que no se tenga únicamente en cuenta el humo que sale por sus tubos de escape.
Según explica Dominic Wyatt, experto en motor de la International Drivers Association los coches clásicos pueden ser, de hecho, más respetuosos con el medio ambiente que los modernos eléctricos o híbridos enchufables.
Para ello hay que conocer el un término «carbono incorporado» que define como «la suma de todos los gases de efecto invernadero producidos al crear un producto».
En términos de carbono incorporado, los coches clásicos obtienen una puntuación alta porque ya han sido construidos. La producción de vehículos eléctricos implica la extracción, procesamiento y transporte de materias primas, seguido de los procesos de fabricación y ensamblaje. Estos pasos generan grandes emisiones de carbono.
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Wyatt señala que «los coches clásicos esencialmente no tienen huella de fabricación, ya se pagó hace años. La deuda energética que tienen es para mantenimiento, gasolina, etc.» Cuanto más se usa un vehículo, más se distribuye la energía utilizada en su producción a lo largo de su vida, reduciendo su impacto ambiental total.
Por otro lado, los vehículos eléctricos podrían dejar una mayor huella de carbono debido a sus complejas materias primas. Un estudio afirmó que la batería de iones de litio por sí sola puede emitir un 80% más de carbono que la fabricación de un coche de gasolina.
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En realidad el experto mantiene que en el debate entre coches clásicos y vehículos eléctricos, ambos tienen sus ventajas y desventajas. Pero no se puede negar que hay una ventaja medioambiental en mantener lo que ya tenemos, usar materiales más sostenibles y diseñar para la longevidad.
Según National Geographic, las enormes huellas de los coches provienen de las materias primas. A diferencia de los vehículos eléctricos, los modelos más antiguos utilizaban materiales más sencillos, como metal y vidrio, que se reciclan fácilmente. Los coches modernos implican una mezcla de aluminio, plásticos y metales híbridos, lo que los hace difíciles y energéticamente intensivos para reciclar.
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Si bien los vehículos eléctricos producen menos emisiones de gases de efecto invernadero en la carretera. Pero la producción de vehículos eléctricos es mucho más intensiva en energía y emite más carbono que la de los motores de combustión interna (ICE).
Por ejemplo, un coche eléctrico puede generar 26 toneladas de CO2 en su fase de producción. En contraste, un coche clásico que recorre unos 1.900 km al año solo puede producir alrededor de 563 kg de CO2. Esto implica que un coche clásico bien mantenido puede funcionar durante décadas para igualar el carbono incorporado de un vehículo eléctrico nuevo.
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La fuente más significativa de estas emisiones es la producción de baterías. La batería del vehículo eléctrico requiere la extracción y procesamiento de minerales raros como litio, níquel y cobalto.
Además, cargar millones de vehículos eléctricos requiere una infraestructura energética robusta que actualmente todavía depende de fuentes no renovables en muchas partes del mundo, contribuyendo indirectamente a las emisiones de carbono.
Filialmente, el experto de International Drivers Association mantiene que la vida útil de la batería de un vehículo eléctrico es limitada, con una longevidad promedio de alrededor de 12 a 15 años. Después de esto, siguen procesos de eliminación que consumen mucha energía y recursos. Como contrapartida los coches clásicos no contribuyen mucho al vertedero y son más fácilmente reciclables.
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«Los coches clásicos no son una solución para nuestras futuras necesidades de transporte, pero tampoco lo son los vehículos eléctricos si no consideramos los costes totales del ciclo de vida», advierte Dominic Wyatt.
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