-¿Cómo cree que será recordado su mandato?
-Por el refuerzo del papel de las ciudades y las regiones en el corazón de la Unión Europea para fortalecer un futuro más democrático para todos los ciudadanos.
-El Comité Europeo de las Regiones pone en valor los poderes regionales y locales de los países miembros de la UE, ¿Tienen los alcaldes suficiente voz en la toma de decisiones europea?
-El Comité Europeo de las Regiones tiene únicamente un rol consultivo. Aun así, las distintas instituciones europeas, tanto la Comisión como el Consejo y el Parlamento Europeo, siempre han tomado en consideración nuestros puntos de vista, ya sea en cuestiones presupuestarias o en leyes medioambientales. En relación a las prioridades establecidas por la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y en particular la primera de ellas, el Pacto Verde, es de amplio reconocimiento que sin la implicación directa de las ciudades y las regiones no lograremos los objetivos de neutralidad climática para el año 2050.
-Uno de esos retos es la neutralidad climática en 2050. Polonia no parece muy entusiasmada con comprometerse con ese objetivo, ¿como se debe lidiar con ello?
-La neutralidad climática en 2050 no es opcional. Es la necesidad de proteger el futuro de nuestros hijos y nietos. Llegar allí no será fácil. Se necesitará mucha voluntad política e inversión. Pero, sobre todo, la solidaridad europea para que esa transición genere empleo y riqueza en las regiones más necesitadas. Para un país como Polonia, es un camino difícil, pero necesario y estoy convencido de que una vez que las ventajas de la transición sean claras y la UE ofrezca el apoyo adecuado, verá las oportunidades. A este objetivo debe contribuir el Mecanismo de Transición Justa. Y ahí la posición del Comité es clara: se necesitan más fondos para afrontar la descarbonización. No puede usarse como una excusa para reducir aún más la política de cohesión y el presupuesto de la UE.
-¿Cómo se aúnan las demandas dispares de las regiones?
-Tenemos claro que las nuevas prioridades deben financiarse con dinero nuevo. La nueva propuesta de la Comisión Europea para un Mecanismo de Transición Justa parece ir en la dirección correcta no solo en términos de gestión, con un lugar para las autoridades locales y regionales, sino también en términos financieros, con 7.500 millones de euros. Dicho esto, la propuesta requiere más estudio: el diablo está en los detalles. Si el mecanismo va a ser una bonificación para la política de cohesión para incentivar a los estados miembros a afrontar la transición energética, será algo positivo. Si, en cambio, los nuevos fondos verdes alejan a las autoridades locales y regionales de la toma de decisiones en detrimento de la coherencia e integración de las políticas públicas, entonces tenemos un problema.
-¿Se han distribuido los fondos verdes de la mejor manera posible?
-Como ocurre a menudo cuando se trata de dinero dentro de las negociaciones presupuestarias de la UE, los intereses nacionales determinan las posiciones y demandas de negociación. Desde nuestra perspectiva, exigimos un presupuesto europeo ambicioso que permita a las regiones y las ciudades apoyar firmemente nuestro compromiso común con los objetivos del acuerdo de París y la neutralidad de carbono para 2050.
- Sí, pero algunas regiones que ya han hecho los deberes como Asturias en la descarbonización parece penalizadas respecto a otras que no han puesto en marcha ningún mecanismo de transición. ¿Qué criterios son los justos, pues?
-Los criterios actuales han sido presentados por la Comisión Europea. Estoy convencido de que el Parlamento Europeo y el Consejo presentarán enmiendas. Nosotros, como representantes locales y regionales en el Comité Europeo de las Regiones, también analizaremos más de cerca esos criterios y analizaremos si coinciden con el objetivo de una transición ecológica y social que no deje personas ni lugares atrás.
-¿El 'Brexit' es el gran fracaso de la UE? ¿Teme un efecto de contagio?
-No existe una única causa por la que se ha producido el 'Brexit'. Demasiadas personas sentían que la UE no tenía un impacto real en su vida diaria, y se tomaron decisiones que no tenían una relevancia especial para sus comunidades. La UE necesita ver esto como una llamada de atención y mejorar el impacto de sus políticas. Necesita que los gobiernos de todos los niveles asuman la responsabilidad de explicar qué es Europa y qué hace, asegurando que las opiniones no solo se compartan sino que se actúen sobre ellas. La UE necesita contrarrestar la información errónea, entablar un diálogo bidireccional y obtener resultados en cada región.
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