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Dicen los que trabajaron bajo tierra que la mina siempre se cobra la vida como precio. El pozo Emilio del Valle se llevó a los seis de Tabliza y dejó una comarca rota.
Carlos Pérez, Manuel Moure, Antonio Blanco, Orlando González, José Luis Arias y Roberto Álvarez. Ellos nunca pudieron volver a casa, pero en esas viviendas el dolor y la rabia han hecho que su memoria no caiga en el olvido. Nunca lo hace para familiares y amigos, pero su lucha ha llevado a toda la provincia leonesa y a las cuencas mineras a recordar uno de los peores accidentes de la minería moderna.
Ya son diez años sin ellos, diez años de lucha y diez años sin culpables. El aniversario de la muerte de los seis mineros en el pozo Emilio del Valle en Llombera de Gordón llega en un año muy doloroso para las familias. A lo largo de la celebración del juicio en los Juzgados de León se vivieron momentos de mucha tensión y dolor, pero también de unión. Porque si algo caracteriza a los mineros es la unión que forjaron bajo tierra.
Fueron minutos antes de la una y media de la tarde cuando un grupo de seis mineros se vieron sorprendidos por una bolsa de gas grisú. A 620 metro de profundidad y a escasos minutos de que terminase su turno, Carlos, Manuel, Antonio, Orlando, José Luis y Roberto encontraron la muerte.
Nada pudieron hacer ni ellos ni los compañeros que rápido acudieron a su auxilio ante la magnitud del escape de gas.
No fue hasta dos horas después cuando se conocía la trágica noticia. Seis mineros habían fallecido y cinco habían resultado heridos, uno de extrema gravedad. Numerosos medios de comunicación locales y nacionales se agolpaban a las puertas del pozo Emilio donde para muchos tuvo lugar el peor día de sus vidas. Y así lo reconocieron a lo largo del juicio con alguno de los heridos asegurando que «para mí la mina murió ese día».
Sobre la 13:00 horas Amancio, Javier y Abel, se encuentran en el banco del transversal de la planta 7ª del Macizo 7º comiendo el bocadillo. Unos 20 minutos después Javier Cabello se dirige a la explotación y a la mitad del recorrido ve venir una nube de polvo, notando un bufido o soplido, se agacha para protegerse e intenta salir rápidamente. Pero no es posible.
Amancio y Abel ayudan a Javier a salir, pero sus compañeros seguían dentro y ellos no sabían que había pasado. No lo piensan ni un segundo se ponen el autorrescatador y entran de nuevo en la galería para ayudar a salir a los seis mineros que estaban trabajando en el taller.
Llegan Santiago y Miguel Ángel, éste último con Abel entran en la galería y por el camino se cruzan con Amancio y Javier que salían tambaleándose. Al dar aviso, diferentes compañeros del pozo Emilio acudieron a ayudar, pero sólo pudieron rescatar seis cadáveres.
Todos los fallecidos se encontraban en la galería, cinco de ellos a veinte metros de la explotación, a la altura de la cabeza del cuarto páncer, y el sexto a cuatro metros del pase del taller. Todos ellos disponían de autorrescatador, pero ninguno de ellos lo pudo utilizar. La muerte les sorprendió en tan sólo un minuto.
Dos días después, el funeral celebrado en Santa Lucia de Gordón. Los cinco féretros presidían el centro del pabellón y decenas de familiares sentados tras ellos, desconsolados, cabizbajos. En las esquinas una treintena de compañeros del Pozo Emilio, que portaron los ataúdes, y en la grada y en los laterales de la pista el resto de los asistentes. Varios centenares se quedaron fuera del pabellón, en el que no cabía un alfiler.
Al concluir la misa romó la palabra la familia de Antonio Blanco que dio las gracias a los asistentes y recordó la solidaridad de los heridos. Después dejó una pregunta en el aire sobre el siniestro: «Por qué». «Que Dios perdone a los culpables, pero se podía haber evitado», aseguró. Un sentimiento que ha acompañado todo el funeral.
A lo largo del juicio por la muerte de seis mineros en el pozo Emilio del Valle de la Hullera Vasco Leonesa, las familias y otros empleados del lugar recordaron de manera incansable que «la mina siempre avisa» y en este caso «lo hizo días antes». La familia criticó la falta de comunicación de la empresa en relación al accidente y recordó el miedo de sus familiares en los días previos a ese fatídico 28 de octubre de 2013.
José Antonio le dijo a su mujer unos días antes que «a ver si le mandaban a otro sitio que aquello estaba mal allí», relató ella en el juicio. Gloria recuerda entre lágrimas que se enteró del accidente y de la muerte de su esposo «por la televisión, nadie me llamó a decirme nada».
Manuel Moure, minero retirado y padre de uno de los fallecidos, recordó en el juicio que por su experiencia en la mina «hablaba mucho del trabajo allí con mi hijo y le aconsejaba». Al preguntarle cómo se enteró del accidente, Manuel aseguró que «lo tengo muy clavado».
El minero recuerda que «en el pueblo había rumores y mi hijo estaba trabajando», en ese momento no pensó nada bueno y se puso en contacto con la empresa. Llamó a la Hullera para saber en qué planta había sido el accidente, pero «me dijeron que no me podían decir más». Con preocupación se presentó en el pozo Emilio «y según me bajé del coche me dieron el pésame, así me enteré de la muerte de mi hijo».
El testigo también contó que al hablar con su hijo días antes le dijo «que allí iba a pasar algo gordo», porque según recuerda «él me decía que no se estaba explotando cómo siempre». Bajar a las entrañas de la tierra tiene sus riesgos, pero quienes conocen el lugar asegura que «la mina avisa».
Diez años esperando el juicio y aún sin sentencia. Dos meses intensas jornadas de declaraciones en el juicio por el accidente en el pozo Emilio que costó la vida a seis mineros.
Primero los 16 acusados en el proceso, tras ellos algunos heridos y afectados, otros testigos que vivieron el accidente en primera persona, las familias de los fallecidos y los testigos propuestos por la defensa de los acusados han sido quienes a lo largo de estas sesiones se han sentado frente a la jueza que lleva el caso. Tras todos ellos, llegaron las declaraciones de los peritos, entre ellos los encargados de realizar el informe de la Junta de Castilla y León.
Una investigación que, entre otras muchas cuestiones, analizó tres posibles causas del accidente y concluyó que fue «un hundimiento de la bóveda generada en el post-taller». Ahora falta saber si la sentencia de la jueza está en la misma línea del informa.
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