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Para Miguel Ángel Suárez Balo, el día del accidente el «aviso fue el ruido» ya que estaba trabajando en el macizo noveno, y miró a un compañero y ambos pensaron «en el séptimo» y asegura que «salimos ambos corriendo para allí». No está seguro de ... la distancia, pero cree que «tardamos unos cinco minutos en llegar» y cuando estaban allí
No dudaron que había sido en el séptimo porque «era el que estaba dando problemas» y recuerda que no era la primera vez ya que «habíamos escuchado ruidos otras veces», asegura Miguel Ángel Suárez Balo que era ayudante de picador, pero realizaba varias tareas según la necesidad.
Ya en el lugar el accidente, recuerda que no les dejaron entrar «yo me intenté poner el auto-rescatador y no me funcionó», motivo por el cual quedó en una zona segura ayudando con traslados y la reanimación a los heridos.
El testigo acudió en jornadas previas al taller de la séptima para unas reparaciones, recuerda que «habían sutirado y se veía bóveda, yo alumbré con mi linterna y la vi», mantuvo Miguel Ángel Suárez Balo durante la sesión de este miércoles 22 de febrero.
En relación al gas insiste en que «cuando yo estuve no tuvimos que salir», pero si recuerda que en aquella jornada «estaba más alto de lo normal» y que los compañeros «tenían miedo de estar allí, unos lo decían y otros sólo esperaban a que les tocase otro sitio».
El fiscal le pregunta por unas declaraciones que hizo el 13 de octubre a la televisión en las que dijo que «no estaba bien aquello y que había trabajadores que no querían trabajar». El testigo recuerda ese día y asegura que Moure había cogido vacaciones «para huir de aquello» y mantiene que «era uno de los que más miedo tenía».
El mismo día del accidente, Miguel Ángel Suárez bajó al pozo en compañía de Tori (José Antonio Blanco) y «me dijo que ya no quería estar allí y no era el único que se quejaba».
«La ventilación no era la adecuada para esa zona», considera Miguel Ángel Suárez Balo que recuerda que se «sobrepasaba el porcentaje de grisú a lo largo de la jornada» y eso es, bajo su experiencia, porque había una «ventilación insuficiente».
Mantiente que «no habría riesgo de explosión si el ventilador se hubiera colocado debajo», en referencia a la planta octava y en ese caso, «el taller de la séptima tendrían más ventilación, igual no hubiera sido suficiente, pero no se habría parado la ventilación», relata el tubero.
Juan José Díaz Flecha, prejubilado desde agosto de 2010, ha sido otro de los testigos que ha declarado esta jornada. El minero declaró tras el accidente como electromecánico, porque «había incumplimientos en la seguridad, cuando yo trabajaba» y ahora ha mantenido que hasta 2010 el asegura que las cosas no se hacían bien y se daba prioridad «a la producción antes que a la seguridad».
El fiscal le pide que lo explique y el testigo mantiene que «cuando había muchas paradas se puenteaban los aparatos para que no se parase el trabajo cada poco», relata el testigo que asegura que esto se hacía con sistemas mecánicos, no con el gas.
«Yo esto lo puse en conocimiento de mi vigilante y no tenía porque ir a denunciarlo yo para que tomasen represalias contra mi», asegura el testigo ante las preguntas de los abogados por el motivo de no denunciarlo.
También ha declarado en esta jornada del miércoles Estanislao Fernández, barrenista de rampa, en el momento del accidente trabajaba en la planta séptima, en el taller del accidente. El testigo recuerda que estuvo sin categoría dedicándose a ello y luego ya con categoría reconocida por la Hullera Vasco Leonesa, «llevaba años dedicándome a ello». Él había estado en el relevo de la noche, en el tercer relevo, el mismo día del accidente entró a las 00:00 horas del 28 de octubre de 2013. «Barrenabas y allí estaba la bóveda, se veía. El gas no era excesivo, pero ahí estaba siempre», relató el testigo.
Estanislao recuerda que «cuando parabas escuchabas un petardeo, que era el gas. Eso era habitual en ese macizo que era muy duro el carbón y tenía mucho gas». Unas declaraciones a las que han hecho referencia abogados de la acusación recordando que 'la mina avisa'. «Esos golpes se escuchaban mucho, yo no creo que fuera un aviso en ese macizo se escuchaba mucho esos ruidos, en otros no tanto», relató Estanislao que confesó confiar en la empresa y sus superiores.
«Al final te acostumbras, pero dentro del 1% ya hay que estar pendiente del gas que hay», explica Estanislao. «Confías en tus superiores, ellos han estudiado, tu sabes lo que es la mina porque has trabajado allí. Te mandan allí y ellos saben que el gas sube y baja y ellos han estudiado», relata el testigo manteniendo que si le mandaban a esa zona es porque no había peligro.
El trabajador relata que en algunas ocasiones «el vigilante se iba a otras zonas», aunque no recuerda con nitidez si estaba en algunos momentos. «Oímos unos ruidos, sabíamos que eran de gas y salimos un momento», relata y concluye en que en ese momento «el vigilante las ocho horas ahí no estaba».
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