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«Noté como un 'bufido', o un soplido, me agaché a la derecha de la galería para protegerme y cuando me levanté no veía nada y no podía respirar«.
Es el desgarrador testimonio de uno de los mineros que lograron sobrevivir a la explosión ... de metano en el interior del Pozo Emilio. En la planta 7, macizo 7, de la citada explotación todo fue desconcertante. A 694 metros de profundidad, las sensaciones resultaron terribles.
Javier Cabello Carrera, trabajador de la empresa Hullera Vasco Leonesa, había entrado en el primer turno de la mañana y estaban a punto de finalizar su jornada. De repente, un escape de grisú segó la vida de seis de sus compañeros, cinco mineros y un vigilante; otros cinco, ingresaron en el hospital por intoxicación.
«En ese momento estaba de regreso tras comer el bocadillo», ha asegurado Cabello Carrera durante la testifical realizada en las diligencias previas a las que ha tenido acceso leonoticias.
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De camino escuchó lo que ha dado en denominar como «un bufido» que sirvió de antesala a la llegada de «una nube de polvo negra».
Cabello Carrera, con categoría picador-sutirador, entraba en ese momento «solo por la galería» y el mundo parecía tener su fin en ese punto y en ese instante.
Recuerda que «la rampa estaba en bóveda» (presumiblemente por la presencia de grisú entre las capas) y que eso era «algo que se había». «Lo habíamos hablado entre los compañeros y el vigilante», llega a decir.
«Fui ni taller y estuve preparando y luego sutiramos. Hubo varias paradas de los páncer y como a las 13:00 horas salimos Amancio y yo a comer en el transversal y el resto quedó en el taller trabajando«, relata.
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«Cuando terminé de comer el bocadillo, unos 20 minutos después, volví para el taller y cuando iba como a mitad de la galería vi venir una nube de polvo que ocupaba la galería entera, y noté como un 'bufido' o soplido«, recuerda.
De inmediato el minero se agachó «a la derecha de la galería» para protegerse y cuando se levantó «no veía nada y no podía respirar. Eché a correr para fuera, llegó Amancio y me ayudó a salir hasta el pozo. Una vez allí nos pusimos Amancio y yo los autorrescatadores y volvimos hacia la 'rampa' y ya no recuerdo más basta que desperté«.
Javier Cabello Carrera no recuerda ahora si en el momento del accidente funcionaban o no las turbinas« pero sí tiene claro que allí había «una bóveda» y que «algún día tuvimos que salir a la galería por subir el grisú cuando sutirábamos».
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